Lo primero que quiero es bajar las expectativas y aclarar que esta columna no es la continuación de aquel famoso libro de George Orwell (1984). En esta oportunidad les hablaré de una película de la que escucharemos mucho ¿Quién soy yo para decir eso? Nadie, pero es que no lo digo yo sino los críticos, y también el público que presenció el estreno en el Festival de Venecia el pasado sábado 3 de septiembre y que ovacionó durante 9 minutos a esta obra maestra del cine argentino. ¿Cómo se llama la cinta? Cierto, debí escribirlo al principio, pero bueno me emocioné: Se titula 1985.
Primer acto: La Película
1985 será la primera película en contar “el Juicio de las Juntas”, un episodio de la historia argentina, que para muchos fue una proeza pues, se logró sentar en un tribunal a los principales responsables de las desapariciones forzadas y torturas, ocurridas durante la dictadura militar que se instaló en Argentina desde 1976 hasta 1983.
¿Por qué es una proeza? Porque el juicio se celebró apenas dos años después del fin de la dictadura, cuando todavía muchos de los represores tenían poder político, y el miedo aún caminaba por las calles.
En la cinta se narra cómo los fiscales Luis Moreno Ocampo y Julio Cesar Strassera, acompañados de un grupo de jóvenes inexpertos a quienes bautizaron como “los fiscalitos”, recaban pruebas y ubican testigos dispuesto a hablar, logrando sentar en el banquillo de los acusados a torturadores y represores.
Segundo acto: La ovación en Venecia
Tengo ya tiempo en Argentina, y acá nos gusta asociar los triunfos con las ciudades donde se vivieron. Por ejemplo, cuando se habla del mundial México 86 uno dice “Ojalá a esta selección le pase lo de México (86)”. Y estoy seguro que ahora, al menos en el cine, algunos comenzarán a decir “ojalá a tal película le pase lo de Venecia”. Y ustedes se preguntarán ¿Qué pasó en Venecia?
Como les conté al iniciar la columna, quienes asistieron al estreno de la película en Venecia, fueron testigos durante la proyección, de tres momentos donde el público ovacionó 1985. El primero ocurrió cuando Ricardo Darín, quien interpreta al fiscal Strassera, presenta el alegato y culmina con la frase “Señores jueces, nunca más”.
La segunda ronda de aplausos ocurrió cuando el tribunal condena a los acusados (ups, conté el final de la película… bueno está en los libros de historia esto). Y el tercero durante los créditos finales.
Tercer acto: El odio
Durante la rueda de prensa para presentar 1985 en Venecia, Ricardo Darín dio su opinión acerca del odio, un sentimiento que aparentemente había pasado en la Argentina, pero debido a la polarización política, está muy latente por estos días:
“Cada uno hace lo que puede con respecto a la rabia, a la ira, a la cólera…Por eso es que es importantísimo revisar cuál es la violencia propia. La interna. Qué es lo que nos pasa a nosotros adentro. Porque a veces, sin darnos cuenta, podemos contribuir a esa violencia generalizada”.
Además, agregó: “Yo creo que, si uno tiene sensibilidad humanista, el primer deber es tratar de ponerse en el lugar del otro. Incluso, cuando recibimos una agresión. Porque la bola de nieve que produce la agresión y la violencia, es muy fácil de generar y es muy difícil de detener. No nos olvidemos que el odio, probablemente sea el único sentimiento que no prescribe”.
Por su parte el Director Santiago Mitre habló de aquellos que sabían mucho, y de otros que no querían saber. Para el realizador la única manera de fundar un nuevo país es a partir del respeto a las instituciones y del compromiso con el humanismo:
“En 1985 había mucha gente que sabía mucho y otra que no quería saber del todo lo que había pasado. El juicio logró poner en primera plana el nivel de atrocidad de la dictadura y plantear que la única manera de fundar un nuevo país era a partir del respeto a las instituciones y del compromiso con el humanismo. Cuando empezamos a escribir el guion nos dimos cuenta de que no hay mucha gente que recuerde el juicio, algo que ocurrió apenas un año después del regreso de la democracia. Los represores todavía estaban libres y los testigos que participaron del juicio lo sabían. Este juicio fue algo milagroso, que todavía me emociona. Y esta es una película necesaria”.
Cuarto acto: Nunca más
Para muchos la frase Nunca Más tiene un significado muy poderoso en la sociedad argentina, pues es sinónimo de memoria y justicia. Así lo explicó el fiscal Strassera en su alegato final ante el tribunal:
“Los argentinos hemos tratado de obtener la paz, fundándola en el olvido y fracasamos… Hemos tratado de buscar la paz por vía de la violencia y del exterminio del adversario y fracasamos… A partir de este juicio y de la condena que propugno nos cabe la responsabilidad de fundar una paz basada no en el olvido, sino en la memoria, no en la violencia, sino en la justicia. Quiero utilizar una frase que no me pertenece, porque pertenece ya a todo el pueblo argentino. Señores jueces: ‘Nunca más’.”
La pregunta es ¿Qué tan consistente es ese Nunca Más? Y no solo hablo de Argentina, sino de Venezuela, Colombia, Chile, Estados Unidos, Rusia, Ucrania, y cualquier país cuya sociedad está dividida…
La política sigue apostando a la polarización, a que nos peleemos por pensar distinto. Así ellos, los políticos, pueden hacer negocios y jugar con los peones que somos nosotros: El Pueblo…
Cuando los políticos de todas las ideologías entiendan que son los empleados de la sociedad y que no pueden tomarnos de rehenes para que suframos por sus males decisiones y gestiones, entonces ahí si podremos decir Nunca Más.
Mientras tanto, la violencia está a la vuelta de la esquina, seamos inteligentes y no nos dejemos manipular.
Dejo un espacio en esta hoja para que se sienta libre de felicitarme, putearme o mandar saludos porque justamente eso es la democracia.
Los invito a ver el tráiler de 1985.
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