Las ciudades son actualmente los principales focos de concentración migratoria en el mundo motivada por la globalización, el desarrollo económico, la desigualdad y el cambio climático. Son asimismo, los motores de la economía global, así como importantes centros de innovación y conocimiento. Sin embargo, la creciente y acelerada migración nacional e internacional de las zonas rurales a las ciudades, enfrenta diversos retos y paradigmas para la comunidad internacional, especialmente aquellos relacionados a la sostenibilidad, la seguridad alimentaria, la erradicación de la pobreza y el aseguramiento de la paz y seguridad.
Según el Informe Perspectivas de la Urbanización Mundial de la ONU, Si se compara con el año 1990, donde en el mundo existían 10 megalópolis que albergaban a 153 millones de personas (el 7% de la población urbana del planeta), hoy las megaciudades se han triplicado. El 12% de la población urbana, con 453 millones de habitantes, vive en más de 28 megalópolis en crecimiento. Actualmente, el 54% de la población mundial vive en ciudades, que para el año 2050, se estima que el porcentaje rebase el 75%.
La urbe más poblada es Tokio, Japón con 37 millones 833 mil habitantes, seguida por Nueva Delhi en India con 24 millones 953 mil habitantes, así como Shanghai con 22 millones 991 mil pobladores. Se prevé de acuerdo a mismos datos de la ONU, que en los próximos 16 años, habrá más de 41 megaciudades, las cuales se ubicarán principalmente en Asia y África, quienes liderarán el 90% del crecimiento de la población global durante las próximas décadas.
A pesar de que se han producido descensos en las tasas de crecimiento poblacional, éstas siguen aumentando por hasta 80 millones anualmente. La mayoría de las ciudades que han registrado descensos, se encuentran en algunos países de Aisa y Europa, quienes se han visto a la vez afectados por crisis económicas y graves desastres ambientales que han contribuido a pérdidas poblacionales. La ONU estima que el contraste con la población urbana, los habitantes de zonas rurales alcanzarán su nivel máximo en el año 2020, a raíz de un crecimiento que se ha podido visualizar desde 1950. Actualmente, los habitantes de zonas rurales son 3.400 millones, sin embargo, se proyecta un grave descenso de éstos a 3.100 millones en el año 2050. Generalmente, la población urbana tiene mayor acceso a servicios de salud y educación si se le compara con las zonas rurales, haciendo que éstas sean otras de las muchas razones por las que las personas toman la decisión de migrar.
A pesar de las grandes contribuciones de las ciudades al crecimiento económico y el desarrollo, el panorama puede ser sumamente desalentador de no implementarse políticas públicas locales, nacionales e internacionales sostenibles. La población mundial actual que rebasa los 7.000 millones de habitantes, consume alrededor de un 40% de la producción fotosintética de los ecosistemas terrestres para actividades tan importantes como la alimentación o la construcción de viviendas. Esto quiere decir, que los seres humanos están próximos a consumir al igual que el conjunto de otras especies, lo que representa una grave amenaza para la biodiversidad.
Asimismo, se debe tener en consideración que la biocapacidad utilizada por cada habitante relacionada al terreno productivo disponible para satisfacer necesidades básicas de todos, se estima actualmente en 1.7 hectáreas, mientras que la huella ambiental por individuo es de 2.8 hectáreas. Las ciudades emiten actualmente el 70% de los gases de efecto invernadero, lo que las hace directas responsables del cambio climático, de acuerdo a datos del Ministerio Federal de Cooperación Económica y Desarrollo de Alemania.
Mientras el mundo continúa con su modelo de urbanización y extracción ilimitada y poco regulada de los recursos naturales, los retos para el desarrollo sostenible seguirán aumentando de la misma forma acelerada, afectando de manera particular a los países en vías de desarrollo. Se deben impulsar políticas públicas capaces de asegurar los beneficios del crecimiento urbano, que sean conscientes y responsables con el medio ambiente y que se comprometan con la sostenibilidad.
Atentos de que las ciudades disponen de una gran capacidad para contribuir de manera decisiva a implementar compromisos internacionales en torno al desarrollo, deben emprenderse estrategias correspondientes que promuevan la eficacia y que las conviertan en socios y actores importantes de políticas públicas que mitiguen los efectos del cambio climático, así como la erradicación de la pobreza urbana y las zonas marginadas. Deben existir medidas dirigidas hacia la prevención de la violencia y delincuencia urbana, así como el impulso de la participación multisectorial entre autoridades públicas, sociedad civil, sector privado y grupos o líderes que fomenten la responsabilidad ambiental, política, económica y social de las ciudades.