En mi libro, “Entre la Soberbia y la Incertidumbre”, publicado en el 2010 escribí: ”Nuestro tiempo es un tiempo de transición “epocal”, cuya característica fundamental es la incertidumbre. Se advierte una clara aceleración del “ritmo” de la historia, vivimos en medio de un verdadero choque de fuerzas contrapuestas, que luchan por prevalecer: Democracia y autocracia, modernización y tradicionalismo, globalización y localismo, racionalismo e irracionalismo… Vivimos por tanto entre la soberbia y la incertidumbre de un mundo peligroso y en transición.” En Venezuela ciertamente estamos ingresando en un tiempo muy peligroso y de profunda incertidumbre. En medio de una gravísima crisis socioeconómica gestada por las “ideas muertas” de un modelo económico fracasado y que sólo pudo mantenerse, durante unos años, por el precio más alto y sostenido en la historia del petróleo, el gobierno Maduro, después de una pavorosa derrota electoral, parece insistir, con la soberbia característica del “semignorante”, que cree que sabe mucho y con la ceguera ideológica que le impide pensar, en seguir en una fuga hacia el absurdo. En materia económica parece decidido a continuar en el camino del desastre. Según el nuevo ministro de la economía, el sociólogo Luis Salas, la inflación y la escasez se deben a la “guerra económica”, provocada por la especulación y el acaparamiento del sector privado, apoyado por el imperialismo “yankee”. Engels dijo una vez que temía que el materialismo histórico se convertiría en una excusa para que los malos estudiantes dejaran de estudiar historia. En efecto, la ignorancia de la historia, por parte de buena parte del gobierno, parece que los condena, como diría George Santayana, a repetirla. Nuestros “marxistas de cafetín” parecen ignorar que la colapsada Unión Soviética, después de 70 años de comunismo y la estatización casi total de la economía, se caracterizaba precisamente por la escasez de productos básicos y las consiguientes prolongadas colas de los consumidores en los mercados. Políticamente, frente a la nueva Asamblea Nacional, controlada por la oposición, el gobierno Maduro, en cambio de buscar un diálogo en función del “bien común”, ha iniciado un proceso de desconocimiento del Poder Legislativo y del voto popular. Antes de las elecciones, Maduro había anunciado que se reuniría para dialogar con todos los diputados electos. Desafortunadamente, parece que el sector más extremista del gobierno ha logrado que, por ahora, el camino sea el enfrentamiento total de poderes. El nombramiento “express” absolutamente inconstitucional, sin respetar el procedimiento legal y sin tener los requisitos del cargo, de 13 magistrados del Tribunal Supremo y la aprobación de 28 leyes entre Navidad y el día de Reyes forman parte de una burda maniobra para desconocer la voluntad popular expresada en las urnas.
En una situación socioeconómica tan grave, optar por el choque de poderes sería una suprema irresponsabilidad histórica del chavo-madurismo. La obstrucción del funcionamiento normal de una democracia y la perversión del Estado de derecho pueden obligar a la mayoría democrática de la Asamblea a buscar, por una vía constitucional, electoral y pacífica, un cambio anticipado de gobierno. A la comunidad internacional democrática le recuerdo el antiguo lema: “Vigilia pretium libertatis”