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Una historia de valor, creatividad y supervivencia

En 1939, el incesante bombardeo nazi de Varsovia destruyó el zoológico de la ciudad. Lo que los nazis no sabían, sin embargo, era que lo que habían destruido no era un zoológico común, sino la extraordinaria creación de una inusual pareja polaca cristiana: Jan y Antonina Zabinski. Gracias a ellos y a los esfuerzos de su hijo Ryszard, más de 300 mujeres, hombres y niños judíos fueron salvados de una muerte segura.

Ellos fueron capaces de hacerlo porque, en diferentes momentos, el zoológico y la casa de Zabinski escondieron decenas de mujeres judías, niños y hombres protegiéndolos de la persecución nazi. Los ubicaron en los armarios de sus casas, en las habitaciones e incluso en las viejas jaulas de los animales en el zoológico. Todo esto mientras trataban de mantener la apariencia de una vida normal en tiempos muy anormales, tiempos de crueldad y persecución despiadada.

Jan fue zoólogo y técnico de zoológico, y también científico, organizador y director del renombrado Zoológico de Varsovia antes y durante la Segunda Guerra Mundial. Se convirtió en director del Zoológico antes de que estallara la guerra y durante la ocupación de Polonia ocupó el prestigioso puesto de superintendente de los parques públicos de la ciudad.

Durante la persecución a los judíos, Antonina Zabinski y su joven hijo Ryszard cuidaron de las necesidades de los muchos judíos escondidos en su hogar. Aunque Jan Zabinski inicialmente pagó con sus propios fondos para alimentar y esconder a sus nuevos huéspedes, más tarde fue ayudado por Zegota (Consejo de ayuda a los judíos.) Después de los bombardeos nazis del zoológico, Jan se unió a la resistencia polaca, mientras  enseñaba biología en una universidad subterránea clandestina. Jan también llevaba comida al Ghetto de Varsovia y usaba el zoológico para esconder armas para la resistencia. Además, como un verdadero héroe de guerra, Jan estaba construyendo bombas, saboteando trenes y envenenando carne enviada a los alemanes.

Para ocultar estas actividades, Antonina trató de presentar una cara optimista mientras celebraba recepciones en su casa y trataba de mostrar al mundo exterior su presencia aparentemente tranquila a pesar de que ellos tres estaban bajo la amenaza constante de ser descubiertos y en ese caso,  de ser torturados y condenados a muerte.

Tanto Jan como Antonina eran muy diferentes entre sí. Aunque Jan era un valiente tomador de riesgos que tenía muchos amigos judíos, Antonina a menudo era su conexión con el resto del mundo. A su vez, los animales que guardaban en el zoológico, la hacía consciente de las necesidades y el sufrimiento de otros seres.

Huérfana desde que tenía nueve años, Antonina era una mujer culta que hablaba varios idiomas y amaba los animales. Después de casarse con Jan en 1931, crió animales en su propia casa, entre ellos un lince y cachorros de león. Cuando su esposo Jan trajo a su casa a los judíos desde el gueto donde vivían, Antonina también los adoptó y los hizo sentir como si fueran familiares suyos.

Los Zabinskys pasaron por momentos agotadores cuando todo esto estaba sucediendo. Para complicar aun más las cosas, Lutz Heck, un zoólogo alemán que llevó la mayor parte de sus animales de su zoológico al zoológico de Berlín, decidió un día congraciarse a sus amigos nazis y a los oficiales superiores de las SS. Heck los invitó a una fiesta de caza privada, pero esta vez en el zoo de Varsovia.

Cuando Heck y los oficiales nazis llegaron al zoológico con pistolas, Antonina tomó a su  hijo quien estaba totalmente  aterrorizado y corrió hacia el interior de la casa. Desde el cuarto de su hijo podían ver a través de las cortinas la despiadada carnicería de animales que se estaba llevando a cabo afuera. Esa «pura masacre gratuita» la hizo preguntarse cuántos seres humanos perderían más tarde sus vidas de la misma manera cruel.

En 1944 Jan participó en el Levantamiento de Varsovia para liberar a la ciudad de las fuerzas alemanas. Fue herido y se convirtió en prisionero de guerra. Dos años más tarde, regresó a Varsovia del campo de prisioneros de guerra donde había quedado tras haber sido arrestado por los alemanes.

Después de la guerra, los Zabinkis comenzaron el difícil proceso de reconstruir su zoológico. Antonina escribió varios libros infantiles, todos ellos con la participación de  animales en la historia. Antes de que Jan muriera en 1971, habló con inocultable admiración sobre su esposa y le relató a un periodista cómo una «tímida ama de casa» había encontrado la fuerza para enfrentar la brutalidad y el odio.

¿Puede sorprender a alguien que una película fue hecha de la vida de los Zabinski y que fueron reconocidos por el Estado de Israel como los Justos Polacos entre las Naciones por su heroico rescate de judíos durante el Holocausto en la Polonia ocupada?

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