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Una página en blanco

Cada nuevo año que comienza es una página en blanco. El destino no existe. Nada está escrito. Así que cada vez que comienza un nuevo año tenemos una nueva oportunidad de escribir nuestra propia historia. Puedes hacerlo bien, o puedes hacerlo mal. Puedes entregar cada día tu mejor esfuerzo, o actuar de manera indolente, como un mediocre más, como uno más del montón.

Es verdad que lo anterior es bastante racional. Pero no es obstáculo para cultivar ciertos ritos, por qué no, cierta sana superstición. Yo, por ejemplo, acostumbro descorchar una botella helada de sidra a eso de las 3 am, cuando ya todos en casa están dormidos, y arrancar cada nuevo año rezando el Santo Rosario. También me gusta siempre fumar un puro después de los cañonazos. El único puro del año.

Y es que una cosa no quita la otra. Tu éxito en el año que comienza no dependerá de caracoles, ni de barajas. Dependerá de cuán duro trabajes, de cuán inteligentemente trabajes, de cuánta estrategia refinada pongas en cada jugada. No pain, no gain. El que quiera azul celeste, que le cueste. Pero a la vida hay que sonreírle. Y esos pequeños ritos o supersticiones, son una manera de sonreír al año que comienza.

Zzzzzz

La gente suele escribir soporíferas cartas de intenciones de año nuevo, que no bajan de 20 ítems, de este tenor generalmente: ir al gimnasio tres veces por semana, dejar de fumar, hacer dieta estricta, viajar a París, perdonar a mi papá, casarme con una actriz de cine, vender el Escarabajo Volkswagen de 1969, comprar un BMW último modelo, y demás fantasías irrealizables.

A ver, head over feets. El tiempo es un commodity, y, por esa razón, los 365 días que tenemos por delante, cada 31 de diciembre, son oro en polvo. De modo que cabeza fría. No sé qué universidad de Estados Unidos determinó –me comenta un buen amigo- que la gente más feliz no es la que más dinero acumula, sino la que tiene un plan de vida confortable, hermoso, sano, coherente y robusto. 

Es decir, para plantar cara a un nuevo año, debemos preguntarnos: ¿Qué demonios quiero de mi vida y para mi vida? ¿Dónde quiero estar parado el próximo 31 de diciembre? ¿Estoy remando en el sentido correcto, o más bien voy contra la corriente? Me explico: es preciso entender bien qué diantres queremos hacer con nuestra vida, para fijar metas claras, y trabajar durante el año de manera audaz.

Un año, parece mentira, pasa volando. Hace unos pocos días, el primero de enero, cuando descorché la botella helada de sidra, a eso de las 3:00 am, pensé: “¡Wow! Es increíble. Parece que fue ayer, cuando descorchaba una botella de sidra, y ofrecía un Rosario por un 2014 genial”. Pasa volando. Por eso en lugar de hacer una extensa lista de tonterías, fija dos o tres metas preciosas, pero realizables. 

Un año puede consistir en dos o tres jugadas maestras, puede resumirse de esa manera. De hecho, todas las multinacionales segmentan por trimestres, y, en consecuencia, trazan una estrategia de planning para cada uno de ellos. Son apenas cuatro hitos. Y también puedes verlo en apenas dos: un par de semestres. Así que, por ejemplo: voy a leer Don Quijote, en el primer semestre; voy a viajar por Europa en el segundo.

Disfruta el camino

Dos metas importantes, llenas de vísceras y espíritu, son mejores que una tonta lista de 20 sueños mal empaquetados. Mi profesor de gerencia en la Escuela de Comunicación Social de la UCV, me enseñó esta receta, que comparto con ustedes: primero soñar en grande, luego visualizar, luego fijas metas claras, luego fijar objetivos más específicos, fijar deadlines, y, finalmente, trabajar con toda el alma. 

La vida es bella, es un regalo hermoso de Dios. Pero también la vida es lucha. Por eso debemos saber que nada nos va a caer del cielo, que debemos esforzarnos al máximo cada vez, pero –ojo con esto- estás arando en el mar si no disfrutas lo que haces, si no te diviertes. Incluso cuando hacemos abdominales para fijar la barriguita, sentimos dolor, pero luego ese dolor es placentero, rico. Así que, hay que disfrutar el camino. 

A la vida hay que meterle cabeza fría, como dije, pero cuidado con los vanos pragmatismos. Es esencial vibrar bien, sonreír, salir a bailar cada tanto, tener un romance, beber una buena botella de vino, leer a Bolaño, ver House of Cards, que sé yo, una dosis de sano hedonismo, sin el cual la vida es plana y aburrida. Para ser realmente productivos, tenemos que amar lo que hacemos, y pasarla bien. 

Pero, vamos, siempre tirando cable a tierra. Siempre con los pies en la tierra. Comienza un nuevo año, y tenemos una página en blanco por delante. Lo pasado, pisado. Los errores cometidos en 2014, sólo sirven para aprender de ellos. 

Y 2015 espera con los brazos abiertos, para que nos demos duro, para que le demostremos quiénes somos, que somos los mejores, que merecemos una vida cool, confortable, solvente en todo sentido. Soñar no cuesta nada. Lo que cuesta es comprar el BMW último modelo. Dicen que deseos no preñan. Esta vida es una competencia feroz, a muerte. Tan sencillo. 

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