Tengo la impresión de que el mundo entero está hecho bolas. Entre más aparecen acontecimientos políticos, sociales y económicos, inéditos o no, más nos hacemos bolas, incluyendo a los especialistas, politólogos, economistas, analistas y periodistas. Lo sucedido en Bolivia ha hecho emerger conflictos, tensiones y desencuentros añejos en Sudamérica y México, lo cual no hace más que complicar y confundir la realidad de estos países, en su mayoría pobres, inseguros, con problemas de narcotráfico y violencia y con un sistema democrático cada vez más incierto. Allí están los ejemplos más recientes de Chile, Brasil, Venezuela, Ecuador, etcétera, etcétera.
Confieso que entre más leo e intento entender si hubo o no hubo golpe de Estado en Bolivia, si estuvo muy bien o pésimo recibir a Evo; si nuestro huésped sigue o no siendo presidente de Bolivia; si fue un exceso el haber enviado a buscar a Evo en un avión militar a pesar de que cometió un fraude en las últimas elecciones; si darle asilo perjudica nuestras relaciones con Estados Unidos; si detrás de todo esto están Putin y Trump; si la Cuarta Transformación es totalmente metiche respecto a la situación tan caótica que vive Bolivia ya que, como decía don Benito Juárez, «el respeto al derecho ajeno es la paz» (especialmente en la capital de Bolivia); si el asilo político de Evo es una tradición diplomática, tal como se hizo con Garibaldi, José Martí, Trotsky, el poeta León Felipe o el sha de Irán, etcétera, etcétera, más confuso resulta todo.
No hay duda que los problemas más evidentes que padecen muchos países latinoamericanos, incluyendo a México, que polarizan y dividen aún más, provocando enfrentamientos sumamente violentos, son la desigualdad y el racismo. «El que no salta es una chola ‘masista'», gritan en las protestas de la oposición en alusión a las mujeres que pertenecen al partido de Evo, MAS. A los que apoyan al oficialismo los llaman «indio de mierda». «Yuri Tórrez, doctor en Estudios Culturales Latinoamericanos por la Universidad Andina Simón Bolívar de Ecuador, explica que el racismo en Bolivia es estructural. Viene desde la colonia, ha configurado una sociedad no solo socialmente desigual, sino, sobre todo, racialmente discriminadora. ‘En este contexto, los privilegios de acceder a espacios favorecidos, entre los cuales estaban lógicamente los espacios de poder, era solamente para los sectores criollos-mestizos de la sociedad boliviana con una exclusión evidente de los sectores indígenas del país’, agrega Tórrez» (El País).
El 24 de octubre, Evo Morales escribió un tuit que decía que su único delito era «ser un presidente indio». Semejante a AMLO, en más de un discurso, le reprocha a la derecha de su país regresar a un modelo «neoliberal». Evo nació en Orinoca en 1959 y de pastor de llamas, pasó a ser entrenador de futbol y líder sindicalista. No tuvo educación universitaria pero «me formé en la universidad de la vida», dice. En una ocasión contó que tenía un sueño recurrente; se veía volando por encima de las tierras en las que nació: «Evito… te va a ir bien en el futuro», le comentó su padre. Evo ha sido el primer mandatario indígena de su país. Como ningún presidente de Bolivia, logró mejorar la situación económica, consolidó una clase media y puso al alcance de todos los bolivianos, especialmente los pobres, tecnologías como la de los teléfonos celulares. En 2009, Evo ganó con más del 60% de los votos. «Enemigo jurado de Estados Unidos, al igual que el bloque socialista, la economía se convirtió en la principal de sus victorias, y su legado. Antes de su llegada al poder, 63% de los bolivianos vivía por debajo de la línea de la pobreza (2002). En la actualidad es 35%, acorde con las cifras del Banco Mundial. Él mismo destacó al anunciar su renuncia que el PIB del país aumentó en 15 años más de 4% y Bolivia se convirtió bajo su mandato en la nación sudamericana de mayor crecimiento» (El Universal). También construyó carreteras y aumentó el presupuesto para la salud más de 170%.
Como todos los líderes carismáticos que suponen que ellos son los únicos capaces de dirigir el destino de su país por el sendero del progreso y la igualdad, Evo Morales no resistió la tentación de eternizarse en el poder, de allí que se valiera de algunas maniobras aparentemente turbias para lograrlo. Evo Morales se equivocó, en lugar de salir por la puerta grande de la historia, salió por el zaguán del exilio. Lo malo es que llegó al traspatio de Estados Unidos…
La huida de Evo Morales y su asilo en México ¿serán un síntoma de algo?…