Lawton St: De una u otra forma las mentes vagabundas se encuentran, dijiste una vez. No sabía que después de varios años nuestras mentes seguirían deambulando y encontrándose en el peor de los inviernos. Esta vez no me llamaste Ladybug o Beans, ni te llamé Manbug o Dango. Yo trataba de esconderme en la multitud y hacerme la difícil de reconocer, tú con los lentes que no usabas cuando nos conocimos, así empezamos a degenerarnos, devolviste tu mirada y me reconociste. Te emocionó verme, quisiste tomarme de las manos por más de los segundos requeridos y causar incomodidad, pero me solté de tus manos con un hi5 y un choque de puños. No podía dejarme llevar por tus manos a ningún lugar. Por suerte, nos separaba una barra y era tu turno de trabajo. Me ofreciste todo lo que quise beber y poco a poco en medio de un cliente y otro nos pudimos poner al día de lo que pasa en nuestras vidas. Nos alegramos de saber que cada uno está encaminándose hacia el lugar al que quiere llegar. Sin embargo, sabemos que en el camino estamos perdiendo parte de nuestra sanidad. Quizás nunca hemos estado totalmente cuerdos. Cada vez que nos reunimos terminamos en una aventura sin sentido o rodeados de un aura mágica. Fue en el verano del 2010 cuando entendí por qué a las “mariquitas” (así les llamamos en Venezuela a los coquitos o los pequeños insectos de color rojo y puntos negros que andan en las plantas, a veces vienen de otros colores como amarillo o naranja), se les llamaba así o ladybugs. Los ladybugs aparecían cualquier día que pasara por Lawton St, un poco a lo Mauricio Babilonia y las mariposas amarillas, cada vez que brillaba el sol calentándome la cabeza despertándome de golpe con los sueños chamuscados había una mariquita en la ventana, en la cama o en la pared. No sabíamos como entraban, es verano y las ventanas están cerradas para no perder el aire del AC. La idea más lógica era que alguien las criaba en el vecindario, pero por favor, quién va a criar ladybugs en Bushwick o que eran originarias de algún community garden alrededor. Sin saber su origen y atribuyéndoselo a cualquier evento sobrenatural, vino la pregunta: Are all the ladybugs ladies? Por supuesto que no, debe haber manbugs, por aquello de la reproducción. Y luego, y por qué se llaman así, qué significa estar rodeado de ellos o que se posen sobre uno. Él dijo que significaban buena suerte or that your true love is around. Averigüé pór que llevaban ese nombre y descubrí que el Lady, se lo debían a Our Lady, a la Virgen María, y por eso le decimos Mariquitas en Venezuela. Resuelto este enigma tenía que saber cuál era su simbolismo, resulta que en varias culturas simbolizan buena suerte y en otras protección. También dicen que si agarras a una ladybug y la dejas libre, esta volará hacia your true love y le susurrará tu nombre en su oído. Pues, nuestras ladybugs y menbugs volaron a susurrarle nuestros nombres a parte del vecindario, lo de la suerte y la protección no fue de inmediato en mi caso, pero se manifestó, de otra manera no estaría aquí echándoles el cuento. La última vez que vi una ladybug fue en verano, se posó en mi cama y le tomé una fotografía. La última vez que ví un manbug, se durmió en el taxi, yo recordaba hasta el número del edificio, así que se lo dije al conductor. Él se bajó del taxi, los dos dijimos: It was really nice to see you. Cerró la puerta. Me quejé ante el taxista de su atrevimiento, indignada le dije mi dirección y un: OMFG! He kissed me in the lips, a little kiss but… Oh crap!