Y cuando crees que estás de vacaciones, en una playa del mar Pacífico que es toda una novedad si naciste en el Caribe, no es estrambótico querer tomarte una piña colada y hasta dos, para luego reparar el vuelo libre con el clásico pescaíto frito de después, antes de empezar a hablar pendejadas piñas coladas… No quieres pensar en nada que te mortifique, y es normal, es probable que hasta los chistes malos te parezcan graciosos y para completar, el dueño del chiringuito te quiere agradar y te pone un joropo de ambiente musical por hacerte la gracia, después que tu nacionalidad quedó expuesta en la altisonancia de la mesa familiar de risa fácil…
Resulta que la mesonera también es venezolana, y simpatizas por cosas de tierra compartida aunque no quieras, y ella sonríe, todos celebran, ella es dulce y simpática y está haciendo lo mejor que puede por atendernos como unos reyes, al tiempo que atiende otras cuantas mesas bajo el calor de infierno que hace esa tarde… va y viene con paso rápido, faltan cubiertos, la más chiquita quiere otro jugo, hace falta más limón y otra cerveza, no son dos, yo también quiero, son tres… y un poquito de hielo ¿tendrás?…
Al momento de los patacones, que así se llaman en Panamá, Puerto Rico y el Zulia entre otros plátanos, la muchacha se acerca y tiene los ojos rojos… ¿será el calor?… tiene los ojos aguados, ¿cuál será su dolor? Tú que le preguntas si está bien y ella que te dice que sí, apura la bandeja y se aleja.
Una tristeza súbita empaña la mesa de los venezolanos que están disfrutando de un día de playa en Veracruz, a poca distancia de la Ciudad de Panamá. El calor está terrible, ¿hace más calor? la humedad no se aguanta… No hay quién se atreva a más, ¿qué decir? ¿pobrecita? ¿maldito sea el gobierno? ¿Mira como padecen los venezolanos cuando se van?
Trago grueso general, pero estamos de vacaciones, mira cómo canta la chiquita, y también sabe bailar, ¿cómo es que se ríen los pericos? ¿cómo es que baila tu mamá?… ¿Y ella sabe que su mamá está embarazada? ¡Que afortunada! Va a tener un hermanito… Hasta que la joven mesonera, en medio de su apurada faena se toma el tiempo y la licencia de cara muy lavada, renovada su simpatía a toda costa, y te dice que no es nada, que lo que pasa es que en Venezuela dejó a su niña de 4 añitos, que se parece tanto a la niñita que está en tu mesa, la chiquita que no quiso comer y juega con la comida revuelta en el plato, la que ha pedido tres jugos de naranja y ahora quiere un cuarto… y bueno, se parece a su muchachita, se acordó, también es normal, y ¿quieres algo más?, tú sonríes y niegas, ella sonríe y asiente y se aleja con la bandeja llena de trastos sucios y vacíos, como te queda el alma, se te cortó el apetito de un golpe se te acabaron las vacaciones, ya el joropo no divierte, sólo quieres la cuenta por intentar el reparo de una buena propina y olvidar.