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Una Historia de Amor: MACRON DE TROGNEUX

Entre las mejores producciones de la cultura francesa reciente, después de Amelie -a pesar de todo lo que desdicen los intelectuales de la película que volvió a poner a Francia en el territorio afectivo mundial-, está la historia de amor del hasta hace poco ministro de economía, industria e informática.

Me refiero a la pareja que han construido Emmanuel Macron y Brigitte Trogneux. Un amor que nació en un aula de clases, entre la maestra y el alumno, con la diferencia de edad que eso supone, a partir de la coincidencia intelectual, la afinidad de sensibilidades, la curiosidad compartida. Un amor al revés de la mayoría de los amores entre personas de distintas generaciones: pues generalmente se trata de hombres maduros, no tan agraciados, con estabilidad profesional y económica, emparentados con mujeres bastante más jóvenes, muy frecuentemente ligadas al éxito que les otorga el mérito de su genética belleza; pero en este caso la que es madura y poco agraciada es la mujer, y el exitoso fundador del movimiento “en Marche!”, con aciertos que lo llevan a perfilarse como el próximo candidato a la presidencia de Francia, es él -«Emmanuel Macron, el banquero que sería rey»/éditions de l’Archipel-. Un hombre joven que tiene la política francesa removida, de la derecha del partido socialista, que piensa que lo que hacen falta son más jóvenes franceses que quieran hacerse millonarios, con lo que crece su número de detractores acostumbrados a vivir amaestrados en el patriarcado de estado, al tiempo que escala en popularidad.

Sin embargo, no es el pensamiento económico ni político de Macron, el tema de este artículo; tampoco sus aciertos o desaciertos en su gestión como ministro o secretario adjunto a la presidencia de Hollande. El tema es su mujer: ¿por qué Brigitte Trogneux se ha vuelto el blanco preferido, tema central de la prensa amarillista y no tan amarilla, francesa? Los rumores y sospechas en torno a su vida privada, a la mucha influencia que ejerce sobre su marido… animan los pasillos… ¿será por vieja… casada con un joven…? ¿Será por eso tanto escándalo?

A pesar de que Brigitte es de las que piensan que es mejor vivir ocultos para vivir feliz, Paris Match logró lo que ningún medio había logrado: que le concediera una entrevista exclusiva, con fotos personales de la familia Macron. Días más tarde, Brigitte admite haber cometido un error a favor de la manipulación mediática. Pero si su intención era poner fin a los rumores faranduleros, ¿por qué se arrepintió entonces… si la entrevista lo que cuenta es una épica historia de amor llena de romanticismo… dónde está el fallo?
Sin duda, Emmanuel Macron y Brigitte Auzières luego Trogneux, más tarde Macron, forman un dúo muy particular dentro de lo que han sido las parejas del universo político francés y mundial. Digamos que muy por encima del interés que pudo atraer Sarkozsy al dejar a su mujer para casarse con una adinerada modelo italiana, cantante amateur, dispuesta a mostrarlo todo con tal de vender sus discos, esta historia tiene definitivamente más espesor. Porque para empezar, este romance ha sido sin tregua.

Macron se enamoró aun adolescente de su profesora de francés, 19 años mayor que él. A muchos les pasa. Lo distinto es que él siguió enamorado. Cuando él cumplió 20, ella ya era madre de tres hijos. Ahora ella con 57, es abuela de 7 nietos, y aunque sigue teniendo los mismos 19 años más que él, ahora su marido, de 38, van a todas partes siempre tomados de la mano, cuidándose el uno al otro, y la gente quiere entender. Quieren entender por qué el joven, ahora promesa política avasallante, cambió su corte de pelo y guardarropa… por qué dejó la docencia para tener más tiempo para estar con ella… por qué ella y no una jovencita…

El se enamoró inmediatamente, el primer día de clase. A ella le llamó la atención también de inmediato, la inteligencia y el talento del muchacho, su desempeño sobre la escena en el teatro del liceo… subyugada por sus poemas de genio, los leía frente al resto de los alumnos… unidos por el amor a la literatura y el teatro… como los amores para toda la vida, de esos de película.

Si los colaboradores de Macron, hoy se refieren a él como un hombre encantador, seductor, dueño de una elocuencia rara… el «Mozart del Elíseo» lo llaman, por excelente pianista, banquero, inversionista, socialista, experto en economía, hombre de letras, gran bailarín de tango, boxeador y futbolista… ¿En qué se equivocó Brigitte? Es menester decir que Brigitte también tiene lo suyo: educadora de trayectoria sobresaliente, capaz de hacer que cada estudiante dé lo mejor de sí, mujer de extraordinaria cultura y sensibilidad, de inteligencia intuitiva muy asertiva… ¡Pero hay 19 años entre los dos!

Los padres de Macron estaban en contra de semejante relación y a los 16 lo enviaron a estudiar lejos. Pero eso no hizo mella en el amor determinado de Emmanuel por Brigitte: “hagan lo que hagan, me casaré contigo”. No importó que en el mientras tanto, ella se casó y formó una familia. Al re-encontrarse, «el amor se llevó todo por delante».

Todo menos los hijos, pues los de ella ahora también son los de él. Sus hijos y nietos, invitados de honor que texturan de familia los eventos oficiales de Macron. Y con la misma inocencia, Macron se deja retratar por Paris Match, dándole tetero a la última de sus “nietas por matrimonio”. Los familiares comentan que «esta es una verdadera historia de amor». Historia que sin embargo, desborda el campo político y sus enquistadas comprensiones.

Ella nunca lo imaginó gobierno, no podía sospechar que iba a tener que pasar por ser la primera dama de un ministro del pomposo régimen francés, pero cada vez que la política obliga, él la lleva orondo de la mano con orgullosa sonrisa. Tampoco él lo imaginó, primero quiso ser actor. Ahí se los dejo, a los que piensan que los actores son unos sin oficio, como los músicos o los poetas…

Ella dejó de enseñar para centrarse en su marido y poder ofrecerle «momentos de descanso» que mantienen su «alegría de vivir«. Ella sabe que la política es un mundo «implacable», por eso “hace cualquier cosa por proteger a su marido”.

La primicia de la entrevista que cuenta toda la historia en el Paris Match, batió récords de venta de la revista, mostrando la verdad de una cultura que se precia de la mayor intelectualidad, cuando en realidad se muere por un chisme. Hasta ahí, la necesidad del gran público de enterarse de los amores de los personajes públicos, me parece normal, casi lógica y hasta sana. Aunque el voraz apetito de la masa por referentes con qué catalizar las deficiencias y desaciertos de sus vidas, puede a veces ser erosivo de la responsabilidad e iniciativa que cada uno tiene con la vida y el entorno que le son propios, también en mucho sirve para mantenernos en salud viviendo juntos.

Quiero decir que mi asunto no es criticar el faranduleo per se que entretiene a los aburridos y vende revistas, sino comentar el juicio desmedido, la murmuración envidiosa, la apreciación falaz que ocurre después de la entrevista, y que explica el consecuente arrepentimiento de ella tras haber abierto las puertas de su casa.

Que semejante entrevista sacuda a Francia hasta el punto de producir los más erosivos rumores, dimes y diretes, cuando simplemente lo que revela es la cronología de un amor que pareciera estar blindado contra viento y marea, un amor pleno de manos enlazadas, abrazos cargados de ternura, sonrisas y respeto, muestra que se trata de una felicidad a la que la cultura francesa ha dejado de estar acostumbrada. Se me ocurre pensar que el rechazo a este amor se produce desde la envidia de los tristes, desde la soledad de los malucos.

Pero, un país que tiene todo para ser feliz… ¿de dónde le viene tanta tristeza? Il y a dans le processus démocratique et dans son fonctionnement un absent. Dans la politique française, cet absent est la figure du roi, dont je pense fondamentalement que le peuple français n’a pas voulu la mort. La Terreur a creusé un vide émotionnel, imaginaire, collectif : le roi n’est plus là ! (Macron. Le Point/ 2015/“Macron plus royaliste que socialiste”)

(Hay una ausencia en el proceso democrático y en su funcionamiento. En la política francesa, esa ausencia es la figura del rey, al que los franceses no querían muerto. El terror excavó un vacío emocional, imaginario, colectivo: ¡el rey ya no está!)

Después de tanta liberté, égalité y fraternité… En Francia, la libertad los asusta.

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