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Photo by: Luis Cabrera ©

ANALOGÓN: La fotografía como debate entre lo real y lo fabulado

Existe un halo inherente de veracidad alrededor de la fotografía, desde sus orígenes hasta la actualidad. Esta percepción se ha manifestado a través de una especie de convención social que se “revalida” en el tiempo.

Sin embargo, debemos intentar entender por qué asociamos esa veracidad como un estigma de la imagen fotográfica, cómo se originó. En medio de esta búsqueda, nos encontramos a Philippe Dubois quien plantea en su libro El acto fotográfico que:

“Existe una suerte de consenso de principio que pretende que el verdadero documento fotográfico “rinde cuenta fiel del mundo” o se le ha atribuido una credibilidad, un peso real absolutamente singular. Y esta virtud irreductible del testimonio descansa principalmente en la conciencia que se tiene del proceso mecánico de producción de la imagen fotográfica, de su modo específico de constitución y de existencia: de lo que se ha llamado automatismo de su génesis técnica.”

Una interesante hipótesis, que deposita en la mecanización del proceso fotográfico (considerando una menor intervención humana que el dibujo o la pintura) lo que pudo generar esa percepción de no injerencia por parte del fotógrafo de la imagen obtenida.

Dubois continúa, señalando que “la fotografía es percibida [por la doxa] como una especie de prueba, a la vez necesaria y suficiente, que atestigua indudablemente la existencia de lo que da a ver”. Planteamiento sumamente vigente en muchas personas al momento en que usted lee estas líneas. Una especie de credo a la imagen, en que se le otorga un inmenso poder al fotógrafo dando por sentado su sentido inefable de imparcialidad, objetividad, neutralidad, ubicuidad, y con un criterio divino para la veracidad.

Afortunadamente, encuentra el autor una analogía válida para la reflexión, con un sentido crítico y agudo: “La caja oscura fotográfica no es un agente reproductor neutro sino una máquina que produce efectos deliberados. Es, lo mismo que la lengua, un asunto de convención y un instrumento de análisis y de interpretación de la realidad.”

Es decir, la cámara fotográfica no es más que un instrumento por medio del cual el fotógrafo convierte en imágenes su experiencia o la interpretación que le otorga a la escena que captura a través del encuadre. Hay una subjetividad indeleble.

Los cuestionamientos a la imagen fotográfica no se traen a colación para desacreditar el trabajo del fotógrafo, todo lo contrario, lo humanizan, lo hacen capaz de analizar e interpretar, de narrar a través de imágenes situaciones que logren sensibilizar y promover cambios favorables. Él, como autor, tiene una impronta, un discurso, y una posición frente al hecho.


Photo by: Luis Cabrera ©, Rostros – Taller de Carlos Rojas

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