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Alencart
Photo Credits: Walker Carpenter ©

Alencart: antes, hoy y después

“…No dejes que de mí se burlen
mis enemigos traicioneros;
no dejes que se guiñen el ojo
los que me odian sin motivo.
Porque no vienen en son de paz,
sino que urden mentiras
contra la gente apacible del país…”
 

Salmo 35 DAVID

Acaba de aparecer una nueva antología de Alfredo Pérez Alencart, entresacada de varios de sus trabajos vertidos a los idiomas más representativos del mundo de hoy, incluso a un idioma nativo del incaico Perú. Se constituye de 11 partes correspondientes a poemarios anteriores y a poemas sueltos. Y 36 textos poéticos.

Hablar del antes es irnos al origen de algo o de alguien: Puerto Maldonado, la puerta de entrada a la selva amazónica del Perú, es un espacio geográfico con puerto maderero o vía fluvial que dinamiza el comercio por esos lares del vapor selvático. Antes, fue el origen mientras el hoy discurre y el después será siempre el misterio eterno, la luz eterna, la divinidad eternizante.

El hoy es un libro que compila una antología de poemas que han sido traducidos a diversos idiomas donde lo que une es la palabra con su cúmulo de fuerza comunicativa, de acción creadora y de sencillez de lenguaje en el idioma madre: el castellano.

Ahora aparece en una traducción exclusiva en italiano, donde se dimensiona un sentimiento universal, pues lo que es bueno es exquisito a la mayoría de los paladares, si del olfato se tratare es fragancia espiritual, si del tacto es sensibilidad social, si de un asunto visual, los ojos de la amada y en otra atmósfera, son los sonidos que llegan al cuerpo por los oídos del alma.

“PARA DESPUÉS / PER IL DOMANI” es el título de la antología, como evidencia de un transcurrir por los ríos, ya no de Maldonado, sino por los metafóricos caudales del mundo, en sus diversos idiomas, compartiendo las palabras de una sinceridad poética que surca el sentimiento para llenar de lucidez la visión fundamental del mundo de los seres terrestres: el amor. Ello es lo que se destila de manera virtuosa en este encadenado de versos sustraídos de poemas venidos de diferentes momentos del poeta Alfredo Pérez Alencart.

En Salamanca fincó su feudo literario, aunque el asunto venía de antes, es ahora el momento para después. Después es la memoria, la historia del poema como testimonio de vida al ritmo de las pasiones, del eco bombardeante del corazón, de la vibración de la alma hecha palabra sonora, canto a la vida, símbolo de creación.

Cuando un escritor se desborda en un rio de palabras que se hacen versos, es porque ya hay un poeta consolidado en el orden de lo razonable, lo sentimental, lo espiritual y lo intelectual. Cuatro dimensiones de un todo integral que constituye  la base heterogénea de un poeta con conciencia de sí, de su entorno, del mundo y de lo trascendente.

Hablar de la obra de Alencart, del poeta y del místico es como nombrar a tres personas distintas y un solo hombre verdadero.

El poeta colombiano Jaime García Maffla ya dimensionó la obra de Alencart con alta apreciación,cuando dice:De sus libros, preferentemente: El pie en el estribo, Cartografía de las revelaciones, Prontuario de infinito, Cristo del alma, Madre selva, Savia de las antípodas, Hombres trabajando, Los éxodos, los exilios o Pájaros bajo la piel del alma; títulos laterales traeré, alusiones a alguna intuición, poemas inéditos o no incluidos en libro, sin pretender haberlo abarcado o leído todo…”, y agrega  en otro párrafo: sobre los sentidos del espíritu y la carne “así nuestro poeta, dirigiéndose, bien a su amada, bien a la poesía. Y por qué no a ambas.”: le cita:

“Tú serás mi visado
para morir y resucitar
sin temor a represalias.
Beso tus labios puros.”

Téngase destacar otros aspectos de importancia cimera sobre la poética de Alencart y ante ello, recuerdo a la antologista Carmen Bulzan, quien dio testimonio de la visión sobre los componentes motivacionales de Alencart en una antología anterior, al referirse al carácter que integra lo uno y lo otro desde los opuestos para conformar un solo ser en el tiempo: “El espíritu y la materia, lo sacro y lo profano, mano a mano. Él y ella, animus y animauna sola carne.” Aquí la antologista se refiere a ese bello poemario titulado: Una sola carne.

Enrique Viloria Vera, un poeta de la diáspora venezolana, lo acopla con la frase de sincretismo religioso así: “A ese inmenso, complejo e indetenible crisol en el que se fraguó el mestizaje latinoamericano, desde cada raza  que además de aportar su fenotipo, sus genes, su sangre, incorporó también su particular cosmogonía, su especial cosmovisión, sus peculiares creencias y expresiones religiosas, las que – mezcladas -, produjeron renovadas concepciones religiosas, nuevas visiones para entender al mundo, a Dios y a los semejantes. De esta forma, el sincretismo religioso imperante en América Latina, es decir, el producto de la mezcla, de la combinación de religiones precedentes, puede también ser considerado como una de las manifestaciones relevantes de nuestro mestizaje cultural.” Ello como dictamen del análisis de una de las múltiples fuentes que han nutrido a nuestro poeta de hoy, para hoy y para después.

Así que estamos ante un poeta mayor de nuestra época con una fuerza universal combatiendo los prejuicios frente al devenir de los tiempos.

PARA DESPUÉS es todo un acierto editorial en la construcción de un testimonio poético que se ha ido articulando al universo literario con cada nuevo texto en prolífica producción, a la usanza de los disciplinados y antiguos clásicos. Lo dice en alguna entrevista de un periódico español y en otro, ser permeado en algo de ese elevado pensamiento y sentir de Ovidio, Horacio, Catulo, Virgilio y algún poeta casi anónimo de tal estirpe.

Veamos el poema representativo que da pie al título de la antología bajo la egida de varios traductores, admiradores de la obra de Alencart:

PARA DESPUÉS

Cuando ya no esté
ni emocionado pueda verlos
porque mi alma salió,

no lloren
por el ayer que fui
hacia arriba o hacia
abajo.

Dos partes hagan
de las cenizas.

Aviéntenlas luego
a los ríos que me surcaron
el corazón.

Y díganme adiós
con un salmo de aquel
que venció a Goliat.

Así abriré la ventana ciega
con mi alma recostada
en un olivo

de Getsemaní.

Entonces pienso en Puerto Maldonado, en su río Madre de Dios o Amarumay,o  por igual el Amazonas a donde, tras pasar por otros río de Bolivia y Brasil, vierte sus aguas, y pienso en el silente Tormes de aguas lentas y espirituales como un ciprés apuntando al cielo cuando la brisa es ausencia en su follaje.

En el poema “La mesa está servida” canta el ciudadano en pos de la equidad tras el oprobio del prejuicio endilgado por quienes no comprenden o no quieren entender:

“Esto no me lo perdonarán, pues ya no sólo soy demente
sino comunista, delincuente peligroso, desadaptado,”

Igualmente se identifica como: “Barro del paraíso con espíritu del Gólgota soy y perdono lo que me hacen, y perdono lo que me harán.”

En el capítulo titulado RÁFAGA DE REFORMA hace el homenaje a  Casiodoro de Reina, traductor de esa biblioteca que universalmente conocemos como Sagrada Biblia:

Entre el ayer y el hoy
unas centurias de
sol cegante,
seguidas de mortajas
en el cielo.

Me obsequiaron trajes
que no estrené.
Me leyeron leyes
Inverosímiles.
Me mostraron hogueras
para intimidar.

En círculos cerrados
fui llamado
ráfaga de reforma.

Pero yo sólo sigo
al de las manos
mendigas,

galileo antes y ahora.

En algunos versos se mece una antigua lengua americana, quizás un homenaje al legendario  Huari, dios solitario de los Urus o a la antigua estirpe inca. Al igual versos latinos como aunando un símbolo de unión de lenguas que convergen en el idioma de los castillos y de los conejos.

Muchas formas han de asumirse en un texto, desde una lectura de conciencia vital y mística e intelectual, para horadar en tierra de fértiles palabras, un gajo de aciertos cognitivos que nos lleven al pensamiento de un hombre que se paladea el mundo, con la convicción que nutre el pensamiento de bondad y alerta, para una sociedad  donde el consumo impulsivo destruye el organismo  terreo.

En el campo de los recuerdos hay que ir a ver a  Warasisa “la flor que se convierte en lucero”.  Somos los lectores quienes, en medio de conjuros o rituales personales, los que nos asomamos por las ventanas, tantas de un libro, a mirar con ojo y mente presta a degustar cada nuevo horizonte de páginas, y en ello mi testimonio moral del disfrute de este texto degustado para solaz de unas horas de asueto al mezclar vino, agua y pan para celebrar la palabra de un autor que como Alencart, nos brinda unos versos gratos con la compinchería de los traductores (Gianni Darconza, Stefania Di Leo, Beppe Costa, Martha Canfield y Gabriel Impaglione), editores (Hebel, de Chile y Betania, de Madrid) y pintores (Miguel Elías, Luis Cabrera, principalmente)

El escritor, llámese poeta, ensayista, cuentista, novelista o dramaturgo es el que da testimonio de un tiempo en sus memorias  “Para después”.


Photo Credits: Walker Carpenter ©

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