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Tech Victim

La tecnología llegó para cambiarlo todo. El mundo de la era del cartero, el periódico calentito, y la botella de leche a la puerta de casa, quedó atrás para siempre. El que no se monta en el tren de la tecnología, está destinado a vivir en el oscurantismo, en una suerte de torpe prehistoria. La espeluznante escalada high tech, es una inmensa bendición. Pero, ojo, que la tecnología también puede incomunicar.

Que Björk confeccione sus monumentales discos, apenas con un laptop, es algo maravilloso; que Barack Obama haya llegado a la presidencia de los Estados Unidos, empoderando a las bases, a través de Facebook y Twitter, es algo maravilloso; que Seti.org utilice el tiempo ocioso de los ordenadores corrientes, de los comunes mortales, para rastrear vida extraterrestre, es algo maravilloso.

La revolución tecnológica del siglo XXI no tiene parangón en el mundo de las revoluciones científicas. Sólo el Mercedes Benz F 015 que acaba de ser lanzado en el CES, es una muestra impresionante de lo lejos que ha llegado el ser humano, en ese campo que McLuhan describió como “un extensión de las facultades humanas”: la tecnología. 

Soy reportero de tecnología desde 2004. Y en 2008 tuve el privilegio –gracias al Grupo Editorial Producto, para el que trabajaba en ese entonces- de asistir a la Cumbre del Futuro, en Caracas, con los fundadores de Facebook y Twitter, Chris Huges y Chris Sacca. Allí se dijeron cosas muy importantes, que me han sido de capital utilidad. Pero acaso esta sea la más importante. Huges disparó: “El Washington Post debe entender que ya no está en el negocio de vender un periódico, sino en el negocio de distribuir información”.    

Cuando se produjo, en Paris, el horrendo crimen de Charlie Hebdo, en Tokio, en Caracas, en NYC, en Buenos Aires y en Moscú, se conoció la noticia minutos después. Todo gracias a la Internet. Esa suerte de tierra de nadie, que ha sido llamada el Sexto Continente. Carlos Jiménez, director de Tendencias Digitales -la división de tecnología de la investigadora de mercados Datanálisis-, me lanzó una vez esta perla: “todo esto que está pasando con las redes sociales, es una especie de Woodstock 2.0”.

Incluso todas las revelaciones de Snowden, el joven espía de la NSA que salió del closet, y cantó clarito, no dejan de ser verdaderamente espantosas. Ha dicho, por ejemplo, que Google permite al FBI leer tus correos, y los míos, así, como si tal cosa. También ha dicho que la NSA instaló chips espías en más de 100.000 PC de uso doméstico, para hacer ingeniería social. 

Es decir, creerse el cuento de que la revolución high tech es nada más ver las fotos de los panas jugando tenis, en Facebook, es así como chuparse el dedo. Detrás de la Internet hay toneladas de información, que no siempre es procesada de manera legal, si bien ahora con Big Data las empresas hacen uso de esos caudales enormes de inputs, para diseñar estrategias de planning y penetración de mercados.  

Juan José Denis, presidente de IBM Venezuela, me dijo hace no mucho que, en su criterio, todo este rollo de la tecnología va a hacer cada vez más horizontal el trabajo. Clusters, algo más colaborativo, donde el CEO tenga acceso directo al vigilante de la planta de despacho, y el gerente de marketing pueda monitorear codo a codo al equipo de PR y comunicación estratégica. 

También las historias coloradas tienen su cabida en esto del 2.0. Ahí está, por ejemplo, la vedette venezolana Diosa Canales, quien no ha dejado nada a la imaginación en Twitter. Esta red de micro blogging hizo un aporte capital a la infidelidad conyugal: el mensaje directo. Más de un matrimonio se ha ido al infierno, vía Twitter, mensaje directo mediante. 

Es mucho lo que podría decir sobre los tech victim, luego de 10 años reporteando el mundo de la tecnología. Pero sólo tengo 5.000 caracteres para escribir este artículo. Así que no daré la media vuelta, sin haberme referido al último fetiche de la sociedad occidental: el iPhone 6. Luego de todas las expectativas generadas, y siendo el smartphone más costoso del mundo, resulta que el bicho se dobla. No sé que cosa con la carcaza, derivó en una suerte de chiclet con pantalla táctil.

Habría que hablar de las cámaras fotográficas, de la tecnología aplicada a la medicina, de los zapatos inteligentes, de las patrullas inteligentes, uy, de tantas cosas que colman el área de diseño, cuando se quiere dibujar el panorama de los tech victim. Pero habrá que conformarse con decir una sola cosa para tratar de abarcarlo todo: la tecnología es algo maravilloso, pero ojo, que a veces incomunica.

Se supone que Twitter es para ir al grano, porque son apenas 140 caracteres. Shakespeare dijo, en menos caracteres, “ser o no ser”. Pero si entras ahora mismo en Twitter entenderás que la gente no va al grano sino que parece comer alpiste. Escriben, literalmente, como un canario. Pero no todo está perdido. Se hacen ahora mismo concursos de mini cuentos en Twitter. Hagamos votos por la insurgencia de un Dostoievski 2.0. Todo es posible. Sí.  

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