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THE SALT OF THE EARTH de Win Wenders y Juliano Ribeiro Salgado

Documental acerca de la vida y obra de Sebastião Salgado. Desde ya pieza de culto.

Wenders da vida al personaje de la historia de la fotografía y el compromiso como pasión y sacrificio, según Bataille, Sebastião Salgado, un documentalista de origen brasilero,  que lleva una inmortalidad a prueba de conejos salvajes que acabarán con el bosque de las hadas hades. El arte de un ser humano, factible con el rockero al lado, W.W., disfrutando de esta estética muy de seguidilla, fotografía y cine.

Hemos aplaudido a nuestros cronistas de guerra, el horror de morir de hambre en los desiertos casi premeditados de la tierra, y la audacia de la finalidad del hombre dominante frente al campo de batalla prefabricado desde los persas, un ejemplo, o las cuadrillas de mercenarios, guiados por dioses inmisericordes.

El otro, el mismo”, el Finnegans Wake, reiterado, adentrándose en Alicia y el país de las Maravillas, la búsqueda de un pueblo feliz ante tanta devastación humana, dividida por organismos internacionales, la ex Yugoeslavia, Africa, queda claro o no queda claro en La sal de la Tierra, otra tierra que vuelve a nacer, por entre los mamelucos en flor, después el oro es reemplazado por otros minerales, su cintura de barro amarillo como ofrenda no calculada hacia Dios.

Las fotografías rompen nuestra mirada, el blanco y negro que gana su tiempo, el hervor de los conflictos radicales contra la inmanencia de los otros, la distancia del oeste, el odio racial, un vértigo en la lectura, y las explicaciones de la foto en el cine documental arrancan pilares de grueso, grueso calibre, ni una bala solo el fuego y la pausa, el bajista acalorado, Sebastião Salgado.

El documental nunca se detiene, sin regresos calculados, gana la fotografía no solo es Cerro Pelado, Salgado la magia, el oso polar olvida tan pronto no alcanza nada con el olfato. Un verdadero extraterrestre entre la santidad de los otros, o entre la libertad sin cortapisas.

Un buen momento en las salas de cine de Manhattan, cuando gana el cine, los alucinados rebeldes retroceden y dan paso a las Pasifae oscuras, tenebrosas, de mentes sancochadas, sin pizca de imaginación que no sea el devenir roña.

La mirada de frente de sus personajes, el ojo al cine, nada comercial, pétreo solidario, entre el hambre y la muerte, lo sagrado y pasional, la odiada especie humana de Salgado. “¿Odio a los hombres, matan por negocio o por maldad  hereditaria?”.

Si usted le tiene odio a la especie humana no sea su inquisidor y victimario, cómo sumergir la decadencia absoluta de la política de marras, hacia los rescoldos de un infinito cuadriculado. Y allí la otra fotografía, “la crítica de la razón pura”. Aplausos para todos los protagonistas no tanto a los testigos.

Wenders nos tiene acostumbrados a las sorpresas narrativas en cada filme, la mencionada Alicia, Las alas del deseo, favoritas con el actor Bruno Ganz. “París-Texas”, El miedo del portero ante el penalti, el enloquecedor oeste al que claman los kafkianos, los dueños de pájaros, los dones, pero al fin el odio.

Un buen registro, hoy tenemos acerca de los fotógrafos de la naturaleza, sus paisajes que alguna época medio milenuda los pondrá fuera de contexto, en aquel bastidor del cielo y las montañas selváticas que sirven de carnada a la industrialización, la mal llamada tecnología stress, contraste habitante de lo desconocido. El delta que cubre a los déspotas, y el manto de la tierra arriesga con las avalanchas de los muertos de sed

Se convierte el filme en una película de culto, no sirve ni para ser analizada por las Naciones Unidas, o los gobiernos europeos que siempre han seguido siendo colonialistas y genocidas. Y uno se pregunta si el holocausto tiene su escala de jerarquías, siendo lo mismo con diferentes estilos, concentración y complicidad del crecimiento en las áreas desprovistas de agua suficiente, o la trampa mortal como espectáculo macabro de las empresas multinacionales.

La década de los 90s, fue un horror, guerras de odio racial, religiosas, y dogmáticas, nadie ganó, imposible tanto reverbero en las conciencias políticas, el dominio global, y las nuevas tesis del neoliberalismo con los fundamentalistas islámicos. Etiopía, Congo, Ruanda, la espada de Serbia, la superpoblación del Brasil atacada de progreso en busca del oro perdido. 

La vida de Salgado y su familia, el último maestro de la fotografía histórica y testimonial (Chris Hondros, James Nachtwey), la sangre de todas las virtudes o la causa de todas la maldiciones. Entre lo visible y lo invisible, las huellas desplomadas, la entrada a todos los lenguajes. La promesa del Cine joven alemán, es el resultado de una memorable experiencia. La verdad de un mundo marino bulloso y tranquilo al corazón de la tierra, es la extensión de Win Wenders.

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Gabriel Jaime Caro (Gajaka)

La escritora estadounidense, Susan Sontag, atacó por el New York Time del año 2000 a Sebastiao Salgado, porque según ella mostraba la miseria como un arte, y solo le interesaba fotografiar a los muertos de hambre del Congo. Apreciación equivocada porque Salgado trataba de llamar la atención a gobiernos como el francés, para que prestaran ayuda porque no había forma de que ellos se enteraran críticamente sino era con las fotos del maestro brasileño. Juzguen ustedes si la Sontag tenía razón o estos documentos sirven de denuncia más que de orgullo personal como lo que hacen los cazadores en África.

Hugo Carvacaro
Hugo Carvacaro
8 years ago

Que documental. mejor dicho apague y vamonos

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