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Sonia Velasquez

Sonia Velásquez: “El perdón se construye todos los días”

NUEVA YORK: La televisión ha consolidado muchísimos estereotipos. Dibuja desde las mesas de los comedores de una familia hasta la raza de la mascota que se debe tener. Desde el color de la ropa hasta el grosor ideal de la cadera para una “mujer de hoy”. En un paraíso artificial donde el silicón reina con la escarcha, una colombiana llegó a romper esquemas. Sonia Velásquez sufrió un accidente doméstico fruto de la violencia y perdió un ojo siendo una niña. Eso no evita que recuerde “como en fogonazos” la imagen del circo en que vio su primer tigre. Hizo del parche un símbolo de su valor como mujer y de resistencia frente a la violencia. Hizo de una esquirla una bandera. Es conductora de Extreme Makeover, Embajadora de Ashoka Andina e imagen de cientos de iniciativas en todo el continente. Esté donde esté, es la autora de una potente sonrisa que construye el perdón a diario. 

 

Sonia, casi cualquier otra persona hubiera hecho lo posible por esconder de su rostro un elemento así. Sin embargo, tu sonrisa no tiene nada que ocultar. Te vi decir en una entrevista que ya ni reparabas en que usas un parchecito.

A esta altura es casi una extensión de mi cuerpo. Como el maquillaje para algunas mujeres. Esto me sucedió cuando tenía un año y ocho meses, es toda una vida en un proceso profundo de reflexión y aceptación. Cuando lo comencé a usar a los 18 años me daba pánico que me señalaran.

 

Tu vocación comunicacional está fuertemente vinculada con la acción social. Sé que colaboras con muchísimas iniciativas en toda la región y que te has propuesto convertir tu alcance en ayuda, ¿Con cuantas organizaciones estás trabajando en este momento?

Cuando estás para servir a la gente vas más allá de lo cuantitativo, se convierte en un plan de vida constante sin fecha de expiración. Hay organizaciones con las que me encuentro en el camino en distintas etapas, otras no sobreviven, sin embargo desde el lado comunicacional lo importante es que la gente sepa que todo esfuerzo por aliviar los problemas sociales tiene grandes repercusiones humanas, aunque no sobreviva en el corto plazo.

En este momento tengo una convocatoria a fundaciones. A vuelo de pájaro te puedo decir que por lo menos 200. Nos hemos acercado para ofrecerles un servicio de apoyo en cuanto a la difusión multimedia de sus iniciativas, utilizando una plataforma gratuita para crear videos digitales llamada DIP SOCIAL, Digital Interactive Production Social. DIPS ofrece la oportunidad tanto a organizaciones y fundaciones como a individuos y misioneros. Este tipo de producciones suelen requerir mucha especialización, dinero, experiencia, por ello damos todo el soporte y acompañamiento, para que puedan realizar piezas que tengan significado e impacto y que puedan comunicar más allá de su círculo inmediato. Esa es la filosofía de lo que estoy haciendo actualmente.

 

Creciste en Montería, apoderándote junto a tu hermano de una terraza donde subían a ver el cielo y respirar un aire puro, lejos de la gran ciudad. Sin embargo, dejaste ese paisaje para estudiar en Bogotá. ¿Siempre quisiste estudiar periodismo?

Se nace con la vocación, entré muy joven a la universidad, tenía 16 años. Hice un primer semestre de medicina pensando que mi voluntad era servir de esa manera pero a los pocos meses tuve que dejarlo. Una de las afecciones reincidentes del ojo me obligó a dejar las aulas para hacerme una última operación. Lo que pasó en ese momento fue un encuentro muy profundo con el perder un miembro, la vanidad, la injusticia tal vez. Se me desprendió la retina y los médicos determinaron que no había nada que hacer. Con diecisiete años recién cumplidos me sacaron el ojo. Eso cambió mi cosmovisión de todas las maneras. Además de no entender muchas cosas, llegó la hora de darle la bienvenida a mi prótesis y al fin del dolor físico. De ahí salí con la claridad de estudiar comunicación social y periodismo.

 

Sin embargo te reincorporaste decidida al “cuarto sector” de las comunicaciones, tu vínculo perdurable. Además, enfrentaste las cámaras como modelo. Impusiste tu impronta con alegría.

Pasó un tiempo desde que perdí el ojo hasta que me monté en las pasarelas. Si la vida te da limones hay que hacer limonada y de alguna manera para mí no había más opciones, era seguir, hacer frente con honor y alegría, enfocada en los otros talentos que la vida me dio o hundirme en la depresión y perder el tiempo. Estudiar periodismo fue mi manera de pasar la tormenta y de obtener herramientas para poder comunicar a las masas, enviar mensajes positivos y hacer balance frente a otros tipos de discursos. Sabes que a veces, eso que dices sobre la alegría me resulta contradictorio. Sobre todo en la adolescencia tuve momentos de oscuridad y la verdad es que detrás de la risa, las fotos, los desfiles, había también mucha tristeza.

 

En retrospectiva vemos cómo no había solo una propensión sino un clarísimo talento para comunicar y expresarte. Hoy parece obvio. ¿Siempre fue así?

Ahora que dices esto de las comunicaciones y el lenguaje, te voy a contar algo: yo recuerdo mis primeros intentos por poner palabras juntas. Tengo presente en mi memoria la maravilla de aprender a hablar. También recuerdo esa sensación del logro tras poner una palabrita con otra… ¿Cuántos años podía tener? Sin lugar a dudas hay momentos que te marcan.

 

Desde la lucha contra el VIH hasta la violencia contra la mujer. Asumiste ese golpe que nadie pudo detener como una bandera: tu sensibilidad para involucrarte con los otros. ¿Hay un vínculo entre lo que te pasó y tu vocación hacia los demás?

Totalmente. No se trata de algo que pasó. Es algo que sigue pasando y por lo tanto me sigue moviendo a buscar formas de sanarme, más allá de lo físico… en lo emocional. Y cuando veo casos de violencia tan altos en Latinoamérica, me veo a mí y a millones de mujeres y niños.

Esto es un trabajo personal en proceso. Tener flexibilidad, sanar y reinventarme a cada tanto, también en la visión que tengo de los problemas sociales. Aquí saltamos al momento en que dejo atrás a la niña víctima y me enfoco en lo que puedo hacer hacia el futuro: la capacidad de involucrarme con los problemas de los demás. De aterrizar que no somos el ombligo de mundo. Siempre quise tratar el tema del VIH en medios ya que crecí con casos de gente que fue estigmatizada por vivir y morir con VIH. Cuando trabajo con ICW, la comunidad internacional de mujeres viviendo con VIH, ya no solo desde los medios sino desde la base, entiendo aún más las raíces de la violencia contra la mujer y que el VIH es una consecuencia de esa violencia, tal como fue en mi caso, haber perdido un ojo.

 

¿Te refieres a vencer el rencor? Tú derribaste la idea de que quien padece un daño tan fuerte no puede sino quejarse de ese daño el resto de su vida.

¡Imagínate, me estaría consumiendo en ese sentimiento! Y no, no puede ser. Pero a lo que voy es que si nos quedamos ahí, con esos sentimientos de invalidez, enfermedad y rencor no hacemos nada en la vida. Hay que dejar atrás todo eso que sigue doliendo, que está ahí. Solo así podemos trascender a otros niveles de conciencia. La familia y amigos son importantes en ese proceso. Tengo la fortuna de tener a mi madre mi gran motivadora, a mis hermanos y grandes amigos, aunque pocos, soy más bien… una persona ensimismada, me gustan mis espacios. Soy bastante celosa de los espacios, me gustan el silencio y la soledad.

 

Has producido muchísimo en radio y televisión. ¿Cómo orientaste las propuestas que recibías hacia tu interés por la innovación y el desarrollo social?

Sí bueno, la historia es así: me contratan para hacer un programa de viajes por el mundo, un Travel Show, en Caracol Internacional. Hasta ese momento yo le tenía miedo a las cámaras, por esa cosa de no querer verme frente al espejo. Yo de chiquita no usaba parche, de adolescente tampoco, nada de eso. Nunca me vi al espejo. De repente la vida dio un montón de vueltas y me puso un parche ocular. Yo me lancé a esa aventura. Me costó al principio porque te pones un parche y todo el mundo te mira, pues. Por el otro lado, descubría que precisamente se trataba de poder hacer televisión a través del parche. Recuerda que estamos hablando de los años 2000, con Colombia muy convulsionada y una Sonia muy convulsionada también.

 

Eso fue maravilloso, retaste un prejuicio caprichoso de la pantalla y ofreciste tu propuesta.

Exactamente. Hice durante varios años TV entendiendo la industria, pero de alguna manera no me llenaban los contenidos, había algo que me faltaba, una “pata” social que siempre quise hacer. Quería contenidos de construcción y tejido social. No fue fácil ni rápido, esto de entender la responsabilidad social de los medios y el cambio de discurso lleva años, y de nosotros los periodistas humanitarios romper estándares, contando las historias de maneras nunca antes imaginadas, en eso estoy ahora con un proyecto de TV global que va a cambiar la mentalidad de lo social que se ha visto hasta ahora. Hoy se sienten los vientos de cambio, es así como surgió Extreme Makeover Home Edition LA. Y ambas cosas van de la mano, con el cambio de mentalidad viene la aceptación.

 

¿Decidiste empezar esa ruta de tejido social por radio?

Tuve un programa en 1260 Caracol Radio en la Florida, del 2007 al 2011. Una vez a la semana me conectaba con el programa de mayor audiencia Efectos Secundarios. Allí José Ponceti, su director, me dio un espacio. Presentaba todas las semanas una idea nueva en un espacio dedicado al emprendimiento social. Fue así  que tuve la fortuna de entrevistar a Catalina Cock de Oro Verde y mi Sangre; a Jaime Jaramillo de Fundación Niños de los Andes; a Patricia Pérez argentina nominada al Nobel de Paz por su trabajo con mujeres y Sida; a Katty Sutton por su trabajo en el Chocó, a Josefina Condori por el trabajo de las niñas esclavas en el Perú; a Vicky Colbert, de Escuela Nueva, una de las grandes emprendedoras de Colombia y a cientos más.

 

¿Cómo llegabas a descubrir todas esas historias a un ritmo semanal?

Yo era todo el equipo de producción. Para hacer realidad la idea tenía que hacer un segmento sin presupuesto, nada, cero. Es decir, por amor al arte. Se trataba enteramente de un compromiso social. De buscar por ahí, escarbar, seguir haciendo periodismo. El tema económico lo resolvía con otros trabajos lejos del periodismo. Cumplía mis compromisos y me dedicaba con gusto a la gente. Después de tanto tiempo en los medios, me especialicé en hacer producción de televisión. Entonces comencé a trabajar paralelamente. Tenía la iniciativa de Uniendo Mundos Radio (que luego pasó a Telemundo) en un programa muy conocido: Al Rojo Vivo. Decidieron darle una oportunidad al emprendimiento social. Hicimos un segmento que se llamó Pasos Audaces, que ellos ya tenían pautado. No había una fórmula para hacer estos segmentos. Fueron meses muy intensos, de inventar esa fórmula, de entender cómo producir historias con contenido social a la misma velocidad de los paquetes de entretenimiento que abundan en TV.

 

Extreme Makeover ha tenido un éxito tremendo. Se ve en buena parte del continente. Me comentabas la profunda relación de empatía con los futuros dueños de esos espacios, el fruto del trabajo con ellos. Poca gente sabe que tú misma fuiste testigo de un entorno doméstico un poco hostil, desprovisto de la calidez que provee un hogar bien ordenado, decorado.

Mi casa era un desastre de violencia y decadencia donde mi padre reventaba todo alrededor, huecos en las puertas por sus puños y ni un adorno pues él todo lo rompía. Vengo de una infancia que careció de espacios pacíficos y armoniosos y entiendo que eso te afecta, por lo tanto yo creo que se trata de tener un sitio amable, un espacio que te brinde las herramientas para poder desarrollarte como ser humano, que brinde espacios abiertos, luz natural, colores que estimulen. Una casa pensada para las necesidades funcionales de cada uno de los seres humanos que viven ahí.

Cuento con un equipo humano maravilloso que trabaja conmigo en Extreme Makeover y juntos pensamos en cómo mejorar el nivel y los espacios de vida de cada familia elegida. La casa es el lugar primario donde el ser humano crece y se desarrolla, donde tienes tu infancia. Para que una familia pueda tener un futuro, para propiciar el diálogo y los momentos agradables, es fundamental que la casa esté bien concebida, tenga color y sobretodo haya paz.

 

Hoy día hay superestrellas que nadie entiende cómo lo son. Presencias mediáticas sin fundamento y con un alcance cultural incuestionable. Tu imagen fortalece y reivindica profundos valores humanos. ¿Hacia dónde te parece que debe ir el rol de los comunicadores sociales?

Cada uno tiene su motivación y no se puede subestimar al poder de las acciones de cada cual. En mi caso yo admiro a la gente que tiene seguidores, que es influyente en las masas. Los admiro porque han logrado capturar la atención de la gente y eso no es fácil. Creo que son dones maravillosos que hay que aprovechar. Y no solo a los súper famosos, yo considero influyentes a esa gente popular desde las comunidades más pequeñas que en relación al número de seguidores tiene respuesta a cada mensaje.

Si una persona es capaz de mantener la atención de un salón de clases, en una escuela, ya para mí esa persona tiene un poder de influencia importante, no es necesario tener cinco millones de seguidores. Como todos influimos en todos yo diría que es vital estar sensibilizado con la comunidad y en sintonía con los dones internos para tocar positivamente a alguien.

La gente que sobresale en sus trabajos artísticos tiene mucho valor. Es gente que ha tenido que recorrer muchas veces, una carrera de sacrificios así que solo hay que recordar de dónde venimos.

 

Desde niña tu vida está regida por un accidente definitivo. Una discusión devino en ese toque, único, que lesionó uno de tus ojos para siempre. El hecho ocurrió en tu propia casa, en el espacio doméstico y provino de un familiar cercano. Te impusiste al dolor. Fortaleciste tu imagen. Te entregaste a los demás. Sonia: ¿Qué es para ti el perdón?

Sería mentira o irresponsable de mi parte decirte que el perdón es algo que se da. ¿No? El perdón se construye todos los días, es entendimiento y voluntad de querer perdonar. Uno no se puede cerrar y decir: “no es que no te perdono, porque lo que me hiciste fue tan malo, tan feo que no te perdono”. Va más allá de las palabras. Es algo que se siente. No es un papel firmado. Y tiene que ver con sobrepasar las barreras para llegar a la paz. Sin perdón no hay paz. 

 

Así como a distintos emprendimientos, también es conocida tu labor junto a los propios emprendedores, personas que como tú, hacen de su talento, vocación e imagen un canal para la voz de aquellos que más lo necesitan. ¿Te sientes identificada con la figura de los emprendedores sociales?

La admiración que tengo por ellos es muy importante. El trabajo de Ashoka rompe fronteras, por ejemplo. Es maravilloso que existan personas que realmente cambian el mundo. Gracias al universo por haber sembrado en el corazón de personas como James Grant esa capacidad de decidir frenar la muerte de niños por diarrea o falta de vacunas. Es bueno que existan personas como él sumando esfuerzos a través de UNICEF. Personas como Bill Drayton, que es el fundador de Ashoka, que ha hecho una diferencia. Y como ellos, otros tantos mujeres y hombres que diariamente demuestran que sí se puede cambiar el mundo desde eso que resuena dentro del corazón.

Sonia Velasquez
Photo Credit: Andrés Oyuela, Revista Nueva

VICEVERSA, PALABRAS DE IDA Y VUELTA

Tu día perfecto: Levantarme bien temprano, desayuno saludable, hacer ejercicio, respirar al aire libre y ponerme a trabajar enseguida en mis temas sociales.

Cantante favorito: Soy una romántica… Eros Ramazzotti me encanta.

Tazas de café al día: Es por temporadas, pero sí, el café siempre me acompaña. Por lo menos una.

Si no hicieras lo que haces, harías: jaja, bueno, como dice el dicho: “Si mi tío tuviera falda sería mi tía”, seguramente de no haber sufrido violencia habría sido otra persona completamente distinta. No sé si más o menos feliz pero, hubiera sido diferente.

A quién le leerías el Tarot: Prefiero ir viviendo mi realidad día a día.

Algo que haces todos los días: ¡Ay! ¿Qué hago todos los días? ¡Ay! ¿Qué hago todos los días? ¡todos los días son distintos! Puedo amanecer en cualquier parte del mundo y eso lo cambia todo, pero esté donde esté, rezo los 13 de cada mes.

Un día memorable de tu vida: Me encantan todos mis días, pero cuando entrego las casas en Extreme Makeover es maravilloso.

¿Eres noctámbula?: No. Me acuesto como a las 12.

Algo que no soportes: La corrupción, no soporto la corrupción.

El éxito para ti: El éxito es ser feliz con lo que tienes cada día. Si logramos eso somos muy exitosos.

Qué no volverías a hacer nunca: Perdón, soy aburrida y lo sé, pero no me volvería a montar en una montaña rusa.

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