Es bien sabido que son pocas las mujeres que se interesan o se atreven por el mundo de la tecnología y sobre todo por el tema de la programación. Existen desde tabús relacionados a que la computación no es una carrera “bonita” hasta que las mujeres no están hechas para la tecnología.
Esto ha traído como consecuencia un enorme desbalance en términos de participación de las mujeres en las ciencias de la computación. Para el 2013, en Estados Unidos solo el 26% de las personas dedicadas a la computación eran mujeres. Si llevamos la lupa a Latinoamérica, específicamente a Perú se tiene que las mujeres no representan más del 7% de todos los programadores web.
Por otro lado tenemos una realidad aún más devastadora. Existe un número importante de mujeres, tanto en Latinoamérica como a nivel mundial, sin acceso a educación superior y que se encuentran en situación vulnerable. Un alto porcentaje de estas chicas terminan siendo madres prematuras, comerciantes informales, trabajadoras sub-pagadas, víctimas de violencia familiar e incluso muchas llegan a estar en el negocio de las drogas o robos.
Antes de llegar a Lima, por referencia de un colega, me llegó información sobre un proyecto piloto que solucionaba estos dos problemas precisamente. El nombre del proyecto: Laboratoria.
La directora, Mariana, una joven peruana enamorada de lo que hace y que dispara ideas a mil por horas. Luego de terminar su maestría en Administración Publica y Desarrollo en New York decide regresarse a su tierra natal como parte de este impresionante regreso de cerebros a Perú gracias a las enormes oportunidades y al crecimiento económico que vive el país.
Estando ya en Lima, decide montar una empresa de desarrollo (Ayu) junto con su esposo Herman, un ingeniero/músico ecuatoriano y Rodulfo, un “chamo” venezolano con vasta experiencia en grandes empresas trasnacionales pero con gran motivación para emprender y generar gran impacto.
Los tres impulsados por querer generar cambios trascendentales deciden crearle un brazo social a la empresa de desarrollo y deciden fundar Laboratoria. La idea era crear una metodología para enseñarles a ser programadoras web a mujeres provenientes de zonas urbano-marginales, que tuvieran entre 17-25 años y que a parte no estuvieran estudiando.
Además del tema tecnológico, se les enseñan inglés, habilidades blandas como liderazgo, trabajo en equipo, emprendimiento y tienen sesiones semanales con psicólogos. El punto final de esta metodología lo pone la ubicación de las jóvenes en lugares de trabajo. Para ello Laboratoria desarrolló una base de empresas interesadas en programadores que certificaron el programa de Laboratoria y estaban dispuestas a contratar a estas chicas. Para el primer piloto (el cual terminó en septiembre del 2014) capacitaron a 16 chicas de las cuales 4 ya están trabajando.
Con el primer piloto se dieron cuenta de varias cosas: la primera es que el impacto que pueden lograr puede ser gigante y trascendental, segundo amerita un enorme trabajo llevar adelante un proyecto como Laboratoria y tercero, ser emprendedor es bien difícil. Entre risas se lamentan no haber sido programadores y taxistas de Über en Estados Unidos y ganar más de 6000$ al mes.
Sin embargo, saben que el impacto que están logrando en este momento vale la pena. Con solo saber que le pueden cambiar la vida a miles de mujeres justifica el sacrificio.
Durante el 2015 Laboratoria formará a 100 jóvenes talentosas como desarrolladoras web, y espera que el 60% de ellas consigan empleo en una empresa de tecnología a los seis meses de graduarse, accediendo a un sueldo decente y pasando a formar parte de la economía formal.
La posibilidad de que estas jóvenes de comunidades con tanta pobreza y violencia, aprendan estas habilidades y tengan acceso a este valioso mercado laboral, sin duda significa en un cambio total en SU mundo y en un largo plazo, será un cambio en EL mundo.
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Para conocer mas de Laboratoria:
https://www.youtube.com/watch?v=rjJ-9r49Cn0