Alan Turing es bien conocido como uno de los pioneros de la computación, por sus conceptos sobre algoritmos, por el modelo de la Turing Machine (computadora) y es considerado el padre de la inteligencia artificial.
Para algunos puede que el nombre de Alan Turing este más ligado al film “The Imitation Game” donde el matemático, encriptólogo y biólogo británico es interpretado por el actor Benedict Cumberbatch. La trama, basada en la vida real, nos cuenta como, durante la II Guerra Mundial, Turing comandó a un grupo de científicos cuya misión era descifrar el código utilizado en las comunicaciones de los Nazis y las difíciles decisiones que tuvieron que tomar.
Para otros, el nombre de Turing puede que represente el logo de la “Apple”. Aunque esta leyenda es tan solo una leyenda, a mí me encanta repetirla. Turing muere en 1954 (a los 41 años) envenenado por cianuro. Hay varias versiones, pero la que parece más lógica es la que se refiere a suicidio. El cianuro fue ingerido a través de una manzana a medio comer encontrada junto al cadáver. De allí la leyenda de que el logo tuvo la intención de homenajear a Turing. Aunque no es cierto, hubiese sido un homenaje muy merecido. Me encanta pensar que cada vez que tomamos el iPhone, iPad, iPod… cada vez que vemos la famosa manzanita, estamos rindiéndole un homenaje al brillante matemático y científico.
Sin embargo, muy poco es conocido Turing como biólogo. En su tratado “Las bases químicas de la morfogénesis”, publicado antes de que se entendiera el rol o la estructura de ADN, Turing explica a través de biología matemática como células biológicas idénticas se alteran a través de un proceso llamado reacción – difusión intercelular. Esta diferenciación explica como algunas células se convierten en pulmones y otras en hígado, o en plumas, o en brazos… Así es como en una cebra, algunas células se convertirán en pelos blancos y otras en negros.
Del Griego Morphe y Genesis, el “principio de la forma” o “MORFOGENESIS” es un término de reciente uso en el arte. El principio establece que a la materia no se le impone la forma, sino que más bien, la materia define la forma.
El filósofo francés Gilles Deleuze, rechaza la visión de la materia como un receptáculo inerte que recibe la forma del exterior (artista en este caso) y defiende la posición en la cual la materia posee sus propias características morfogenicas y por lo tanto, adquirirá su propia forma ante el estímulo. Una forma endógena.
Manuel De Landa, filósofo y escritor Mejicano, explica como la única diferencia entre la morfogénesis (nacimiento de la forma) que se produce en la naturaleza y la que se produce en una obra de arte, es que en la segunda, el artista es PARTE del proceso. El proceso se convierte en un trabajo conjunto entre la materia y el artista.
Esto requiere un conocimiento íntimo por parte del artista de la materia, en sus características tanto físicas como químicas. O, de los procesos y capacidades si se trata de “New Media”.
Así pues, procesos más convencionales o procesos tecnológicos, sea biología, computación o arte, Turing sigue siendo vigente. Morfogénesis ha sido clave en mi trabajo desde hace 20 años y fue muy interesante la Bienal de Venezia en ese sentido: Concepto y Morfogénesis fueron en mi opinión los elementos que la definieron.
Imágenes:
1. The Key on the Hand. Chiharu Shiota
2. To Be All Ways To Be. Herman De Vries
3. Out On The Stret. Jazmina Metwaly/Philip Rizk
4. Rapture. Camille Norment