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Sadio Garavini di Turno

Ucrania y el retorno de la Historia

Robert Gates, Secretario de la Defensa de los EEUU del 2006 al 2011, nombrado por Bush hijo y ratificado por Obama, y Director de la CIA con Bush padre, en un reciente artículo en el Washington Post, afirmó que la “invasión de Putin en Ucrania había acabado, para los norteamericanos, sus 30 años de vacaciones de la Historia”. En realidad, con la caída del muro de Berlín y la desintegración de la Unión Soviética y su imperio, se iniciaron las “vacaciones de la Historia” para todos. Parecía que la democracia y la economía de mercado habían demostrado su superioridad y era sólo cuestión de tiempo para que todos los países del mundo se encaminaran por el camino de la razón y el progreso. Francis Fukuyama anunciaba “el fin de la Historia” y las relaciones internacionales se reducirían, básicamente, a resolver los problemas económicos y comerciales. Pero en la Historia hay ciclos, como nos anticipó, hace casi un par de siglos, Gian Battista Vico, con sus “corsi e ricorsi della Storia”. En efecto, la guerra de Putin, conjuntamente con el agresivo revisionismo geopolítico de China, han acabado con la era post-Guerra Fría y puesto en crisis el orden global, surgido a partir de la Segunda Guerra Mundial. Rusia, una potencia nuclear y uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, trata de cambiar las fronteras en Europa, a través de la fuerza militar, violando burdamente la Carta de las Naciones Unidas y creando las condiciones para una crisis económica y social a nivel global. Ya tenemos dos de los Caballeros del Apocalipsis: Plaga y Guerra, pero ya está en el horizonte el tercero: la Hambruna, particularmente, pero no sólo, en África. Hay que entender que el orden internacional es un sistema anárquico, donde no hay un poder central que haga cumplir el derecho internacional. La ONU, si no existiera habría que inventarla, porque ha sido y es muy útil para coordinar y ayudar a resolver muchos de los retos que enfrenta la humanidad en su conjunto, como en el área de la salud, las migraciones, la economía y el comercio, etc. En materia de seguridad, también ha sido útil para mantener la paz y evitar o resolver conflictos, en África, Medio Oriente, Asia y Centro América. Sin embargo, cuando una o más de las Grandes Potencias, presentes en el Consejo de Seguridad, están involucradas directamente en un conflicto, la ONU no está en capacidad de actuar, salvo a través de una básicamente simbólica resolución de la Asamblea General. No se le puede pedir a la ONU, lo que no puede dar.

En la Historia, siempre han sido las Grandes Potencias los actores que han ordenado el sistema internacional. Durante buena parte de los 30 años post Guerra Fría, los Estados Unidos era la única “hiperpotencia”, con preeminencia en todas las dimensiones del poder: militar, económico, tecnológico, ideológico y cultural, pero el breve momento “unipolar” y la “Pax Americana” se acabaron. Con el retorno de la Historia, regresan con fuerza la Geopolítica y las esferas de influencia. La irresponsable y trágica invasión de Putin ya está creando las bases de un nuevo sistema internacional. Regresa la alianza ruso-china del año 1949, ahora invertida. El Dragón supera enormemente al Oso. Curiosamente, esa alianza, apenas creada, en 1950, fomentó la invasión de Corea del Norte a Corea del Sur. Pero el agresivo revisionismo geopolítico ruso-chino ha creado las condiciones para el refortalecimiento de la alianza occidental y en particular de la OTAN, con el acercamiento de Suecia y Finlandia. La pacifista Alemania de la posguerra está encabezando el rearme de Occidente, incluyendo a Japón. Inicia una nueva y diferente “Guerra Fría”, pero de eso hablaremos en otra oportunidad.

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