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Romina Serra

Túnel negro, túnel blanco

Túnel negro. Túnel blanco. Se encienden luces de vez en cuando, se oyen ruidos escandalosos, frenazos; se siente la velocidad, los vientos de libertad.
Tiempo de reflexiones, confusiones, construcción de metas. Monotonía.

Por Dios, ¡qué calor! ¡Qué frío! ¡Qué terror!

El túnel es confuso y parece infinito. La juventud no es eterna; en los ojos de la vejez brotan tristezas, se reflejan los años, se apaga el encanto de esa ilusión de alcanzar, de tener. Y el amor ya no mueve, mantiene en pie para esperar el fin. Sólo para algunos, porque otros acompañan a la soledad que en sí misma es vacía, no habla. Y entre tanta gente, tanta miseria, tanta locura.

Tantos años que se suman. Tantos días que se restan. Episodios inciertos que luchan con la inclemencia de la naturaleza. ¿Será castigo o aprendizaje? Nadie supo, nadie sabe. Niños que crecen, se transmuta la energía. Positiva/Negativa. Eclipse de Luna, el sol está furioso, ¡quema! El agua se seca.

Túnel negro. Túnel blanco. Tantos años que se suman. Tantos días que se restan. Cuántos inventos que avanzan con la Humanidad. ¿Cuántos más vendrán?

El mundo habla, la gente calla. Unos nacen, mientras otros mueren. Unos se sienten estancados, otros avanzan sin obstáculos y sin pensar mucho en sus carencias. Buscan y encuentran.

Adultez vs. Madurez. Se despierta la conciencia sobre el paso de los años. Y se añora la infancia y se teme a la vejez. Salir del túnel de la mente a veces cuesta.

Es mejor montarse en el tren; viajar y pararse sólo a respirar, sin túneles que entorpezcan el camino, que oscurezcan la visión, que nos dejen sin salida en medio de un tremendo tráfico.

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