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Tragedia en Torreón invita a tomar consciencia

La tragedia en el colegio Cervantes de Torreón,  durante la cual murieron un menor y una maestra, nos tiene conmocionados. A pesar de la violencia que sufrimos desde hace unos años en México, no estamos acostumbrados a ver masacres en las escuelas como sucede en Estados Unidos.

Los primeros días especulamos sobre las causas que llevaron al niño José Ángel de once años a que tomara dos pistolas, disparara nueve veces, matara a la maestra María, hiriera a cinco de sus compañeros, a un maestro y al final se suicidara. El primer chivo expiatorio fueron los video juegos. Previamente el niño mostró a sus compañeros el celular, se vistió con una camiseta particular y hasta se despidió. Otro factor que se tomó en cuenta fue la orfandad del niño, la madre había fallecido y el niño vivía con los abuelos. Quedaba la duda de dónde obtuvo las armas.

Pasaron unos días antes de que nos enteráramos de que su familia era el foco de infección. Las investigaciones abrieron una cloaca: el núcleo familiar del menor está involucrado en homicidios, narcotráfico y lavado de dinero. La madre fue asesinada por degollamiento, el padre estuvo preso en Estados Unidos por narcotráfico y los abuelos se dedican al lavado de dinero.

Le di vueltas a varias hipótesis, entre ellas la compulsión a imitar. Parecía que el virus de las masacres en las escuelas de Estados Unidos, por la cercanía con el país del norte, ya se estaba extendiendo a nuestro país. Sine embargo, este caso es una muestra de que el primer modelo desde el cual el niño aprende conductas y valores es la familia, sigue, inmediatamente después, la escuela. Es importante ver la influencia que ejerció su familia. A pesar de que el niño acudía a un entorno escolar favorable y con valores, no fue suficiente para cambiar su destino.

Es un hecho, hoy en día el internet y las redes sociales tienen una enorme influencia en el comportamiento de los jóvenes. Compulsión a la repetición es un término que investigó Freud hablando del atacante quien acumula sentimientos de frustración no resueltos. Los autores de estos crímenes recurren a las armas como una forma de mostrar su poder y proyectar una imagen de guerreros. Tras llevar a cabo los ataques hay muchos casos en los que, para evitar el castigo, deciden quitarse la vida. Este fue el caso de José Ángel.

De manera inconsciente los seres humanos repiten actos y situaciones desagradables, incluso dolorosas, muestran tendencia a repetir experiencias. Eso se vuelve una necesidad del ego para controlar las tensiones excesivas y derivarlas por catarsis en adultos y niños con un aparato psíquico dañado, en algunos casos por el uso de drogas, y por situaciones familiares como: falta de atención, de amor, comunicación, abandono, conductas antisociales, adicción a video juegos. Su cerebro se revoluciona de tal manera que se vuelve una adicción difícil de resolver. Los que cometen actos violentos repiten situaciones perversas introyectadas en su aparato psíquico. La pulsión inconsciente del sujeto dañado mentalmente, lo lleva a repetir más de lo mismo, una dinámica de conflicto en su aparato psíquico en la que interviene el principio del placer contra el principio de la realidad. Mientras más se publican los atentados más el siguiente repetirá lo mismo con una variante para competir en llamar la atención. Nuestro país está sufriendo una verdadera descomposición social, desgraciadamente ya llegó a nuestros niños y no lo podemos permitir. Lo que nos toca como sociedad responsable es atender a nuestros pequeños. Es más importante la comunicación que revisar las mochilas, el amor que los celulares. Hay que darles tiempo de calidad y atender su salud mental. Es importante contratar a más psicólogos en las escuelas y a los que tienen problemas emocionales y de conducta darles atención profesional. La saturación en las redes no es inocua, tiene efectos adversos. No habría que compartir videos con imágenes de violencia para evitar incitar a la repetición.

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