La oscuridad forma parte del equilibrio, día y noche, blanco y negro, está también presente en nuestro ser, somos luz y sombra, aunque siempre intentamos destacar nuestra parte luminosa. Nuestro lado oscuro permanece en el subconsciente, es ahí donde están los traumas y los miedos, aquellas cosas que no queremos enfrentar, sin embargo no todo es negativo, en ese rincón oscuro también podrían existir virtudes que hemos reprimido en algún momento de nuestras vidas.
Acceder a nuestro lado oscuro significa iniciar una conversación con nuestros demonios, enfrentarnos a las cosas que no queremos ver de nosotros mismos, e intentar establecer un equilibrio de luz y sombra que será de vital importancia para el crecimiento interior.
Tiempo atrás estuve fijando mi mirada en las fuentes de luz de los interiores, una ventana, una puerta semi-abierta, una lámpara detrás de una cortina ; y paradójicamente contemplar estos accesos de luz me hizo ver la cantidad de sombra presente en la cotidianidad, la oscuridad siempre está en nuestro día a día, como una constante contraparte, reafirmando la frase «no hay luz sin oscuridad». Realicé las fotografías como una toma de apuntes visuales, una práctica que suelo realizar para mantener mi mente y mi mirada trabajando fotográficamente, pero al volver a mirar estas imágenes pude establecer una conexión con las reflexiones acerca de la parte oscura del ser humano, como si existiera una correspondencia física y visual en el mundo cotidiano para estos procesos y hechos complejos presentes en nuestra psique.