En nuestro contexto, cada vez más volátil, violento, inmediato, efímero, se hace difícil pensar en llevar las cosas con calma, con paciencia, permitir que el tiempo y el trabajo las vaya moldeando. La fotografía, entendida como profesión u oficio, no se ha escapado de esa vorágine.
A quienes están interesados en dar sus primeros pasos en este arte, les parece eterno tomarse el tiempo para leer un libro, por lo que recurren a tutoriales donde les brindan información en formato de recetas, esperando resultados milagrosos.
Y es que el componente técnico de la fotografía posiblemente sea compatible con pequeñas píldoras de conocimiento, pero qué pasa con los fundamentos en los que se basa, el usuario queda condenado a no poder salirse de la receta porque cualquier situación fuera de estos parámetros le resultará un acertijo indescifrable.
Más triste aún es preguntarnos ¿qué pasa con el componente humano? Conocer sólo lo técnico nos convierte en operarios de un dispositivo capaz de capturar imágenes. Pero hacer imágenes, contar historias, transmitir emociones, crear obras, solo lo puede hacer alguien con cierta sensibilidad humana y conocimientos.
El conocimiento no viene en pastillas, es un cúmulo de información que debe ser procesada y asimilada, algunas veces en un aula de clase, y muchas veces en las páginas de un libro de poesía, en la curiosidad del viajero que busca entablar conversación con un extraño, en el relato de un anciano que frente a tus ojos revive pasajes de su vida, en la contemplación de tu vecindario y su dinámica, en el aprender a cultivar la paciencia de observar.
El fotógrafo se pasea por la antropología, la arquitectura, la química, la física, la botánica, la biología, la psicología, la economía, la sociología, la literatura, la pintura. Por ello, debe conservar la curiosidad del niño y la avidez de conocimiento de un eterno aprendiz.
El estudiante de fotografía debe hacer tiempo de ver más películas, leer más libros, viajar más, aprender otros idiomas, visitar museos y galerías. Pasar tiempo en las redes sociales te podría perjudicar quitándote tiempo para ejecutar algo más ejercitante para tu mente, y peor aún, en la indexación de imágenes, pues terminas tratando de emular algo que “te gusta” en búsqueda de una recompensa inútil.
Disfruta de la fotografía, dale valor a tu imagen fotográfica, y por sobre todo a lo fotografiado. Chris Steele-Perkins, fotógrafo de la agencia Magnum, recomienda: “Fotografía aquello que de verdad te importa, lo que realmente te interese, y no aquello que creas que debes fotografiar”.
Photo by: Luis Cabrera ©