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Daniel Campos
Photo Credits: Andrew Bartram ©

Un ángel en el Lago Prospect

Cuando pasó la tormenta y cesaron las lluvias, salí en silencio de mi cuevita brooklyniana y bajé caminando hasta la orilla suroeste del Lago Prospect. Bajo el cielo nublado las aguas en la orilla opuesta parecían plomizas. Una leve brisa las crispaba. Pero en la cercanía la superficie estaba calma y lucía un color verde musgo, con tonos más opacos que brillantes.

De pie bajo un sauce llorón yo observaba al lago. Pensaba en la familia por la cual guardaba silencio, en su pérdida de un hombre amoroso que se brindó a ella y la cuidó. En la quietud de aquel momento noté que hasta los patos se habían escondido, quizá entre arbustos en tierra o en algún recodo del lago.

Poquito a poco algunas nubes se fueron abriendo. Entre ellas se filtraron rayos brillantes de sol y en la superficie del lago aparecieron algunos reflejos celestes como topacios translúcidos.

En ese momento pasó nadando frente a mí, cerquita de la orilla, bajo la sombra del sauce en las aguas, un cisne grande y hermoso, de testa alta, cuello alargado y pecho pleno de vigor. Se movía con serenidad y elegancia. Cuando salió de la sombra y lo iluminó un generoso rayo de sol, su plumaje blanco resplandeció sobre aguas color topacio.

En medio de los tonos verde musgo a su alrededor, el cisne parecía un ángel luminoso, recién llegado del cielo, para acompañar y guardar a quienes le aman.


Photo Credits: Andrew Bartram ©

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