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ABSOLUT BK: Flashback #4

2nd Ave and 7th St /In loving memory: New York te llena de recuerdos en cada esquina y de la misma forma los destruye. Hace un año, en medio de mi primera primavera invernal caminaba por esta avenida para reencontrarme con un buen amigo de la universidad que no veía desde hace un par de años, él decidió partir cuando el éxodo venezolano empezaba a convertirse en realidad. Luego yo emigraría también, y sin imaginárnoslo nos encontramos en esta latitud. Era una noche fría de finales de marzo y el con su wi-fi se comunicaba conmigo para saber donde nos veríamos, de repente, como es de esperarse, la comunicación falló. Yo ya estaba por la segunda avenida esperándolo, pero se me antojó comerme un one dollar slice al voltear la esquina. Comí apurada y ansiosa, esperando por otro mensaje de whatsapp. Salgo de la pizzería a paso apresurado, volteo la esquina y ahí estaba, ahí estaba mi amigo mirando hacia todas las direcciones como un chivo que va a ser atropellado por un camión y no sabe que hacer. Nos abrazamos, brincamos de la alegría, creo que el lloró un poco (tiene fama de llorón, cada vez que íbamos al cine lloraba en alguna de las escenas dramáticas, yo no podía aguantarme la risa, así que rompíamos el silencio de la sala de cine con un par de carcajadas), no podíamos creer la casualidad, porque a falta de wi-fi iba a ser difícil que nos encontráramos justo en esa esquina. Al terminar de saludarnos, escuchamos un grupo de hobos que estaban algo agitados, acto seguido, vemos una patrulla de NYPD con un hombre esposado en el asiento trasero, de repente un estruendo, el hombre esposado rompió el vidrio de la ventana. La patrulla se fue, pero los hobos quedaron alterados, uno de ellos decidió patear una papelera y mandar a la mierda a todo el mundo, los otros sentados en el suelo, lo observaban y lo alentaban. Vaya, mi amigo muy acostumbrado a Madrid, dijo: ¡Joder, esto es Nueva York! Le dije, pues sí, siempre te impresiona. Bienvenido. Unos meses después tuve una reacción alérgica en un restaurante japonés muy encerrado y en el cual, la mayoría de los comensales decidió ordenar mariscos que expelían sus vapores deliciosos para muchos, muy dañinos para mí. Esa noche nos cambiaron a otra mesa más alejada de aquella nube tóxica y salí un par de veces a respirar a la calle. La última vez que estuve en esa calle fue a través de las noticias, esta vez no fue la gentrificación la que me arrebató mis recuerdos, fue una fuga de gas, que además acabó con la vida de dos personas, una de estas personas quizás comía uno de esos platos de mariscos en el Sushi Park cuando el edificio colapsó, muchas otras quedaron desamparadas viendo todo el esfuerzo de una vida arder entre las llamas, otros pudieron rescatar a sus mascotas y documentos importantes del fuego. Yo nunca comí las Pommes Frittes, siempre decidí ir al one dollar slice place for a late night snack. New York tiene esta forma cruel de jugar con la memoria. Lo que una vez formó parte de una ocasión especial, se convierte en un condo o en ruinas. Poco a poco nos iremos quedando sin referentes al contar historias o enunciaremos la frase con: ¿Te acuerdas de aquel (inserte locación) que ya no existe? En New York pasa de todo y pasa rápido. Hay momentos en que hay que detenerse y contemplar, contemplar aquella pared sucia llena de stickers y tags sobre la cual chorrea jabón liquido rosado del baño del café desde donde escribo esta crónica, porque hoy está, quizás mañana sea el closet de alguna habitación de un overpriced apartment.

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