Desde el momento en que decidimos hacer una fotografía, solemos pensar, primeramente, con qué cámara vamos a trabajar, sus propiedades, características, y accesorios. Todo en función de obtener un resultado previsualizado. De ahí que, para algunos sea una sorpresa – para otros un reencuentro – la posibilidad de técnicas fotográficas que permiten prescindir de la cámara.
Etimológicamente, debemos recordar que la fotografía se refiere a la acción de escribir con luz, en otras palabras, el producto de la acción de la luz sobre un material fotosensible que permite que se fije una imagen. ¿Es posible lograr esto sin contar con una cámara? ¡Por supuesto!
Técnicas como la cianotipia, clorotipia, antotipia, quimigrafía y lumen -por solo mencionar algunos con los que ya he trabajado- permiten fijar imágenes a partir de la reacción de material fotosensible a la luz. Algunos procesos requieren de productos químicos, otros no. Lo que sí tienen todos en común es la paciencia para desarrollar y construir la imagen final.
Brevemente describiremos cada uno de estos procedimientos para colocarnos en contexto:
– La cianotipia es un antiguo procedimiento fotográfico monocromo, que conseguía una copia del original en un color azul de prusia, a este resultado le llamamos cianotipo.
– La clorotipia es la reproducción de imágenes sobre hojas vegetales por medio de la reacción de la clorofila ante los rayos ultravioleta de la luz solar, sin el uso de químicos industriales.
– La antotipia es la reproducción de imágenes con el uso de una emulsión fotosensible a partir de alcohol y pigmentos naturales que reaccionan a los rayos ultravioleta.
– La quimigrafía es la obtención de imágenes a partir de la reacción del papel fotográfico a los químicos de revelado y fijado. Aun cuando parezca que solo se está pintando con el químico, resulta que en las zonas donde el papel no recibe luz, sencillamente, no habrá reacción, porque la luz sigue siendo el elemento principal.
– El lumen (“lumen print” en inglés) son impresiones lumínicas sobre papel fotográfico. Este proceso permite la obtención de imágenes con la acción de la luz directamente sobre el soporte sin el uso de cámaras o ampliadoras.
El aprendizaje de este tipo de procesos sin duda ofrece herramientas cognoscitivas para la interpretación de la luz, la importancia del material o soporte fotosensible, la trascendencia o lo efímero de la imagen, la planificación y logística previa, el ensayo y el error, la toma de apuntes, comprender el ciclo del hecho fotográfico y, sobre todo, recordar que existe una vida (palpable y real) fuera de las redes sociales.
Los fotógrafos que vivieron la experiencia analógica de revelar en el cuarto oscuro, pueden dar por cubiertas estas premisas, pero quienes se han formado desde lo digital requieren ese componente que les permita tomar conciencia sobre las bondades de la fotografía y saber que su potencial creativo no está anclado a las prestaciones de su cámara.
El fotógrafo debe entender la luz, a pesar de que la era digital ha facilitado la creación y reproducción de imágenes, este principio analógico sigue vigente. Porque, dicho de otro modo, aquellos procesos que no requieren de dispositivos tecnológicos permiten al fotógrafo convertirse en un alquimista de la imagen.
Photo by: Luis Cabrera