En el 2013, la clínica End-of-Life en Los Países Bajos, lugar al que los pacientes pueden dirigirse cuando ya no tienen alternativas, ayudó a nueve pacientes psiquiátricos a terminar con sus vidas, ejerciendo el llamado ‘suicidio asistido’.
En el 2001 el sistema holandés legalizó la eutanasia. La ley, que entró en vigencia un año después, permite a los médicos acabar la vida de sus pacientes en el marco del sistema de salud estatal que implica, la consulta cercana y autorización del médico de cabecera de la familia. La posibilidad de la eutanasia estaría limitada a aquellos pacientes que presentaran un sufrimiento insoportable y cuyas facultades mentales no se encontraran alienadas. Bajo la ley holandesa, el paciente debe pedir repetidas veces que desea morir, un segundo médico experto debe indicar que la eutanasia está justificada y finalmente un panel post-mortem debe confirmar que los requerimientos legales fueron cumplidos.
Diez años pasaron desde la promulgación de la ley, cuando en el año 2012 la clínica End-of-Life se creó para ayudar a los pacientes, cuyos facultativos se negaran a terminar sus vidas o asistirles en su suicidio. Desde entonces la clínica ha expandido los límites del “sufrimiento insoportable” y ha aplicado la eutanasia a pacientes con depresiones crónicas e incluso pacientes con demencia quienes han firmado su propia declaración de eutanasia en los primeros estadios de la enfermedad. De esta forma la legislación se ha ido desarrollando en razón de las necesidades sociales.
En el caso de los pacientes psiquiátricos se exigen las mismas condiciones que se le exigen a los pacientes con una enfermedad física. La solicitud debe ser voluntaria y razonada, el sufrimiento debe ser insoportable y no debe existir ningún otro recurso.
El primer caso de una paciente psiquiátrica que recibiera asistencia para su suicidio en el año 2013, fue el de una mujer que sufría misofobia (miedo enfermizo a la suciedad). La psiquiatra encargada de determinar si aplicaba o no el suicidio asistido, llevó a cabo sesiones de 8 horas con la paciente durante un período determinado. Decía que al comienzo no entendía, que incluso le parecía extremo aplicar la eutanasia para este caso, sin embargo poco a poco fue entendiendo que los miedos de la paciente controlaban absolutamente su vida, era incapaz de mantener cualquier tipo de relación y contacto con las personas y su vida se encontraba atascada en el limbo de sus obsesiones. La paciente quiso morir a las 8:10 pm; compró champagne para los cuatro amigos que estarían presentes y antes de morir bebió su última copa asegurando haber estado esperando ese momento por años.
Los reportes establecen que la eutanasia representa al 2,8% de las muertes entre los holandeses. En el año 2013, un total de 49 pacientes con enfermedades mentales fueron asistidos en su suicidio. Para algunos esta es una frontera incruzable, para otros tiene completo sentido.
Yo soy de las que piensa que tiene completo sentido. Como Slavoj Zizek lo puso “A nice, modest, ethical suicide”, ¿si organizamos todos los eventos en nuestras vidas por qué no organizar la muerte? Las enfermedades mentales no son tangibles, ni visibles como pueden serlo las enfermedades físicas, esto no implica que sean menos graves o menos insoportables. Es curioso que incluso la enfermedad deba encajar en los parámetros sociales para ser ‘aceptada’.
Como Foucault, pienso que los rasgos biológicos de la especie humana terminan convirtiéndose en un objeto para la estrategia política, que no es otra cosa que la estrategia final de poder. Y como seres humanos para preservar nuestra individualidad y libertad en medio del caos de una sociedad controlada por fines ‘colectivos’ que no son otra cosa que mecanismos de poder de los que no formamos parte, salvo como instrumentos, debemos impulsar cada vez más la retirada del estado de las esferas más privadas de la vida humana, entre ellas la decisión de morir.