«Juro asumir formalmente las competencias como el Presidente encargado de Venezuela para lograr el cese de la usurpación y tener elecciones libres”, con esta frase y con millones de corazones latiendo repletos de felicidad, Venezuela volvió a nacer, de la mano de un nuevo líder de la oposición que le dio un giro definitivo a una dura contienda que siempre ha tenido claro su objetivo: el rescate de la libertad y la paz.
Comenzó el 2019 y con él una nueva esperanza para Venezuela. Aquél sueño de futuro y progreso parece materializarse con cada acción emprendida por el presidente interino Juan Guaidó, un joven que llegó de pronto como un rayo de luz con la misión de cambiar el rumbo de la nación.
Han sido días muy emotivos para los venezolanos en Venezuela y en el exterior. Saber que por fin se están logrando acciones concretas para conseguir un cambio de gobierno, tras 20 años de opresión, hace retumbar de alegría el corazón de un pueblo que ha sido asfixiado, humillado, maltratado y destruido hasta su mínima expresión, hasta dejarlo sin lo más básico, desnudo ante el miedo y la indolencia, abatido por la escasez abrumadora de alimentos y medicinas, ahogado por la hiperinflación, delincuencia, degradación social y un infinito etcétera que ha hecho trizas la vida de todos.
Pero, la nación despertó. El 23 de enero de 2019 se encendió de nuevo la llama de una lucha que arrastra testimonios de sufrimiento, hambre, muerte, miseria, injusticia y dolor. Bastó que Venezuela y el mundo escucharan el juramento de Guaidó para hacer realidad el inicio de un gobierno de transición.
Con voz serena y palabra firme, este hombre de 35 años, nos hizo comprender a todos que esta larga batalla no se había librado en vano.
«Juro asumir formalmente las competencias como el Presidente encargado de Venezuela para lograr el cese de la usurpación y tener elecciones libres”, con esta frase y con millones de corazones latiendo repletos de felicidad, Venezuela volvió a nacer, de la mano de un nuevo líder de la oposición que le dio un giro definitivo a una dura contienda que siempre ha tenido claro su objetivo: el rescate de la libertad y la paz.
Estoy segura que estas palabras permanecerán en la memoria de todos los que hemos soñado un cambio para nuestro país. Un mensaje de unión y coraje, que impulsó de nuevo las manifestaciones de calle que desde el 23 de enero hasta hoy se han hecho sentir dentro y fuera del país.
El apoyo de la comunidad internacional ha sido contundente. Sin esta unión estratégica de las naciones que apoyan la democracia, este nuevo capítulo en la historia reciente de Venezuela no sería posible. Cada acción, cada paso, han sido necesarios para llegar hasta aquí. Ahora lo vemos más claro y sentimos el cambio más cerca.
Ciertamente, nos arropan sentimientos entrelazados de angustia, incertidumbre y emoción. No sabemos cuándo ni cómo será el desenlace, pero lo que sí es cierto es que Venezuela entera reaccionó, expresando su indetenible deseo de ponerle fin a una dictadura que marchitó las ilusiones de millones de personas.
El país vive por fin una etapa de renacimiento y la determinación que ha demostrado la ciudadanía para rescatar su dignidad y la pluralidad de pensamiento, será ejemplo en el mundo de valentía y victoria.
Todos hemos sido parte de esta historia. Seamos también partícipes de la reconstrucción de una nueva nación.
Es tiempo de aprender de los errores, encarar el presente y volver a empezar.