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Sopa de gato en Londres. Una saga increíble, en solo 24 horas (Parte II)

Internet todo lo soluciona. Por eso andamos por las calles siguiendo el mapa del teléfono sin tener ni idea de dónde estamos, ni capacidad de volver por nuestros propios medios. Por eso, siempre y cuando tengamos conexión, todos confiamos en que tenemos un destino seguro. Ahora esa conexión mediatizada que nos desconecta de la realidad, es todo lo que nos hace falta para sentirnos conectados. ¿Para tener un gato en Londres también? Busca una tienda de mascotas cerca. Pero mañana es día feriado y la tristeza aprieta. ¿ebay? ¿Gumtree?

¡Decenas! De todos los colores y tamaños, de todos los precios y en cualquier lugar de la ciudad, gentes vendían sus gatos porque estaban recién nacidos y eran muchos, por razones de salud –sin especificar si era la salud del gato o la del dueño, la que estaba comprometida-, por razones de mudanza… uno más bello que el otro. Por eso es que antes que el sexo, el contenido que más abunda en internet, es el de las fotos de gato. Por eso es que los gatos se adueñan de sus amos, y de las casas de sus amos y de mucho del tiempo de sus amos que pasan a ser servidores, y no digo más por curarme de caer en los lugares comunes que todo el mundo sabe y si tienen gatos, pues peor.

Finalmente, la que iba a ser dueña definitiva del gato, luego de mucho mirar fotos y fotos de gatos, tomó la difícil decisión: tenía cuatro semanas de nacida, negrita como la noche.

Un puñado de mensajes bastaron para fijar hora y lugar del encuentro: al mediodía de mañana, en un barrio lejano y poco visitado por gentes de ascendencia distinta a la hindú y de religión distinta a la musulmana.

La dueña nos vino a buscar en la esquina, y aunque muy tapada se podía ver que era linda, su voz muy dulce. Nos condujo a la casa con muy pocos muebles.

– ¿Cómo eran los muebles?

Preguntó el amigo inglés sorprendido con la historia.

– ¿Y se fueron hasta allá? ¿Y el gato está registrado? ¡Nunca me imaginé que en Gumtree vendieran gatos!… Es increíble que ayer me estabas preguntando cómo hacerte de un gato y 24 horas más tarde, ¡tienes un gato en tu casa!

¿Muebles? Era un cuarto alfombrado con varias alfombras de arabescos, con un camastro también alfombrado, adosado a una de las paredes por todo mobiliario. Allí nos hicieron esperar hasta que apareció una hermanita más pequeña, con las manos teñidas de henna. Nos ofreció dos gaticos.

– Pero… ¿este no era el que salía en la foto?

– Faltan dos más. Yo los voy a extrañar a todos.

La hermana mayor entró con el gato de la foto y otro. Dóciles aunque tímidos, pequeñitos, adorables todos. La hermana pequeña tenía un iPad con algún juego que repetía un miau histérico que al parecer solo nosotras escuchábamos. Y para más complicación sónica, la niña no paraba de hablar, de agarrar a los gatos y forzarlos sobre su regazo, de decir que los gatos la amaban, que los iba a extrañar…

– A ella le gusta hablar con los extraños. A todo el que pasa por la puerta de la casa le pregunta cómo se llama, a dónde va…

Comentó la hermana mayor y la menor arremetió con sencilla vehemencia, como si fuera normal entre hermanas.

– Que linda tu pintura de uñas. A mí me gustaría que tú fueras mi hermana y no ella.

Luego apareció otra hermana y luego la madre. Olía a sopa.

La hija seguramente responsable del post en Gumtree, cansada de los 10 minutos que habíamos pasado interactuando con los gaticos por saber cuál sería el escogido para el amor hasta la muerte, insistió en decirnos el precio por apurarnos.

Pero no es una decisión fácil escoger uno entre cuatro lindos gaticos. Así como es muy difícil para un inglés imaginar que hacerse de un gato en Londres, tome menos de un mes.

Porque como les dije, en Londres nadie osa imaginar que es posible que uno vaya por la calle y se tope con un mango madurito y dulce a la hora de la merienda, o con el más adorable de los gatos, que termina durmiendo en tu cama…

Y fue así, que la venezolana supo hacerse de un gato en 24 horas como si fuera normal. Desde siempre normal, agarrar el fruto que crece en el árbol que no plantaste, si son tantas las frutas y alcanzan para todos, es que son de todos… ¿Será cuestión entonces de que nosotros los venezolanos no supimos valorar la felicidad tropical de lo que era el Edén, como para que se haya convertido en el infierno que nos está tocando padecer?

Mientras más lejos, más impresionan las virtudes de la Tierra de Gracia perdida.

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