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Virginia Rota

Virginia Rota: Saudade

Virginia Rota (1989) es una fotógrafa, escritora y cineasta procedente de Málaga que reside actualmente en la ciudad de Madrid y vive en torno a su pasión: la imagen. Con su primer documental Cadencia ha participado en la sección internacional del Festival Ícaro, en la muestra del Festival de Gijón y en el Festival Internacional de Cine de Calanda. Su sensibilidad estética es su manera más directa de comunicarse con el mundo y de expresar sus sentimientos más profundos. Sus herramientas de trabajo son la cámara, la intuición y la crudeza y misterio de sus propias emociones, plasmadas en los rostros y cuerpos de otras mujeres. Sus retratos son reflejos de estados del alma asociados con el dolor, la tristeza, la muerte y la soledad, pero exaltando la belleza de estas condiciones humanas. La fotografía es su vía de salvación y alivio.

¿Cómo y cuándo surgió tu determinación por dedicarte a la fotografía? ¿Siempre lo supiste o llegó de manera intuitiva?

Nunca lo supe. Quería ser escritora, así que me metí un año en Filología Inglesa, porque me gustaba el inglés y pensaba que aprendería realmente sobre leer y escribir. Luego cometí el absurdo de licenciarme en psicología. En ese tiempo, estuve como redactora en una revista de Málaga que se llama Modernícolas; fue una locura porque no había ninguna revista hasta entonces que hiciera lo que hacíamos nosotros, que era cubrir a nivel cultural absolutamente todo lo que ocurría en Málaga: teatros, conciertos, exposiciones. Podía ir tres o cuatro veces perfectamente al teatro en una semana. Veía casi cualquier cosa. Empecé como redactora y me compré la cámara sin pensar. Una noche tocaba Mama Kin en el Teatro Echegaray, el fotógrafo oficial se había caído y me pidieron que hiciera fotografías. No me salieron muy bien; pero algo del proceso me agradó y comencé a ir más como fotógrafa. Creo que ahora ya no lo vivo así; pero entonces había algo de intentar captar la belleza de lo que estaba viendo que me atraía. Luego empecé a hacer fotos a gente. Pero no había querido hacer fotografía antes.

¿De qué manera llegas a concebir una imagen? ¿La ves primero en tu cabeza o dejas que surja con el momento?

No, yo busco a gente que me llame la atención. Me atrae la delgadez; supongo que en parte porque carezco de ella. Me atraen los huesos, las formas oscuras que se crean entre ellos cuando retoco las imágenes. No suelo trabajar con modelos; me gusta la gente que puedes encontrar normalmente en la calle pero que tiene algo en el rostro, en los ojos… que le hace resaltar sobre el resto. Simplemente hablo con gente que me llama la atención y les pregunto si me dejan fotografiarles. Vienen a casa, les miro, les tomo retratos. Pero nunca pienso “Voy a hacer esto”.

También le das una gran importancia a los espacios. Muchos de ellos abandonados, deteriorados, otros abiertos y especialmente solitarios. ¿Cuándo sabes que un espacio funciona?

Ahora sólo hago fotos en el pasillo de mi casa (risas)… en este momento no busco ningún espacio porque estoy cómoda aquí. Antes tampoco pensaba en ello; simplemente caminaba junto a la persona a la que iba a hacerle fotos y esperaba a encontrar algún sitio. Es extraño porque como ciudadana soy bastante ajena al decorado. Quiero decir que de manera natural no observo las calles; pero cuando tengo que tomar fotografías mi cerebro está tan alerta que realmente encuentro sitios increíbles. En Madrid, por ejemplo, hay un tejado encima de un garaje impresionante, entre La Latina y Ópera. He vivido bastante tiempo ahí, he paseado por esa zona muchas veces, y no he sido capaz de verlo hasta el día en el que decidí tomar fotografías por el barrio.

Además de la foto, estás implicada en el campo audiovisual. El movimiento en pantalla. ¿Cómo llegaste a esta área?

Yo me vine a Madrid para dos meses porque me dieron un premio para estudiar fotografía en la escuela EFTI. El curso que elegí se pospuso, y estuve un tiempo breve en crisis sin saber muy bien qué hacer. Tenía pensado empezar a hacer algo de video, pero no quería estudiar, nunca había querido estudiar ninguna de las dos cosas. Fue una casualidad parar en TAI. Me surgió la oportunidad, el máster de Cine experimental y documental me llamó la atención, pensé que podrían enseñarme a reflexionar sobre el lugar en el que me coloco ante lo que voy a decir… o simplemente pensé que me sacarían de la pereza y me instarían a pensar. Pero fue claramente una casualidad, no lo busqué. En realidad no he buscado ninguna de las dos cosas.

¿Algún proyecto en especial te hizo darte cuenta que querías dedicarte al cine?

Sigo con muchísimas dudas, incluso con la fotografía. Cada vez que paro, cada vez que dejo de filmar, editar, fotografiar, pienso que debería hacer otra cosa, estar en otro lado. Si permito que pase bastante tiempo entre hacer un proyecto y otro, en el camino pienso que tengo que dedicarme a una profesión diferente que me separe de este sufrimiento absurdo que a veces tengo. Pero también es cierto que el video o la fotografía me permiten encontrarme con personas o con energías que hacen que olvide todo lo anterior y piense que es esto lo que quiero hacer.

Cuando retratas, ya sea en vídeo o en foto, ¿Buscas algo en especial? ¿Qué sensaciones y emociones son las que más te preocupas por expresar?

Debo hacerlo inconscientemente, porque no pienso “voy a hablar sobre esto en concreto” pero sin querer estoy buscando constantemente lo mismo. Creo que desde afuera se ve que casi todo mi trabajo es igual. No lo digo en un sentido negativo, digo que siempre hablo sobre lo mismo. Hay algo duro y algo muy frágil.

¿Tienes proyectos próximos en mente o en elaboración?

Estoy trabajando en mi primera exposición individual ‘Saudade’ dentro del MAF (Festival de cine de Málaga), de fotografía y vídeo. Estoy editando un documental sobre danza de Barcelona que se llama ‘El Canto de Los Caballos’, sobre un increíble proyecto de Lipi Hernández. Pero me apetece mucho hacer algo mío, propio…

Por último. ¿Cuáles son tus referencias? Artistas que admires y que sean influencias en tu trabajo y manera de ver el mundo.

Director: Me gusta Michael Haneke, porque me turba. Me perturba. No pretendo hacer cine de ficción; es el cine que más consumo pero me parece muy difícil y no creo que lo haga nunca. Pero tengo la sensación de que si lo hiciera, me gustaría hacer el tipo de cine que él hace. Durante la película, sólo estás concentrado en la historia… Luego pasan los días y tienes miedo. Eso sólo me pasa con Haneke.

Fotógrafo: Me gusta mucho el trabajo inicial de Sally Mann. Creo que estoy obsesionada con algo del trabajo de la argentina Veru Iché. Silvia Grav es una locura.

Película: Caché, de Haneke. No me ha hecho querer hacer cine, ni abrirme la compuerta a ningún sitio, pero es la única película, creo, de toda mi vida, con la que he tenido pesadillas. Es una de las películas que más me ha obsesionado durante tanto tiempo.


Saudade: (Del portugués saudade).

Soledad, nostalgia, añoranza.

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