Para Federico, por su visión y su entusiasmo
Nunca se imaginó Sofía que inspiraría a un personaje de la pantalla grande. Nunca se imaginó que esta película acabaría entre las 12 películas con un premio de 25 mil dólares del “programa de la Plataforma del Festival Internacional de Cine de Toronto 2018 en la cuarta edición de la Plataforma”. Y nunca se imaginó que al ser perfectamente bien personificada por la actriz mexicana Ilse Salas, se convertiría en Sofía de Garay, junto con sus amigas, Alejandra, Inés y Ana Paula, las cuatro heroínas del libro Las Niñas Bien (Océano, 1985), interpretadas por Cassandra Ciangherotti, Paulina Gaitán y Johanna Murillo. Están tan bien recreadas y dirigidas por la cineasta Alejandra Márquez, que se diría que, en un momento de magia, se introdujeron en la pantalla inmortalizando a cuatro señoras de “la alta sociedad mexicana en los años ochenta, a través de un grupo de mujeres que viven los devenires del clasismo, las buenas costumbres y las crisis económicas”, como se lee en el comunicado del Imcine.
Cómo le divirtió a Sofía cuando se enteró que la película en inglés producida por Rodrigo González se llamaría The Good Girls. Le cayó en gracia, porque esas “niñas”, igualitas a ella, no tenían nada de bondadosas. Al contrario, sabía que entre ellas existía un terrible sentimiento de competencia, de envidia, de frivolidad, pero sobre todo, de una terrible incapacidad para entender la realidad de su país. Qué bueno que la cinta mostraba todas estas características. “Ojalá que se vean reflejadas como yo me vi. Eso sí con mucha pena ajena por ser, en el fondo, tan absurda”, se dijo Sofía mientras miraba la película sin perder un solo detalle. “En plena crisis de 1982, ¿era de verdad tan ajena de lo que pasaba en México? ¿Cómo era posible que a pesar de las devaluaciones y de la crisis económica, hubiera seguido siendo tan consumista y tan apegada al qué dirán?”. Llegó a sentir tanta vergüenza que no le faltaron deseos de pararse e irse del cine. Temía que la reconocieran. Algo sin embargo la salvaba, era la voz (en off de Ilse) de su conciencia, la cual la alertaba de lo que ya era inminente, el caos de su matrimonio y del país. A pesar de lo que pensaba su creadora, le gustó más la personalidad de la Sofía de la pantalla que la suya propia. Le gustó verse como “una verdadera Emma Bovary” posmoderna, más reflexiva y consciente que el resto de sus amigas. Le gustó verse, imaginándose viviendo con Julio Iglesias, en El Corte Inglés y jugando muy bien tenis, cuando ella nunca fue deportista y le gustó corroborar que la Sofía de Ilse está también obsesionada con las hombreras que quita y pone. Finalmente, le encantó la película (aunque jamás se hubiera comprado un perro French Poodle como el que sale en la cinta); le gustaron los diálogos, la actuación de los y las artistas, que no fuera una comedia ligera; la música, la recreación de la época, el vestuario, el arte, el humor, el ritmo, los chinos y los bigotes de Flavio Medina, que interpreta a su marido, pero sobre todo, le gustó el final, totalmente inesperado y perfectamente bien resuelto. “Aunque a veces salgo como boba, ojalá que los espectadores no me acaben odiando y que los acabe seduciendo”, pensó Sofía en medio de aplausos y más aplausos por parte del público.
No había duda, Alejandra Márquez, egresada del Centro de Estudios Cinematográficos de Cataluña, había dado en el clavo y captado perfectamente bien ese pequeñísimo sector de la sociedad mexicana. Como explicara en el debate al finalizar el filme: “El clasismo y la desigualdad social deben tratarse muy seriamente. Deseo que las mujeres dejen de aspirar a ser como Sofía porque en México y Latinoamérica tú eres el opresor o el oprimido y olvidas que eras el oprimido cuando era el opresor”. Además agregó que “esta historia trata de la ansiedad de las mujeres y de hasta dónde pueden controlar su destino”.
Después de asistir al coctel en el restaurante mexicano Carlotta y brindar con todo el elenco por el éxito del filme, Sofía se fue a dormir sintiéndose muy satisfecha de los resultados. Algo que finalmente la enorgullecía y en el fondo hasta la tranquilizaba era que efectivamente lograra, gracias a su papel en la película de Las Niñas Bien, que las mujeres mexicanas dejaran de aspirar a ser como Sofía, tal como declarara la lúcida y muy profesional Alejandra Márquez.