Sábado 3:25 pm. La tormenta ya se había formado, en un instante todo lo que parecía blanco se fue tornando oscuro. Navegué por la tan nombrada escala de grises que enseñan en las facultades de Arte. Mi único refugio, el agua. Allí, mis pies se encontraron con el torbellino que formaba el chorro de la llave y el sifón. Pasaron mil horas tal vez, horas que solo existen a este lado de la pared. Sin percatarme moví mis pies unos centímetros y pude ver ante mis ojos como el remolino formado quedaba atrás, me encontré flotando en un charco de calma.