Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!

¿Y si el genio es tartamudo…

… y para completar, tu inglés no es perfecto y tampoco eres experto en tecnología? Pero se te daña la computadora como a cualquier otro que la haya comprado hace cinco años. Y, si te dura cinco años, lo que puedes, es hacer una fiesta, y agradecer que tiene reparación pues todos tus equipos están pensados para que necesariamente los renueves cada dos años. El genio de la tienda Apple que te toca, el día de tu cita previamente concertada por Internet, te dice que te cuesta tres veces más la reparación que lo que darían por tu computadora puesta en venta. Pero el que más sabe de computadoras en la familia te dijo que no compres una computadora nueva ahora porque van a salir las último modelo muy pronto y si la compras ahora vas a estar una generación atrás cuando apenas estás empezando a vivir. Tú insistes entonces en la reparación.

El genio Apple tartamudo revisa tu máquina, te escucha pacientemente y te da un diagnóstico que no entiendes. Él no puede saber si tú no le entiendes porque él es tartamudo o porque eres tú el inmigrante que no sabe hablar inglés, o tal vez eres demasiado viejo para estar actualizado con la tecnología. El genio trata de entender, tú tratas de entender, por qué la máquina, que es la que te permite entender todo lo que te rodea, no funciona. El genio suspira, tú te armas de paciencia, le pides que te repita más lentamente, el genio controla la desesperación que le produce el sólo pensar en que hablar lentamente empeora su tartamudez, tú le repites la pregunta sintiéndote culpable viéndolo turbado, él hace lo mejor que puede, mientes y dices que sí entendiste pero como no entiendes se acumula la confusión, él usa toda su gentileza para decirte entre sílabas entrecortadas en un inglés ininteligible, en el espacio abierto lleno de conversaciones de la tienda Apple, que tienes que cambiar la pila por una nueva. Simple, una cita que bien habría podido durar 15 minutos te tomó 3 horas de paciencia compartida entre dos.

Bueno, cambiar la pila no es tan grave, te atreves a celebrar. Pero tienes que dejar la máquina, ¡¿dejarla?! Un escalofrío te recorre el cuerpo, tienes que dejar tu laptop en la tienda. Sí, le hiciste el respaldo, seguiste las instrucciones pero te da de todo, o más bien, sientes que te quitan todo. Vuelves a revisar ansioso que todo esté en el dropbox, en el disco externo, él te da tu tiempo para que puedas estar seguro de que no perderás nada de lo que de tu vida está contenido en esa máquina, que es tu herramienta de trabajo, de entretenimiento, de socialización, incluso de afecto, porque ¿cómo vas a hablar con tu mamá y tus hijos si te quedas sin skype? Porque lo que no le has dicho aún, es que el teléfono también necesita reparación. Empiezas a hiperventilar.

Con todas las emociones en contra, además de las consabidas contundentes barreras comunicacionales, te resignas, no hay otra salida, tienes que dejar tu máquina. ¿Cuánto tiempo? Una semana. Y ahí sí es verdad que sientes que se te acabó el mundo. Tu voz adquiere un tono de ruego, te esmeras en agradarle al genio para que se lo tome personal, para que no vaya a pasarle nada malo a tu computadora que eres tú. Se te va la vida en eso.

Así de presos estamos. Que levante la mano el que no revisa su teléfono apenas abre los ojos. El que no revisa su correo varias veces al día, o Instagram y todas las fotos que toma las toma para subirlas y sentirse likeado, cuántas veces revisas twiter para enterarte de la realidad que ya no se puede ver de otra manera, Facebook por saber qué hacen los que no pueden saber que tú estás pendiente de lo que hacen…

El genio se conduele, con su generosidad que probablemente le viene de haber pasado las de Caín en el colegio siendo tartamudo, lo que probablemente lo obligó a quedarse en casa con la tecnología como única aliada porque nadie es gago en el chat, posts o msm, lo que explica que haya terminado de genio de Apple, y con su corazón blando de manzana, te cuenta que a él también le han pasado cosas con su computadora, que también tiene una bicicleta que lo lleva y lo trae, que él va a tratar de conseguir que te la reparen en 48 horas.

De acuerdo, tienes que dejar la máquina pero si son 48 horas, ahora sientes un alivio, una pausa en la debacle, una pausa en el abandono de ti mismo que significa estar sin laptop ni teléfono, que podrás llenar con un libro, conversaciones con algún vecino, tal vez, porque tampoco tienes ya televisión sino Netflix y Amazon… Cae la tarde y vuelves a tu casa sintiéndote desnudo.

A la mañana siguiente, sucede el milagro, recibes un mensaje de Apple, tu máquina está lista, el genio tartamudo logró cumplir su promesa, más rápido que cualquiera que sin equivocar una sílaba te hubiera explicado todo en el espacio de los 15 minutos de impaciencia estipulada y prevista para un caso como el tuyo.

Gracias al respeto que se merecieron dos almas imperfectas en un mundo perfecto, recuperas tu computadora que ahora si escribe A cuando pulsas A para decir Amor, y sí rueda el documento con tus mejores poemas, a la carpeta de los poemas en proceso, cuando desplazas tu dedo sobre la plataformita. La paz y la felicidad vuelven a tu hogar. Recuperas todo, lo que haces, lo que quieres hacer, lo que has hecho… tu vida, toda metida en el macbook, intacta y aun más eficiente, gracias a tu paciencia con el gago y a la paciencia del gago con el cliente tecnológicamente gago.

Hey you,
¿nos brindas un café?