Medio cuerpo fuera del agua en la intimidad de un cuarto cerrado.
Sin provocar el menor ruido siento como la tibia corriente me acaricia y me penetra. La luz blanca y el vapor baña la habitación empalideciendo mis caderas, mis senos. El tiempo parece detenerse bruscamente; el nivel del agua sube y es cuando siento como esa misma corriente sujeta mi torso, sube por mi cuello y llega hasta mi boca ahogando mi dolor de estos últimos días. Despierto, me falta el aire.