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Victor Hugo Ortega
Victor Hugo Ortega

“Amantes de cartón”, de Victor Hugo Ortega

Víctor Hugo Ortega examina la relación entre el desamor y el desengaño político en Amantes de cartón de Vísceras Editorial de 2019, en un poemario que suena casi profético en su exploración de la atmósfera antes del estallido social en Chile. Es una obra profundamente chilena en sus inquietudes e intereses, y vale la pena destacar la historia reciente de Chile para entender el mundo en que nació el poemario. Escrito al comienzo de 2019, este año seguramente dejará huella en la historia de Chile, a causa del estallido social que experimentó a fines del año. Mientras comenzó con una manifestación contra el aumento del costo del metro de Santiago, se convirtió en un movimiento social sin precedente que sigue impactando a los chilenos de hoy.

Chile despertó.

El poeta escribió la obra antes del movimiento social – y de la pandemia también – así que a primera vista, quizás sólo notamos tres protagonistas en este poemario: el poeta, su amante, y la ciudad de Santiago. Dentro de todo, se esconde un cuarto protagonista – el espectro del futuro estallido social que sigue envolviendo Chile ahora mismo, un estallido que va evolucionándose y convirtiéndose en nuevos fantasmas, en nuevas crisis políticas.

El espectro premonitorio de este terremoto político, esta crónica de una muerte anunciada — de un país — mantiene su presencia por todo el poemario. Mientras el título sugiere una obra singularmente personal, la intrusión de lo político resalta claramente desde el primer poema, ‘El ojo de Santiago’, donde un ojo mira impersonalmente a los amantes, en esta atmósfera contaminada. Ya vemos la presencia del lenguaje del neoliberalismo, con estos altos índices de desamor, como si pudiera medir el descontento.

Si ya no conoce la historia del neoliberalismo chileno y el correspondiente estallido social, el poemario Amantes de cartón de Víctor Hugo Ortega la relata a nivel micro, por la relación de dos amantes en medio de una calma inquieta antes de la tormenta. El telar de fondo para nuestros protagonistas es ‘Un país de cartón’ – y por la repetición del cartón, se pinta un mundo precario, frágil, tambaleante. Comenzamos con el país y terminamos con las personas que pueblan este país, como si hubiera una infección de cartonización que tocaba a todos. La gran desilusión del poema ocurre cuando esperamos estar en un lugar:

donde abunda el cemento,
lugares que, si uno raspa con una moneda,
descubrirá que están hechos de cartón. 

El amor y la fe se cartonizan también, y el resultado es la condena al cartón – si estas fuerzas poderosas no nos salvan, de verdad estamos perdidos.

Después de la condena, la voz poética busca un culpable – vamos por una serie de íconos culturales hasta acabar con nosotros mismos, en un chilenismo clave: ‘somos todos un poco hueones’. Queremos echarle la culpa al sistema, pero todos formamos parte de este mismo – no podemos distanciarnos de la responsabilidad. Y tampoco el poeta puede distanciarse de su parte en el proceso de desamor:

Difícil es amarse en esta ciudad,
lo descubrimos en una pelea 

en un bar que ya no existe

La ciudad cambia y también cambian las relaciones en esta ciudad que dificulta el amor hasta el punto de destruirlo.

‘Acción poética’ rastrea la historia del amor con toques personales que transportan al lector a Santiago. Caminamos con el poeta y su amante mientras llegan al punto de agotarse el amor, ya que ‘habíamos visto ya todas las películas / habíamos oído ya todas las canciones’. Se van burlando de las paredes, pero es una burla fría, por falta de otra cosa de qué hablar, estos ‘pequeños miserables perdidos’. Quieren diferenciarse de los demás en ‘Nuestra truculencia’ – evitan cualquier ‘símbolo del sexo capitalista’, otro momento en que surge la ideología política de nuestros protagonistas, pero es una ideología que no los salva. ‘Nuestra truculencia era la pureza del amor de dos seres sufridos’, pero es una truculencia inventada como placer, tal vez para reemplazar el placer. Es el comienzo del fin.

Con ‘Nos faltaban manos’ vemos de nuevo el tema recurrente del cartón. Los amantes pierden su humanidad al perderse las manos, las manos cortadas ‘con un cuchillo cartonero’. Si vemos el cartón como material de Santiago, y también como material del capitalismo – un material artificial, hecho por el hombre – el cartón, aunque parece frágil, tiene un poder destructivo. El leitmotiv del cartón trae recuerdos de los poemas más obviamente políticos, y vemos esto en ‘La preocupación por el futuro’. Cuando Ortega escribió el poemario, no conocía el futuro de Santiago, el futuro del estallido ni de la pandemia – pero el futuro aparece como fantasma y causa un miedo que acelera el desamor:

Le pusimos cabeza y dinamitamos el amor,
¿habrá sido amor? 

Mueren las tradiciones románticas y los amantes también; ‘la preocupación por el futuro nos mató pero fue una muerte lenta’.

Amantes de cartón, el poema titular, subraya el papel de la ciudad en el desamor de los amantes, porque ‘Santiago no los ayuda’. Es como amarse en un momento apocalíptico – si todo está muriendo, ¿cómo puede sobrevivir el amor? La imagen de un amante de cartón completa la serie que comienza en ‘Un país de cartón’. Vamos de nivel macro a nivel micro, un país de cartón que va contaminando a su pueblo hasta convertirnos en esta material frágil y corruptible. El último poema también resalta el tema del cartón:

Éramos de cartón, mi amor,
pero de cartón corrugado;
nuestro amor no servía
ni para hacer una caja. 

En el mundo cartonero y capitalista, el cartón transforma todo. El amor no sobrevive porque no tiene uso bajo el capitalismo, solo se ve transformado en algo inútil e irreconocible.

Y con eso el poemario termina. No sabemos ya qué será del futuro de Santiago, ni de la posibilidad de amor en Santiago de Chile, una ciudad cartonera y corrompida. Lo que Ortega hace bien es ayudarnos a entender la relación entre la vida política, vista en las noticias, y el amor, que se expresa por la poesía, al unir los dos en este poemario. Entendemos mejor que la política no es algo impersonal, una fuerza que sólo nos toca de vez en cuando – sino una fuerza que siempre tiene presencia, que nos toca a todos en la vida personal. No sabemos ‘que será de este cabro’, pero hay la esperanza de que entender el pasado nos ayude a navegar el futuro incierto en que vivimos.

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