Tantas memorias, tantos sueños…. Soñados y por soñar, callados, gritados, escondidos, posibles.
Sueños que son reflejo del tiempo, de ilusiones y fracasos y que llegan de repente para hacernos vivir.
Se vive mientras se sueñan y se alcanzan, mientras se imaginan y se logran, en cada tropiezo que los borra por momentos hasta que sin notarlo, vuelven a aparecer.
¿Cuántos sueños rotos, cuántos por cumplir?
¿Cuántos cumplidos?
De los rotos, juntamos los pedazos y nos hacemos inmensos.
De los que esperan, juntamos metas y nos sentimos completos.
De los cumplidos, juntamos recuerdos y volamos en el tiempo.
Regresamos al pasado luego del sueño o corremos tras él, y cuando lo alcanzamos, no sabemos cómo vivirlo porque mientras lo creemos, seguimos soñando, hasta que la burbuja se rompe y salimos con un yo repotenciado o un nosotros valorado.
Los sueños nunca duermen porque al hacerlo, acaban la vida, trituran los años y traicionan en silencio toda ilusión.
No dejemos que duerman los sueños.
Si alguno no toca nuestra puerta, inventemos otros sueños que nos lleven a lo incierto y nos demuestren que siempre vale la pena volver a confiar, -en nosotros mismos primero-, y luego, (muy cerquita), en los demás…