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Tratemos de no procastinar

El término procrastinar consiste en posponer las tareas importantes, a pesar de que, muchas de ella, no sean tan difíciles. Todo está puesto en la mesa, el tiempo, la ocasión y aun así las posponen. A veces es posible que sean tantas las tareas postergadas que ya no se sabe ni por dónde iniciar. Con tareas no solo me refiero a las tareas escolares y a los proyectos que realizan los universitarios, sino también a todas esas pequeñas labores que tenemos que realizar en casa y en el trabajo. 

Por poner algunos ejemplos. Unos papás se quejaban de su hija estudiante de medicina. La única tarea que tiene en casa es la de mantener limpia su recámara. Los padres respetaron su espacio, pero se dieron cuenta de que llevaba dos meses sin lavar la toalla y las sábanas de su cama. La madre, que es muy obsesiva con la limpieza, estaba tentada a poner orden, pero, su esposo le recordó que era un pacto que habían hecho con ella. 

Uno de los mayores retos de la productividad es la costumbre de procrastinar, mantener el mal hábito que significa postergar las actividades que deben atenderse. Eso se aprende en casa y en el contexto de la cultura que vivimos. A pesar de que las escuelas se enfocan en enseñar el hábito de entregar las tareas en tiempo y forma muchas veces no logran sus objetivos. 

Otro ejemplo. José labora en una empresa transnacional de esas de Silicon Valley, como ingeniero encargado. Le encomendaron un proyecto, tardó días postergando, le daba vueltas, hasta que llegó la fecha de la entrega. Entonces pasó cinco días pegado a la computadora, dormitando frente al aparato, comiendo un lonche y casi sin beber. El día en el cual entregó el proyecto, el estrés se salió de control, como una explosión, rompió objetos, gritaba. El jefe se asustó y llamó a un psiquiatra. En la evaluación declaró que ya no podría laborar en la empresa ya que padecía de crisis psicótica. La esposa pidió que yo lo atendiera. Sugerí que le facilitaran una semana de vacaciones, le dieron dos. En ese lapso se recuperó. 

El acto de procrastinar se lleva a cabo en varias áreas: en la pareja, la familia, el trabajo, y a nivel macro, en los gobiernos. Un ejemplo. El metro de la Cd. De México, si hubieran tenido más cuidado desde su construcción y le hubieran dado mantenimiento, seguramente no estaría sufriendo la tragedia actual. Es un gran problema dejar de atender el mantenimiento. 

En familia muchos son los que prefieren procrastinar siempre. De hecho, todos lo saben y aun así los refuerzan. No asisten al médico sino hasta que los estudios dicen que necesita diálisis, o cuando el cáncer ya está en etapa terminal. Incluso procrastinan asuntos para los cuales deben ponerse de acuerdo, como es el caso de las herencias de los padres. Se dividen, recurren a alianzas, la madre queda triangulada por los hijos, hasta que llegan al límite brutal, en el cual sale la violencia entre hermanos y el juicio se vuelve un problema legal largo y costoso. 

En el caso de las parejas en proceso de divorcio, el ego lastimado, no permite dar el brazo a torcer. Se reúnen en terapia, con el abogado y no logran ponerse de acuerdo. Amenazan con quedarse con los hijos y los bienes; el dinero se les va en juicios y todo por una lucha de poder. Hay que enfocarse hacia el diálogo, la toma de consciencia y el deseo de superar y dejar de procrastinar. 

Juan de 50 años, acusaba a su hijo de procrastinar las tareas y proyectos en la universidad, y no se daba cuenta que le mencionaba todos los días. “Eres igualito a mí, por eso no pude asistir a la universidad y con trabajos terminé la prepa. Tu vas por el mismo camino”.

¿Cómo va a avanzar un hijo si el padre se proyecta en él y constantemente le está reforzando aquello que quisiera que desapareciera? Somos animales de costumbres de manera que muchas tareas las realizamos en automático. Muchos funcionan bajo presión, otros se estresan y no dan una. 

Lo importante es tomar consciencia de lo que queremos cambiar, tomar un descanso, practicar ejercicios de respiración. Incluso en el hábito de beber, fumar, bajar de peso. Se necesita un grado de autocontrol y un buen nivel de autoestima. Si no lo logramos solos hay que buscar ayuda y proponerse un cambio de 21 días, hasta que se logren vencer la resistencia.

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