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Lorena Arenas

Una naranja que eduka sin causa

‘Rebeldía’, esa palabra tan absurda para nuestros padres, está presente en tres películas: ‘La naranja mecánica’, ‘Rebelde sin causa’ y ‘Los edukadores’. En cada una, a su manera.

Primero, la más vacía. La mismísima rebeldía sin causa: ‘La naranja mecánica’ y el absurdo comportamiento del protagonista y sus secuaces, el cual carece completamente de razones (lo cual, paradójicamente, no lo hace un mal film).

Un grupo de jóvenes, de esos cuyas madres tanto recordamos, que van por la vida sembrando terror, creyéndose reyes de todo y sin alegar, ni defender nada; sin explicar por qué no son normales. Como si quisieran gritar que la juventud es excusa para no tener conciencia y la rebeldía, falta de cerebro.

¿Cuál es el mensaje de Kubrick, en esta película, sobre la rebeldía? No lo sabemos, pero aún así, se conserva modestamente esta naranja europea (ya un poco madura y de la que, por cierto, solo queda el título) entre los clásicos mundiales del cine.

En segundo lugar, hay un poco más de fundamento (aunque, no quiero decir calidad).

He ubicado en él a un trío singular: Jim, Judy y ´Platón´ (porque así osaba hacerse llamar), protagonistas de ´Rebelde sin causa´, quienes, al igual que sucede en estos tiempos, supieron encontrar, en medio de una vida de lujo, un vacío donde suelen ser más profundos: en casa. Jim, por un hogar matriarcado y sobre protector; Judy, por su cruel y distante padre y Platón, por una madre ausente.

Los tres reflejan, tal vez inconscientemente, ese dolor en su improvisada rebeldía; que no es más que una ´máscara de hierro´, bajo la cual reposan sus rostros tristes y asustados.

En términos brutales, Alex y sus secuaces (´La naranja mecánica´) no tienen competencia; aunque, en algo se acerca Platón, acusado de asesinar animales en las primeras escenas de la película.

´Rebelde sin causa´ muestra esa rebeldía psicológica que está casi aprisionada y se vuelve más un intento personal de escape. Se refleja en una actitud arrogante, amistades no bien vistas y sin mucho, un poco de nicotina y alcohol. Aunque, en esos tiempos (1955), esas eran palabras mayores.

Aún en estos tiempos, se ven esta clase de rebeldes porque el ser humano es experto en abrir huecos para cerrar otros y aún siendo esos años de antaño, parece que Ray ya tenía clara la paradoja aún existente entre estrato y felicidad.

Llegó el momento de hablar del tercer film y el más fundamentado: ´Los edukadores´ de Hans Weingartner.

Esta vez y en un principio, se trata de un dúo (Jan y Peter), que quiere educar ¿a quién? A la burguesía ¿Cómo? Asustándola ¿y por qué? Porque tiene más de lo que necesita; es lo que alegan.

Este dúo de mentalidad socialista se encarga de penetrar, ilegal y sigilosamente, en casas de estrato alto y desordenarlas; literalmente, firmando como ´Los edukadores´. ¿Para qué? Para hacer sentir vulnerado al burgués ¿Y esto qué causa? Miedo.

Los edukadores tienen un mensaje claro y lo ilustra aún mejor Jule, quien se auto incluye entre ellos, con un conmovedor testimonio: esta humilde mesera se mata a diario para pagar un daño hecho al Mercedes Benz de un burgués que ni lo nota.

Inconforme por excelencia, esta película es un grito del director contra el sistema, el capitalismo y la absurda forma en que se reparte la riqueza en el mundo. “¿Por qué no compartir? ¿Por qué querer siempre más?”, le pregunta Peter a Hardenberg (el burgués de Jule) apenas tiene oportunidad y este no encuentra respuesta, como seguramente le pasaría a cualquiera de sus colegas.

La contraparte: muchos ricos alguna vez no lo fueron y cuando esto pasa, varias veces es sinónimo de trabajo y esfuerzo. A veces, el pobre peca por envidioso, solo ve ciegamente y juzga; ignorando grandes historias que el lujo puede esconder y el susodicho lo resume en la suya:

Un día, decides cambiar tu coche viejo. Quieres uno nuevo con aire acondicionado. Te casas, formas una familia, pides una hipoteca, compras una casa. Tus hijos necesitan una buena educación. Eso cuesta dinero, seguridad. Te creas infinitas deudas, así que te hace falta una profesión con la que poder pagarlas y haces lo que los demás. Luego, un día ante tu asombro, en las elecciones, votas por los conservadores”.

Tres producciones irreverentes que exponen la rebeldía, cada una con un ingrediente propio; pues, esta al parecer tiene tantos tonos, como gamas de un color y sencillamente; cuando se está inconforme con el mundo, es difícil ocultarlo.

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