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Venezuela intraducible

– Hace quince años fuimos a visitarlos a Caracas, un viaje inolvidable. Las caraotas, las arepas, El Ávila… cuando nos llevaron a la playa, pasamos por un bosque tropical: “Esta era una zona guerrillera, por allá por los sesenta…. Y allí se quedaron después que pasó la historia, y bueno… ahora asaltan bastante por aquí por Barlovento. No hay que detenerse”.

Sólo a los venezolanos en cuestión, que asistíamos a la cena de cumpleaños en Francia, quince años después, nos dio risa. A todas luces asistidos por la picardía de los que saben leer el entrelíneas nacional. A sabiendas que Barlovento se refiere al lado de las cosas expuestas al viento.

– “Justo en ese momento el carro se apagó. Marie entró en pánico. Logramos empujar el carro hasta un rancherío donde había un pequeño abasto y al lado, ¡una venta de repuestos!”.

Los venezolanos, nos volvimos a reír con ganas.

El problema del carro no era simple. Se trataba de una pieza rota, un tubo muy complicado, y el carro era viejo… Y ustedes no me lo van a creer, pero el tipo de los repuestos tenía justamente la pieza que hacía falta para echar a andar el carro.

Nadie dijo nada. Los venezolanos soltamos la carcajada, ya atacados de la risa.

Aquí están los venezolanos para que vean que no estoy inventando nada. Porque cada vez que cuento el cuento nadie me cree. Y nadie se ríe.

Escuchar su versión de los hechos, nos hizo reír hasta las lágrimas. Aún más, nos acercó a lo que somos desde la mirada del extranjero, con inusual simpatía. Lo que a los venezolanos nos da risa, al extranjero no le parece nada gracioso, por decir lo menos. Le parece inverosímil. Y eso da mucha risa.

El cuento contado en francés tenía además una gracia particular… todo el asunto parecía de película. Tenía algo de estrambótico, a pesar de que contaba con la exactitud de los hechos. Tal vez faltaba alguna conjunción, un adjetivo quizás, una expresión hecha, alguna conjugación facial, que facilitara la lectura de la anécdota dentro de la normalidad con que la viven los lugareños. Todo el asunto parecía una invención más bien surrealista.

Contar una realidad que sucede en español, en francés, tiene pasajes muy difíciles de superar por aquello bien sabido de que la lengua porta contenidos culturales que van más allá de las palabrasy sus definiciones de diccionario. Porque el territorio de lo que trasciende incluso el lenguaje no verbal, es un lugar por donde transitan no solo el inconsciente de la cultura colectiva sino el alma de un país.

Súmesele a la versión extranjera, la reacción de los escuchas, que apenas contaban con una idea general de lo que es el trópico, lo que hacía todo el asunto, doblemente extranjero.

Y para cerrar con broche de oro, el día que volvíamos a Francia, justo antes de salir al aeropuerto, me fui a despedir del mono. ¡Porque tenían un mono en la casa! Y el mono me sacó el pasaporte del bolsillo y salió corriendo hacia los techos. No fue tarea fácil hacer que el mono devolviera el pasaporte.

El mono ciertamente retenía con malicioso celo, la legítima entrada de vuelta al primer mundo de nuestro amigo francés, a salvo de los imprevistos tropicales tan poco plausibles. Imprevistos que para los nativos son parte de la cotidianidad pero que para alguien que escucha el cuento lejos, es tan difícil de creer como cuando a la magia se le ven las costuras de los trucos. Así como a la inversa es difícil de comprender al extranjero que visita Venezuela cuando su lógica no le ofrece las herramientas para la comprensión de lo que se vive en esas tierras.

Afortunadamente siempre queda la risa, el afecto, la grácil aceptación de la diferenciaque nos hace crecer en contacto con los distintos, en beneficio del enriquecimiento de justamente eso que es difícil de contar porque sucede en el alma. En el alma de las personas y de los pueblos.

“What counts in life is not the mere fact that we have made to the lives of others that will determine the significance of the life we lead”.Nelson Mandela.

Lo que cuenta en la vida no es solamente lo que hemos hecho en la vida de otros, sino lo que eso determina en el significado de la vida que llevamos”.

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