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Photo by: Will Hart ©

A veinticinco años de mi primer y definitivo encuentro con Alfredo Villanueva Collado

Andaba, de paso, por Nueva York, en el caluroso verano de 1996. Vamos y venimos por la vida, cargando, bajo el brazo, con nuestro mapa cósmico. Era agosto agorero. Museos, teatros, playa, bares, en fin, vacaciones. En una de mis andanzas por la ciudad, alguien, con quien compartía junto a un pequeño grupo, me dio el número telefónico de Alfredo Villanueva Collado. Llámalo, es muy afín a ti, me acotó Luis, en su empeño de que encontrara a una persona con iguales inquietudes. Conocía sobre él. Trabajaba para entonces en una universidad a la que llegaban revistas y periódicos literarios en los que se filtraba uno que otro poema o ensayo en los que figuraba el nombre de Alfredo Villanueva Collado. Nos comunicamos y, al fin, llegué a la 250 West, 15 St. 5C, la tarde del 5 de agosto, alrededor de las 7PM. Me abrió su puerta, cual puer, oliente a plátano…luego llegaría Silvio Torres-Saillant, a quien debía conocer para esa cena que, justo hoy, marca 25 años de mi primer y eterno encuentro junto a Alfredo. También, este cinco de agosto, nuestro Alfredo cumple once meses de su tránsito. Comparto dos breves poemas de POEMAS DE NEPAL; libro que escribimos, a manera de diálogo, para expresar lo que sentía el uno por el otro siempre,

Alfredo y Abersio

 5

Hablaron las monedas
las cartas
esta noche
de necromancia.

El punto
donde nada
se mueve,
centro
de todo lo que gira.

6

Hoy
mañana
nunca
verte podría.

Pero en las palabras
música
libros
noches
palpar tus latidos.


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