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Paola Maita
Photo by: Pops Pics ©

Duellum et dolor

Me desperté con un susto como el que tenía mucho tiempo sin sentir. Soñé que estaba en una guerra con unas criaturas que solo tenían dientes. Huía y lloraba al mismo tiempo.

No recuerdo mucho más del sueño. Solo sé que sentí tristeza, rabia y miedo. Cogí el teléfono y escribí “el duelo del duelo” en una nota. Me volví a quedar dormida al poco rato.

 


 

La palabra duelo puede hacer referencia a un combate o al dolor. También se parece a la palabra dolo, que indica la mala intención con la que se hace algo. Dependiendo de a qué estemos haciendo referencia, toma un significado u otro.

Esto podría considerarse parte de la cultura general del español. Sin embargo, en todos los años que llevo escuchando la palabra duelo, nunca me había sentado a pensar en las diferentes acepciones que tiene la palabra.

Desde mi lado intelectual, entiendo que, etimológicamente, provienen de palabras que tienen mucho parecido y por ello evolucionaron en términos similares. Aun así, hay algo que me sigue haciendo ruido. ¿Podría ser todo esto nada más que una vulgar homonimia? Después de todo, los idiomas están llenos de ellas.

Sigo investigando a ver, y después de leer un par de artículos, entiendo que sí. Duelo (combate) viene de duellum; y tanto duelo (proceso de una pérdida) como dolo vienen de dolus, sólo que estas dos últimas evolucionaron por caminos diferentes. Es una coincidencia del idioma, pero que me sigue pareciendo hermosa.

No dejo de pensar cuánto de lucha hay en el duelo. Vivimos perdiendo cosas y personas a cada momento, e intentamos luchar y defendernos de ello.

En su libro El año del pensamiento mágico, Joan Didion cuenta el cómo en menos de dos años perdió a su esposo y a su hija, y su vida después de ello. Una de sus anécdotas narra que no se atrevía a tirar los zapatos de su esposo ya muerto. Si regresaba, podría necesitarlos. No sé si hay alguien que pueda trazar una clara frontera entre la lucha y el dolor en esa sencilla anécdota, pero yo soy incapaz de ver por dónde comenzar a dibujar la línea allí ni en algún otro lugar de la vida.

 


Me toma días entender mi sueño. Va sobre el país, sobre Venezuela, ese lugar que ahora se me hace monstruoso pero que igual duele. Se come mis papeles de identificación, la posibilidad de soñar con una relación emocional sana con el lugar de donde vengo, o de poder llevar a amigos allí.

Lucho contra lo que duele el país. No le dejo zapatos en la puerta, pero voy dejando testimonio en las líneas que escribo, por si algún día…

 


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