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Tiempos peligrosos

Nuestro tiempo es un tiempo de transición “epocal”, cuya característica fundamental es la incertidumbre. Se advierte una clara aceleración del “ritmo” de la historia. El resquebrajamiento de las ‘certezas’ del sistema bipolar, con sus “reglas del juego”, relativamente claras y estables, abrió la puerta a un mundo más complejo e inestable. Henry Kissinger en su libro World Order nos recuerda que un sistema multipolar es más inestable y peligroso que un sistema bipolar. Y analiza los escenarios posibles de conflictos en gran escala: 1) EEUU-China con la llamada “Trampa de Tucídides”: conflicto entre la potencia hegemónica y la potencia en ascenso, revisionista del status quo. 2) Ruptura de las relaciones entre Occidente y Rusia. Por eso Kissinger, igual que Trump, subraya la necesidad de que Europa aumente sus presupuestos de defensa. 3) Una escalada del conflicto en el Medio Oriente, básicamente por la voluntad hegemónica de Irán y la reacción de Israel, Arabia Saudita y los demás árabes al respecto. Las guerras civiles junto con el desastre socioeconómico, el caos y la anarquía en buena parte del Medio Oriente y el Norte de África han fomentado una ola inmigratoria en Europa de magnitud y “ritmo” sin precedentes. A esto habría que agregar el auge del terrorismo islamista y la desaceleración económica europea, a partir de la crisis financiera del 2008, pero que además tiene que ver con los sectores perdedores en el proceso de la globalización y de los cambios tecnológicos. A esto habría que agregar, particularmente en los Estados Unidos, la reacción cultural conservadora y nativista frente al cosmopolitismo de las élites de las dos costas y su supuesto “libertinaje” moral y sexual. Todo lo dicho tuvo mucho que ver con la victoria de Donald Trump y el fortalecimiento en Europa de partidos y movimientos populistas radicales de derecha e izquierda, que promueven políticas xenófobas, racistas, proteccionistas, autoritarias y nacionalistas anti Unión Europea.

Rusia, aunque ya no es la Unión Soviética de 300 millones de habitantes, ahora con sólo 144 millones y pies de barro económicos, depende básicamente de sus exportaciones de hidrocarburos y armamentos, sigue siendo la segunda potencia nuclear del planeta. Putin está “traumatizado” por la desintegración de la URSS que significó la pérdida geopolítica más grande de la historia. Todo lo que había conquistado Rusia desde Pedro el Grande y Catalina hasta Stalin, se perdió sin disparar un tiro. Por tanto Rusia es una potencia en decadencia, pero revanchista. Las revoluciones pro-occidentales en Georgia y Ucrania, el ingreso a la OTAN de los países bálticos son heridas muy fuertes para el nacionalismo ruso. Putin culpa a Occidente y a los EEUU de todo esto y por eso reacciona con la ocupación ilegal de Crimea y la desestabilización de Ucrania, Georgia y en general de su mal llamado “cercano exterior”. Además le sirve para apoyarse políticamente en el sentimiento nacionalista ruso. También su apoyo al régimen de Maduro tiene algo que ver con “molestar” a los EEUU en su hemisferio, como medida de reciprocidad, dado que EEUU “interviene” en la zona de influencia rusa. Sin embargo Rusia no tiene la capacidad financiera para subsidiar la economía venezolana, como la URSS subsidió a Cuba durante la Guerra Fría. China también está jugando un juego peligroso con su expansionismo unilateral en el Mar del Sur de China, irrespetando normas de Derecho Internacional y su penetración en Eurasia, siguiendo los pasos de Marco Polo en la Ruta de la Seda, con su “Belt and Road initiative”, que planea enormes inversiones en infraestructura para facilitar el comercio, pero también podría favorecer la penetración geopolítica y militar, recomiendo al respecto el reciente libro de Robert Kaplan: “The return of the World of Marco Polo”. Vivimos tiempos peligrosos e inciertos.

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