Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!

The Apu trilogy, del director de la India Satyajit Ray

Para místicos los de la India, así los budistas zen nuestros padres vecinos

La poesía con todos sus genes históricos ahora en Bengala, pasando por el rigor extremo de la pobreza. La India siempre ha sido veterana en estas lides y su director, Satyajit Ray, ha tenido la fortaleza de hacernos estos tres filmes en la década de los 50s: 

primero Pather Pachali (La canción del camino), 1955, con la música de Ravi Shancar, todas resuelven el misterio con su música, cuando los ojos hablaban y tu veías salir alas que se expandían, las niñas (Durga) como verdaderas vestales; qué dijo Cristo cuándo estuvo allí?

Que eran otros dioses, la poesía en el papel, en el papiro, pegada de una asta, en todo como sincretismo religioso. La pobreza en las llanuras dulces de la India, el niño otra piedad, y el poeta regresa con algo de comida, y el hijo, Apu, 8 años lee sus poemas mientras la madre invoca el invento de la vida. La anciana, Auntie,  tía de la madre de Apu, es todo un personaje en este filme, donde hizo un papel maestro para un masterpiece (según Pauline Kael para la toda la trilogía).

En la segunda, Aparajito, 1956, sigue la infancia e ingresa a la universidad. Apu es todo un poeta en Benarés,  y junto a su madre desarrolla el talento de escritor, recordando siempre los tiempos de la pobreza que siguen en la gran Benarés, la muerte continúa su proceso irreconciliable,  los recuerdos, la muerte de la hermana que llenaba su alma. Satyajit no pensaba que con esta trilogía se iniciaba la gran industria del cine de la India, que en los años sesenta y setenta produciría cerca de 500 filmes al año. Ganó el León de Oro de Venecia, 1957 con Aparajito.

La tercera parte, Apur Sansar, 1959, ahora en la gran Calcuta, siguen los problemas económicos, y la inestabilidad emocional lo lleva a tratar de cambiar de vida, pero la adaptación a nueva empresa (de vida) sin su madre, que ahora es empleada doméstica, hace más difícil la decisión de casarse; 

cambia su vida casándose con una pariente del gran escritor de la India, Rabindranath Tagore, de gran influencia para Ray, que a pesar de la libertad de sus temas, vienen todas de novelas históricas. El contexto es de principios del siglo XX. Los bríos, el humor contenido, el blanco y negro restaurado.

La muerte de la madre, por pesadumbre, hace más intenso el tercer filme (Apu Sansar), la música que parece querer decirnos algo en los ojos, parte con el viento de las tormentas del golfo de Bengala. El hijo vive como un desplazado, y esta separación hace más triste los diálogos y los suspiros con el diablo de 14 manos.

Esta raza ilustrada, pacifica y violenta, traspasa los límites de nuestra imaginación, que quizás todos son desplazados, y los dioses procuran su amor y sus sacrificios. La muerte como en los griegos antiguos se purifica en el viaje eterno con el fuego (Oh bello Rama).

Satyajit Ray era de la misma Calcuta que perteneció al imperio Británico por más de un siglo, hasta 1947, influenciado por el neorrealismo italiano, después de ver El ladrón de bicicletas de Victorio de Sica, y de Renoir. Recibió un Oscar Honorífico en 1992, antes de morir en ese mismo año. 

Los que se han quedado helados, han preguntado como verlas, si a través de la crítica, un viaje, los viajes del espíritu, o simplemente sentarse a meditarlo, con un poema de Tagore: «Anda, no esperes más; toma esta florcita, no se mustie y se deshoje.

Quizás no tengas sitio para ella en tu guirnalda; pero hónrala, lastimándola con tu mano, y arráncala, no sea que se acabe el día sin que yo me dé cuenta; y se pase el tiempo de la ofrenda.

Aunque su color sea tan pobre, y tan poco su olor, ¡anda, ten esta flor para ti, arráncala ahora que es tiempo!«.

Hey you,
¿nos brindas un café?