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Sueños de libertad

En Venezuela el sol se escondió.

Una tenue luz de esperanza se mantiene viva en el alma de los venezolanos que se han volcado a las calles pidiendo a gritos un sólo deseo: ¡Libertad!

Libertad para un pueblo que ha sido brutalmente oprimido, humillado, engañado y maltratado.

Esta nación ya no soporta más tanta injusticia, tanta miseria, tanta violencia. Sobran los motivos para alzar la voz ante el dolor de ver morir a nuestra juventud que con valentía y determinación ha salido a manifestar pacíficamente para exigir su derecho de vivir en paz, en un país lleno de oportunidades para todos.

Pero ese sentir se ha visto pisoteado por la desmedida represión de una Guardia Nacional que no perdona a quien piense distinto y que ha levantado sus armas para callar la voz de la verdad.

Venezuela vive su historia más oscura, por eso, ante los ojos del mundo, la mayoría de los venezolanos se mantienen firmes en su convicción de la necesidad de un cambio inmediato y dicen ¡NO!

No más hambre. No más violencia. No más escasez. No más mentiras. No más humillaciones. No más migajas. No más colas. No más abuso de poder. No más miedo. ¡No más dictadura!

Es urgente una transformación social con la que Venezuela pueda resurgir, fomentando la educación, el trabajo y sobre todo, inculcando y enalteciendo valores que rescaten la moral que ha sido destruida. Tantos años de crisis e impunidad han llevado al país a un punto de no retorno, pues seguir en esta dirección, sería condenarse a quedar definitivamente sumergido en la oscuridad.

Venezuela clama por un cambio verdadero que permita comenzar desde cero, que la lleve a su reconstrucción, de la mano de todos aquellos venezolanos de bien que están dispuestos a trabajar por un futuro mejor. Es absurdo pretender ocultar la verdad y la necesidad de un pueblo que se cansó de vivir consumido por la desesperanza y ahogado en un sinfín de injusticias que no pueden ser olvidadas.

Las protestas en las calles hablan de un único anhelo, ése que por más que intenten reprimir se hace sentir en cada rincón: liberar a Venezuela de las cadenas de la violencia y la miseria.

Ese sentimiento que brota del corazón de millones de ciudadanos no lo podrán anular ni con el vergonzoso silencio de los medios de comunicación nacionales, ni con el cobarde amedrentamiento durante las manifestaciones.

El descontento de una nación no se oculta con la censura. La realidad late en cada esquina cada vez que el hambre, la delincuencia y la falta de medicamentos acaban con la vida de venezolanos, víctimas de un sistema cruel y fracasado.

Hoy, Venezuela lucha por conseguir el rumbo hacia un nuevo camino: el que conduzca a la realización de un nuevo proyecto de país.

Basta de indiferencia ante el sufrimiento de tanta gente. Es el momento de sumar esfuerzos y voluntades hasta que se restablezca la paz y regrese la libertad que todos soñamos.

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