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El tacto de oro de René Sotelo

El doctor René Sotelo nos recibe en el anexo del Hospital de Clínicas Caracas (HCC), recién salido del quirófano, café y pasteles dulces en mano, los ojos frescos como un noble vaso de leche. Es urólogo de la Luis Razzetti (Universidad Central de Venezuela) y está especializado en cirugía robótica y reparación de fístulas. Logró la licencia médica para ejercer en Estados Unidos, sin haber hecho estudios allá.

Además, Sotelo obtuvo la segunda visa de “Habilidades Extraordinarias” que ha patrocinado la Universidad del Sur de California (USC), prestigiosa casa de estudios, en la cual fue absorbido como docente y donde ahora desempeña el cargo de director del “Programa de Medicina Internacional”.

 

Los vínculos académicos

“Me voy a Estados Unidos el 01 de agosto de 2015. Producto de mi trabajo de 20 años en Venezuela, y de haber sido pionero en cirugía laparoscópica, y en medicina robótica, mucha gente vino a Venezuela a entrenarse con nosotros”, nos cuenta Sotelo. Cuando se comienza a saber que él está evaluando opciones para salir de Venezuela –ya estaba yendo periódicamente a Colombia y a México-, salen ofertas en Estados Unidos. “Pero salen producto de sus vínculos académicos e internacionales”. Varios colegas lo solicitaron.

“Pero una vez que estos colegas me solicitan, la Universidad del Sur de California (USC) -que es donde yo trabajo-, debe ir al Comité Médico del Estado de California, donde se revisa la solicitud de las universidades, para todas las especialidades médicas. Y entonces –al revisar- se aprueba o no que la persona entre a trabajar como médico directamente, sin haber estudiado medicina en Estados Unidos”, relata.

“A mí me solicita la Universidad del Sur de California y otros hospitales de Estados Unidos. Este Comité Médico otorga dos o tres licencias anualmente. El médico que más pesó en este proceso es el doctor Inderbir Gill, jefe del departamento de urología de la USC”, explica Sotelo.

¿Qué hace el hospital? Prepara el expediente. Los abogados de la USC le informan que el Comité Médico necesita documentos para sustentar que él tiene habilidades que nadie tiene en California. Entonces, por ejemplo, al decir que ha operado en 25 países, piden cartas que prueben eso, con los respectivos teléfonos de hospitales y pacientes.

“Lo primero que me otorgan es la licencia para trabajar como médico allá. En una semana tenía la visa, que es lo que sigue. Después que el Gobierno me otorga la licencia, lo demás ha sido muy fácil con el Departamento de Inmigración. Este ente me dio una visa tipo O1, conocida como visa de ‘Habilidades Extraordinarias’. Esta visa se otorga a los artistas, verbigracia, pero también existe para profesionales de la medicina”, expone.

Una vez que el Comité Médico de California confirmó que Sotelo tenía un determinado número de publicaciones, que había operado en un número determinado de países, que había descrito ciertas técnicas, y todo lo demás, en un año que tardó ese proceso, ese organismo garantizó que él tenía habilidades médicas que ellos no tenían, y, por lo tanto, deseaban que se fuera a Estados Unidos.

 

Uno entre mil

La USC ha pedido esto muchas veces, pero la de Sotelo es la segunda solicitud que le es aprobada. Anteriormente, había sido aprobada una licencia para un doctor japonés. En el Comité Médico de California se reúnen todos los decanos de las universidades del estado de California.

“Evidentemente, lo primero que veo es que esto significa poder entrar a la medicina del primer mundo. Ingresar a uno de los centros de urología más importantes del mundo. El hecho de estar allí, obviamente significaba para mí un nuevo paso, para seguir aprendiendo e investigando”.

El eminente galeno precisa: “Mi meta era seguir investigando. Una de las cosas que más me han interesado es la reparación de fístulas, y en Estados Unidos, a raíz del cáncer de próstata han aumentado las fístulas. Al entrar en Estados Unidos, voy a continuar mi trabajo en medicina robótica; la USC tiene 5 robots. Esto para mí significa la oportunidad de ejercer la medicina con toda la tecnología de punta”, el estetoscopio brilla sobre su pecho.

El primer reto –garantiza- es adaptarse a una nueva forma de ejercer la medicina, el idioma, y toda la parte médico-legal. Es una medicina –dice- muy enlazada en compromisos y consentimientos médico-legales.

“Esto es algo sano y lógico, pero también es algo a lo cual no estamos acostumbrados en Venezuela. Toda la relación se genera dentro de un marco legal, en el cual siempre uno está pendiente de hacer las cosas producto de la presión que significa el hecho de poder ser objeto de una demanda. Hay más riesgo, porque la legislación es más severa, y esto lo hace todo mejor, sí, en un sentido, pero –por otro lado- a menudo genera sobre indicación de procesos. Esto puede generar ruidos, y hacer más lentos los procesos, aparte de que afecta la relación médico-paciente”, se encoge de hombros.

 

Gran proyección internacional

Pero más allá de los obstáculos: ¿qué oportunidades se le presentaron? “Los obstáculos los he superado, aprendí todo el sistema de regulación médico-legal, todo el sistema de manejo digital de la historia médica (allá no hay nada escrito). La oportunidad es seguir adelante en el mejor sitio del mundo. Una gran proyección nacional. Si antes visitaba 25 países, ahora no me bajo de un avión. Nada más con decir que ahora vengo de la Universidad del Sur de California, pues se duplicó, o acaso se triplicó, mi proyección internacional”, sonríe con distensión.

Y puntualiza: “Por otro lado, se potenció mi actividad académica, en término de publicaciones, por ejemplo, cuya frecuencia también se incrementó radicalmente, producto de que hay todo un apoyo de USC en este sentido”.

“La USC se dio cuenta de que allá hay muy pocos médicos latinos de mi nivel, si bien hay muchos trabajadores. Ellos vieron que yo tenía muchos pacientes que iban a verse conmigo de toda América Latina. Esto no era algo habitual allá. Entonces me piden que forme parte del Comité Internacional, y desde febrero de 2017 me piden que dirija el Programa de Medicina Internacional”.

El cirujano expone que “entendimos que no bastaba con la atención clínica de estos pacientes internacionales, sino que también debíamos dedicarnos a educar y entrenar médicos del mundo entero. Que en la medida que entráramos en los hospitales, y fuéramos por el mundo entrenando y educando médicos, éstos referirían a nosotros los casos que no pudieran atender. Recibimos médicos del mundo entero en California, y también vamos nosotros a otros países”, echa su cuento.

 

Perseverancia y perfeccionismo

El primer skill que le fue crucial es la perseverancia. Luego el perfeccionismo. “Como cirujano, yo he sido obsesivo con mis resultados. Todos nos equivocamos, pero en la medida en que uno sea perfeccionista, y haga las cosas con sumo cuidado, en la medida en que uno desee aprender, y documente sus casos, todo siempre marchará de mejor manera. No es que yo he operado mil próstatas. No. He operado mil próstatas y le he hecho seguimiento al paciente. Estoy en perfecta capacidad de decir ‘esto no se debe hacer así, sino de esta otra manera’. Eso es lo que me permitió aprender, modificar las técnicas, y publicar artículos especializados”.

Una cosa muy importante –cierra su declaración- es que los médicos venezolanos están acostumbrados a trabajar con dificultades. Entonces, cuando tienen todo sienten que van de bajada. “El sitio donde yo más relajado me siento es la sala de cirugía. En Venezuela uno estaba angustiado por qué pinzas tenía, y cuáles no tenía. Allá es todo lo contrario. La mayoría de los cirujanos promedio, si son perseverantes y cuidadosos, y van despacio, pueden llegar a ser grandes cirujanos”, asegura.

Y toma los puntos de sutura finales: “En cuanto a lo personal, llevo una vida cuidadosa. Una vida ordenada y disciplinada. Hago ejercicio, si bien no soy un maratonista, ni mucho menos. Tengo cierta higiene mental, y lo que hago, lo hago bien”. De eso no cabe la menor duda. Sotelo es un orgullo para todos los venezolanos.

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