Son espejos de la muerte la camisa blanca y la noche. El condenado no sabe que su mirada será una pintura. En todos los instantes el horror es su cuerpo. El rifle de óleo tiembla en el silencio. Inmóvil, el disparo como eco todavía suena y la sangre espera.
En el fondo de la tela, la luz es falsa, como la Iglesia.