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Guillermo Schmidhuber de la Mora

Monólogo de los iluminados

 

TRES PERSONAJES (UN ACTOR)

Ilán Stavans, judío, doctorado en Teología en la Universidad de Columbia, académico. Tiempo hoy.

Luis de Carvajal El Mozo, autobautizado como Joseph Lumbroso, judío, viajante. Tiempo: casi cinco siglos antes.

Nalí Snavats, judío, viajante. Tiempo: cinco siglos después.

 

PARTE PRIMERA

(Tiempo Hoy. Luz amplia. Un académico imparte una conferencia en un coloquio internacional. Porta un elegante saco, usa lentes y se refugia bajo una gorra de apariencia juvenil. Sonríe con facilidad.)

Ilán Stavans.Muy buenas noches. (O algún otro inicio de conferencia.) Hace cinco siglos vivió un hombre que marcó mi vida con hierro más que candente. En 2016 recibí un correo electrónico inesperado de Esther Schor, quien enseña inglés en Princeton, para decirme que un mecenas se interesaba en comprar un escrito de Carvajal que estaba en venta en el mercado internacional; el manuscrito había sido vendido recientemente en Londres bajo la descripción de ser una trascripción antigua. Extraña me parece la percepción que tengo de que Luis de Carvajal fue quien vino a mí saltando el tiempo y los espacios, me tocó el hombro y me dijo: ¡Shalom!, el saludo judío. Acaso no lo hizo él mismo, sino aquél quien mueve el Universo.

Bien sabía que el manuscrito de las Memorias de Luis de Carvajal había sido sustraído del Archivo de la Nación de México antes del 2 de agosto de 1932, fecha en que se descubrió el faltante. La sospecha de quien fuera el saqueador recayó en un profesor judío brasileño, el Dr. Jacob Nachbín, quien era académico de la Universidad de Nevada y había estado investigando documentos de la Inquisición. Ante la policía mexicana, Nachbín negó ser el autor del robo y hasta dio una entrevista a un periódico desmintiendo contundentemente la acusación. Fuera él o no responsable del faltante, dejó México vía Brasil y posteriormente viajó a Europa. El robo se olvidó y pasaron ocho décadas de silencio hasta que apareció en Londres el posible manuscrito.

Dejemos las Memorias por el momento y primero hablemos de la persecución española anti-judaica. En 1492 cuando la reina Isabel de Castilla prohibió la creencia en la Ley de Moisés, la comunidad judía emigró a Portugal, donde llegó a sumar un quinto de la población de ese reino. En 1580, el rey Felipe II fue rey de las dos coronas y la persecución se intensificó y muchos judíos se exilaron en el nuevo continente. La familia Carvajal era ju-día y, además, era oriunda de una zona conocida como la Raya de Portugal, donde se judaizaba con libertad.

Al sospechar que estos documentos habían aparecido, moví cielos y tierra para recuperarlos. El gobierno mexicano puso una demanda y logró la devolución mediante el pago de algunos gastos administrativos a la casa subastadora. Me sentí triunfante cuando el documento recobrado quedó guardado en el Museo de la Memoria y tolerancia de la capital mexicana Pero luego me entró una duda, ¿por cuántos años será? Y mi respuesta fue que hasta que no llegara un nuevo ladrón que lo robara y lo pusiera nuevamente en valor. Porque México no lo estudió mientras lo tuvo, aunque hay que reconocer que sí hizo una pesquisa internacional para recuperarlo. En primer lugar, porque el secretismo de las persecuciones se había acabado, y en segundo lugar, porque yo estuve en medio de este tinglado y soy el que más se ha interiorizado en este personaje que fue inmolado en aquella capital de la Nueva España porque creía en la Ley de Moisés, que es la ley en que yo creo. No pregunto si ustedes son religiosos, ¡no!, y la respuesta me importa menos, sólo exijo respeto, ¡Respeto mutuo! (Recapacita.) ¡Perdón! Hoy vine a impartir una conferencia sobre Luis de Carvajal El Mozo y estoy hablando demasiado de mí. Claro que yo no soy profeta aunque de niño soñé que mi hermano se rompía un brazo antes de que se lo rompiera. Y no soy mártir porque a mí nadie me ha impedido poder guiarme por la Torah; pero sí he visto la mirada pastosa cuando se enteran de que soy judío. ¿Quieren saber si estoy circuncidado? Eso que las damas lo comprueben (Ríe con timidez superada.), pero esperen cuando sepan que Luis de Carvajal se auto circuncidó.

Cuando niño desconocí la existencia de don Luis de Carvajal, pero todo me preparaba para toparme con él. Nací en una familia judía y siempre soñé con tener aquí (Señala.) la cabeza y el corazón de un Iluminado. Sigo la Ley de Moisés y acaso ya tengo algo de iluminación, aunque no la percibo porque no siento que soy lumbroso. Mis antepasados vinieron de Ucrania y Polonia y algunos fueron masacrados en el holocausto Nazi, la Shoah, palabra hebrea que significa ‘catástrofe’. El cautiverio de Babilonia fue la primera persecución anti-hebrea que registra la historia, pero no la última; luego vino la destrucción romana del templo de Jerusalén en el año 70 de la nueva era, y así siguió a lo largo de la historia.

Mi padre fue actor y él quería que yo también lo fuese, bueno, pero salí creyente y amante de los libros y de la investigación literaria: Licenciado en literatura en México y doctor en teología en Columbia University. Sin embargo, de mi padre aprendí a amar muchas vidas. El mayor logro de mi vida ha sido traducir El Quijote de Cervantes al Spanglish y me siento un poco profeta al predecir que esta mezcla lingüística constituirá en el futuro un nuevo idioma. ¡Qué le voy a hacer si siempre hice cuanto quise! En mis estudios literarios me topé con ese ser único, vilipendiado por muchos y comprendido por nadie: Luis de Carvajal, apodado El Mozo, para no confundirlo con su tío del mismo nombre, quien fue el afamado conquistador y el fundador del Nuevo Reino de León al norte de México hace cinco siglos. Para nosotros (Con un ademán incluye al público.) que pretendemos vivir casi un siglo, cinco siglos nos parecen demasiado, pero esa temporalidad es testigo no de cinco generaciones sino de diecisiete generaciones de treinta años, según el conteo de genealogistas y de estudiosos de la historia. Nosotros creemos vivir horizontalmente pero la vida fluye verticalmente, de la infancia sin tiempo partimos al arroyo de la juventud, luego caemos en la cascada de la madurez y al final llegamos a la catarata de la vejez y todo termina.

¡Vamos al tema! Luis de Carvajal El Mozo nació en la villa de Benavente en 1567. Cambió de residencia con su familia a Medina del Campo cuando tenía once años. En ese entonces era un niño cristiano, bautizado y confirmado, sólo para cumplir con las apariencias. Antes de que se embarcaran para las Indias, su familia le informó de las prácticas secretas judías. Zarparon en el barco Santa Catalina el 2 de junio de 1580 del puerto de SanLúcar de Barrameda, (Sonríe con mirada inteligente.), mismo puerto de donde salió el abuelo materno de sor Juana Inés de la Cruz, ¡en fin!, ya me volví a salir del tema… En la travesía la familia Carvajal hizo amistad con el licenciado Manuel de Morales, médico cripto judío cripto en griego quiere decir secreto, quien llegó a convertirse en maestro entre sus correligionarios. Desembarcaron mes y medio después en un apartado puerto del Pánuco (hoy Tampico), lejos de la gran ciudad para ‘huir del mundanal ruido’, para utilizar la expresión del afamado poeta español fray Luis de León, coincidentemente de origen judío. Ni amigos importantes ni palacios, en ‘un desolado destierro’, en palabras de ese adolescente, todo para pasar desapercibidos. Acompañó a su padre a la ciudad de México, entonces la ciudad más importante de América, y allí fatalmente su padre murió, no sin antes pedirle que guardara la ley de Moisés. Luis lavó el cadáver y lo amortajó cumpliendo con el rito judío.

Desintegrada la familia emigró a la gran ciudad y se instaló sigilosamente en la casa de Jorge de Almeida, el esposo de una de las hijas. Estando en Pachuca, Luis se enteró que su tío gobernador del Nuevo Reino de León y su hermana Isabel habían sido encarcelados. Pronto su madre Francisca de Carvajal y él mismo fueron apresados. Un año en la cárcel por fingir ser converso, ¡Un marrano!, como eran vituperados por el pueblo para aclamar burlescamente la carne que no comían. Ya entre cadenas leía en latín la biblia cristiana porque no contaba con la otra, con esfuerzo tradujo el Deuteronomio del hebrero al castellano. Fue entonces cuando su afamado tío murió en prisión. Por fin fue dictada la sentencia de la Inquisición: como cárcel se impuso el servicio del hospital de los Convalecientes llevando por cuatro años como vestimenta el infamante San Benito de los penitenciarios, como el pueblo calificaba a un ‘saco bendito’ que recibía la mofa del pueblo y en alguna ocasión hasta pedradas; pero Luis a escondidas seguía fortaleciendo su fe. Cuando se vio libre fue maestro de gramática en el Colegio de la Santa Cruz de Tlatelolco, que estaba situado frente a las casa en donde vivía de nuevo con su madre y sus hermanas, porque sus hermanos Miguel y Baltasar habían escapado a España rumbo a Italia; este último estaba escondido bajo el hábito de los dominicans, religiosos calificados de los perros del Dios cristiano. La cizaña cristiana siguió y el 1 de febrero de 1595 fue don Luis nuevamente apresado y sus bienes incautados.

De esa cárcel ya no se salvó. Le pusieron de compañero de celda a un clérigo llamado Luis Díaz, quien fingió haber sido convertido por la Ley de Moisés pero quien actuaba dolosamente de informante de la Inquisición. Luis le había confiado que permanecía oculto en el techumbre de su casa sus Memorias, y este escrito fue localizado y sirvió de testimonio irrebatible de que su alma obtusa (Continúa irónico.) no creía en Cristo sino en Abraham, el abuelo de los abuelos de Cristo. El manuscrito del Memorial tenía el nombre de José Lumbroso (Finge azoro.), pero su letra delataba a don Luis. Su madre y sus hermanas fueron también encarceladas. Con ellas llegó a sostener sigilosamente comunicación utilizando cáscaras de fruta y huevos de aguacate, claro que pagando a los carceleros su servicio. Los mensajes fueron descubiertos y algunas cartas también. En el segundo proceso se guardan copia de esas redacciones como pruebas infamantes que declaraban su fe judaica junto a un Testamento sin su nombre en donde declara su poca resistencia al tormento y para no delatar a sus amigos judíos hasta intentó su suicidio arrojándose al vacío desde un segundo piso, pero cayó ileso y ¡delató a sus amigos! El testamento presenta su fe y su oración al Dios de sus padres para que lo sostenga en el martirio y lo acoja en la vida eterna.

Luis de Carvajal fue ajusticiado el 9 de diciembre de 1596 en el mayor Auto de Fe inquisitorial de los tres siglos en que el Imperio Español reinó en América. Se les condenó a la hoguera, pero en un acto de caridad cristina primero se les mató a garrote vil, ¡rápido! y luego hirvieron en su grasa junto a las imágenes de tela y aserrín que representaban a los hermanos que vivían salvados en Italia.

¡Ah, no he tocado con profundidad sus Memorias ni del Testamento!… Mejor que don Luis en persona nos lo diga. Siempre soñé con una Conferencia en que pudiera presentar al ‘Héroe’ o en este caso, al ‘Mártir’, y hoy tendré el gusto de actuarlo. De aquí en adelante seré don Luis de Carvajal El Mozo, quien cambió su nombre por el de Joseph Lumbroso. (Ordena a los técnicos lumínicos.) Por favor bajen la luminosidad hasta recrear la penumbra de un calabozo.

 

PARTE SEGUNDA

(La luz pasa a penumbra mientras un puente musical se escucha. Ilán Stavans saca de escena la mesa y la silla en que estaba sentado; se quita su indumentaria y se pone un saco de San Benito en girones; ésta infamante indumentaria era una tela rectangular con un agujero para pasar la cabeza, una vez puesto le llega al condenado hasta poco más abajo de la cintura; por el frente y la espalda está pintado una cruz de San Andrés de gajos rojos. Se coloca también una despeinada peluca que tiene cocida la corosa cónica de los tontos.. Sus movimientos están limitados por el espacio carcelario en que se encuentra: se arrastra, se hinca lentamente, se levanta, cae hincado, gesticula, según conviene al texto que habla. Dirige su monólogo hacia su propia conciencia).

Soy Joseph Lumbroso, de la nación hebrea, un peregrino en la India Occidental. Su elevada Majestad tuvo a bien ofrecerme tres años y medio de cautividad decretada por ministros nefastos de la Inquisición para que pusiera a prueba mi fe. Anteriormente en tiempo de estas ansiedades y ocultando mi fe,en medio de la noche perforaba agujeros en los muros de mi casa para un posible escape si vinieran a arrestarme. Pero aquí se ve que en vano son los planes del hombre si el Señor Dios no los confirma, y si su Divina Majestad no protege la ciudad, en vano labora el hombre para protegerla.(1) No importa a donde fuera, la Divina Majestad de Dios me daba la gracia sin importar estas ansiedades. A los bárbaros gentiles que el Dios de Israel los ilumine y los guíe al reconocimiento de su Santidad para que sea adorado y servido por todas sus criaturas. El Señor Dios Nuestro Señor siempre me ha guiado al camino reservado para sus especiales servidores. En el mero día y la mera hora, el lunes 24 de octubre de 1594 por mandato de Dios el traje penitencial de San Benito me fue quitado.

Sufro una de las mayores y más peligrosas cautividades que miembros de nuestra nación hayan sufrido. Aquí y por su singular bondad de Nuestro Señor nuestro Dios, yo y mi familia estuvimos viviendo en un peligro no menor del que confrontó el profeta Daniel cuando fue echado a los leones. El todopoderoso muy milagrosamente cerró las crueles fauces de sus enemigos que lo rodeaban, hombres y bestias, porque si no haya intervenido el Señor Nuestro Dios, el profeta Daniel hubiera sido desgarrado por esas fauces habrientas.

Leyendo un día en el capítulo 17 del Génesis, en donde el Señor mandó circuncidarse a Abraham como símbolo del pacto acordado, especialmente aquellas palabras que dicen el ánima no circuncidada será borrada del libro de los vivientes, me dio tal golpe de temor que sin dilatarlo acudí a la ejecución de la divina inspiración movido por el Santísimo, y me levanté de un corredor de la casa donde estaba leyendo y dejando aún la sacra biblia abierta, tomé una tijeras de gastados filos y me fui sobre la barranca del río de Pánuco con el encendido deseo de ser escrito en el libro de la vida, pero temeroso rogué a Dios para que detuviera la mano como lo hizo con Abraham para que no sacrificara a su hijo Isaac, y  acercaba la tijera y la retiraba, pero la mano divina no apareció conmigo como lo hizo con Isaac, y sintiéndome obligado ensarté la tijera en mi prepucio y lo corté de tajo. Sentí el dolor y mis piernas se pintaron de sangre. ¿Por qué Dios no me detuvo el brazo como lo hizo con Abraham? ¡Claro! Porque sin Isaac la paternidad de Cristo no habría sido de la estirpe de Abraham, como Jehová lo había prometido, ¡No me he casado y sigo virgen, por eso Dios no oyó mi plegaria y no detuvo mi mano, ¡porque era innecesario!’. Aquí es de notar cómo desde el día en que recibió este santo sello sagrado sobre mi carne, me fue armadura fuerte contra la lujuria y ayuda a la castidad.

Yo insté a mi hermano mayor para que se circuncidara. Fuimos juntos a la casa de un barbero y le alquilamos una navaja, la cual tomó él mismo y descubriendo su miembro e hincando ambas rodillas en el suelo, dijo una alabanza y se cortó el prepucio con una herida grande de la que brotó la sangre purificadora. Para parar la hemorragia hubo curarle con sal y vino aunque al pobre herido le aumentaba el dolor. Pero al casarse Dios lo premió con un hijo porque el Pacto de Abraham había sido nuevamente cumplido.

Ninguna teología resuelve lo inescrutable de Dios, ni explica que sea insondable e innombrable. De los años que viví, la primera década fue cristiana por aquello del sigilo; la segunda década fue judía mientras aprendía a seguir la Ley de Moisés; y la tercera década fue mística por la plenitud de mi búsqueda. Vivir no me fue fácil, pero morir fue más difícil y todo fue obra de la Divina Majestad de Dios. Morir por el Señor Dios a mis 29 años es un privilegio.

(Mira al público.) Gracias por haber venido a presenciar mi inmolación. Imposible que aprobara un Dios una fiesta como esa, ¿cuál Auto de Fe? ¡Qué espectáculo puede ser presenciar cómo una familia es masacrada a garrote vil porque creemos en otra Fe! ¡La sola vista de mi inmolación es razón suficiente para no creer en Cristo!

Me duelo que mi madre y mis hermanas me acompañaran. Mis hermanos varones se salvarán escondidos en países que ambicionaron menos la riqueza de nosotros los judíos y no habían prohibido la Ley de Moisés. La ambición es ambición, sea cristiana o judía, pero a nosotros se nos acusa no porque tengamos tanta riqueza, sino porque se nos puede arrebatar con aquello del odio cristiano.

¡Infeliz de mí! De toda ayuda despojado!… ¿A dónde puedo ir? ¿Hacia dónde volaré? ¿Quién va a tener piedad de mí?… Desgraciado de mí despojado del auxilio de todos. ¡Misericordioso es Dios, pues sólo Él es mi refugio!(2)

La sabiduría de la Divina Majestad ha sembrado en mí la esperanza de que en mil años habrá hombres y mujeres verdaderamente tolerantes, sin importar a qué cara de Dios le oren. ¡Si esa humanidad va a existir, pues entonces no hemos vivido en vano! 

Sueño con el hombre libre, circuncidado, casado con una judía, que guarda el fervor de la Ley de Moisés, que tenga estudios de teología en una universidad en donde se enseñe también otras religiones, y que asista a una sinagoga tan hermosa como el Templo de Jerusalén. En una palabra, que los judíos sean un día respetados y admirados tanto que hasta pasen desapercibidos. ¡Ese judío del futuro estoy seguro que será feliz!

Aquí dejo testimonio y humillo mi corazón, adoro y glorifico al Nombre más sagrado de Dios y declaro que Él es bueno y muy grande y que su misericordia es eterna. ¡Pueda ella ayudarnos y a todo Israel! Amén.(3)

¡Vayamos al cadalso! Ya se oyen pasos para acercarme al suplicio. Cuando matan a un tirano, la dictadura se muere, pero cuando matan a un creyente el martirio lo eterniza.

(Se escuchan ruidos de rejas que estruendosamente son abiertas y cerradas. Luis de Carvajal sale por el extremo derecho del escenario en un intento de enfrentarse a sus verdugos. Un puente musical se escucha y se hace un oscuro.)

 

PARTE TERCERA

(Una enorme pantalla televisiva presenta una entrevista de Nalí Snavats, el Judío de los mil años. O como otra posibilidad, pudiera esta tercera parte ser representada en vivo. Viste con un leotardo del futuro y va descalzo. Su movilidad corporal es diferente de la de los personajes anteriores. Su palabra resuena con firmeza y su fraseo es corto. Nunca sonríe. Tiene una gran seguridad en sí mismo.)

Nalí Snavats.Hace diez siglos vivió un hombre que marcó mi vida con hierro más que candente. He leído en hebreo el documento de Luis de Carvajal escrito en el siglo XVI. Es uno de los pocos testimonios que se conservan de aquellas persecuciones de judíos. Tuvieron que pasar quinientos años para que otro judío, Ilán Stavans, colaborara para que el documento lograra el reconocimiento internacional. Hoy está en un Museo de la Alianza Panamericana de la Cultura, en el país que unió el centro con el inicio del continente americano del norte. Ese manuscrito ha sido publicado en setenta lenguas y es una de las crónicas más conmovedoras de aquellos que lucharon hasta perder la vida por la Ley de Moisés.

¡Ya no más! Hace mil años se hablaba de persecución; cinco siglos más tarde, se hablaba de tolerancia, pero ese concepto ya no debe usarse. Ni tampoco Avenencia, Benevolencia, Comprensión, Condescendencia o Respeto, ni siquiera Compasión es suficiente; debemos hablar de un nuevo concepto milagroso. Uno que no está aún en ningún diccionario. ¡Ya tenemos libertad, pero no basta! Necesitamos más: algo que yo calificaría, por no tener otra palabra de: ¡lamertad!, el arte de reconocer y convenir al Otro con la lengua, metafórica y verdaderamente, como los animales que lamen a su congéneres para identificarse y confiar. (Repite.) ¡Lamertad!

No he sido el primer judío ni seré el último. A mí me toca dar testimonio de que sigo la Ley de Moisés. Siglos tocó para que todos comprendiera que mi Dios es el mismo en que creen los cristianos y los mahometanos. También de aquellos que prefiguraron el monoteísmo, como Akenatón en Egipto.

De todas las iluminaciones de la mente humana, el mundo antiguo desarrolló en los primeros tiempos a la imaginación. Y más tarde,buscó la razón. El Medioevo nos instó a la profundidad intelectual. El renacimiento buscó con avidez el conocimiento. La modernidad nos dio la libertad hasta de ser ateos. Y la posmodernidad y lo que siguió nos otorgó el derecho a la felicidad. Y hoy hemos cumplido todos esos derechos… excepto uno, que acaso llegará dentro de otros cinco siglos.

La teología cristiana enseña a Cristo, pero me pregunto, ¿con qué derecho matan sólo por no reconocer a los abuelos de Cristo: a Adán, Abraham, Jacob? Yo no le encuentro el sentido. El mismo Cristo no fue cristiano sino judío. Hasta pretendió reformar la Ley de Moisés con aquello de “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. ¡Su Cristo intentó sumar, no restar! La que pudo ser la religión más duradera de la Historia quedó partida en dos muñones; el antiguo testamento y el nuevo. Los que oyen mis palabras, ¿en qué creen? ¿En uno solo? ¡Pero nunca en los dos!

Nosotros no condenamos a su Cristo. Eso fue responsabilidad de los romanos; fue Pilatos quien se lavó hipócritamente sus manos de verdugo. No fueron los judíos, ni Anás ni Caifás. Sin embargo, los primeros cristianos culparon a los judíos porque su plan era establecerse en Roma, entonces la capital del mundo. Y cuando el imperio romano desapareció, ese poder pasó a la iglesia cristiana. Esa plataforma histórica le hizo tanto mal. ¡Basta de Historia! Regresemos quinientos años a la conferencia de Ilán Stavans.

(La pantalla televisiva se oscurece y la escena ilumina a Ilán Stavans, que está a punto de cerrar su conferencia. Viste su traje de conferenciante, con sus lentes y su gorra. Sonríe.)

¿Se han preguntado por qué la humanidad ha llegado a hablar tantas lenguas? Como cuenta la Biblia, es resultado de la Torre de Babel, pero antes de eso, Dios y nosotros hablábamos sólo una lengua, ¡el Arameo que llegó a ser hablado por Cristo! ¡O acaso la protolengua que hablaron Eva y Adán…!

La conferencia ha terminado. ¡Adiós, Au revoir, Arrivederci, Auf Wiedersehen, Good Bye, Sayonara, y en hebreo Shalom / שָׁלוֹם! ¡Muchas gracias!

(Oscuro instantáneo en escena.)

FIN DEL MONÓLOGO.

Argentina, del 5 al 9 de agosto de 2019


(1) Paráfrasis del Salmo 127: “Si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican; si Jehová no guardare la ciudad, en vano vela la guardia.

(2) Este párrafo es un paráfrasis de la meditación Infeliz ego del Salmo 51 Miserere escrita por el fraile dominico Girolamo Savonarola el 8 de mayo de 1498 durante su cautiverio, después de que fuera torturado y días antes de que fuera enviado al patíbulo el 23 de mayo de 1498 en Florencia. También los cristianos mataron a los suyos.

(3) Este párrafo es igual al que cierra el Memorial de Luis de Carvajal El Mozo. Agradezco a Elena Arce el haberme prestado los dos tomos del libro La familia Carvajal, de Alfonso Toro (Ciudad de México: Editorial Patria, 1944). El final de ese libro está una transcripción al español de las Memorias, de Luis de Carvajal El Mozo. La única otra tradiccoçpm de las Memorias es al inglés por Martin A. Cohen: The Autobiography of Luis De Carvajal, the Younger (American Jewish Historical Quarterly, Vol. 55, No. 3 March, 1966: 277-318, The Johns Hopkins University Press).

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JORGE PRADO ZAVALA
JORGE PRADO ZAVALA
4 years ago

Querido Dr. Guillermo Schmidhuber: Nuevamente nos sorprendes con tu capacidad de visión y síntesis sobre un tema vasto y complejo, en este caso el tópico histórico de los conversos. Tu resolución desarrolla un unipersonal a tres voces para recorrer no solamente el trayecto de los judíos ilustrados, sino el de la humanidad, abarcando el pasado más remoto de la civilización, desde su primera escritura, pasando por un presente situado en la academia, hasta el futuro ignoto. Sus aventuras son dignas del rescate emocionante que les haces, y de ahí se agradece que no queden en otro archivo oculto por otros… Seguir leyendo »

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