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Sobre el amor cortés

El enorme índice de violencia machista en países como España, donde el pasado año más de 700.000 hombres maltrataron a sus parejas, nos devuelve con cierta nostalgia a los tiempos altamente civilizados del amor cortés, cuando la mujer era no solo el centro de belleza, sino quien orquestaba los pormenores del debate amoroso.

El amor cortés como manifestación, cortejo y deseo surgió de la evolución de los cantares de gesta hacia 1150, cuando comenzó a dársele cada vez más importancia al sujeto femenino. Ella, como protagonista y fin del cortejo amoroso, además de ser quien impondría las reglas del juego. Un juego donde la dama se dejaba querer por su enamorado; ese trovador que le componía versos y satisfacía sus deseos, pero sin doblegarse ella a sus designios.

En las cortes medievales, como en el mundo antiguo, ser amante resultaba ser un privilegio tan real como la nobleza de la sangre. El vulgo, por estar condenado al matrimonio, no podía serlo. De acuerdo con el Ars Amandi, la relación entre amantes excluía un vínculo que era la negación del amor romántico, alimentado solo por obstáculos. Exigía de excesos. De las efigies colosales que Adriano le erige a Antínoo; de grandes empresas donde Ulises y Lancelot pudieran probar su flexibilidad, para doblarse sin romperse ante las demandas de Penélope y Ginebra.

Entonces también se creía que el gesto de amor pide la grandilocuencia de los dioses, cuando lo que realmente necesita es la humildad de los minúsculos actos, pues de ellos se hace el amante. Sin embargo, eran las proezas de este lo que justamente seducía a la amada. En tal sentido, Andreas Capellanus, dentro de aquel texto ya citado, escrito en la corte de Marie de Champagne (1174-1204), nos indica que “sobre todo, el valor de los hombres suscita habitualmente el amor de las mujeres y mantiene a estas en el deseo de amar”. Una certeza, que la cobardía de la violencia machista contradice completamente.

Las descripciones pormenorizadas hechas por Ovidio en su Arte de amar acerca del deseo, inspiraron a muchos trovadores medievales, a la vez que les permitió profundizar en los detalles de la tortura amorosa. He aquí una de las características más interesantes del amor cortés: la imposibilidad de poseer, alcanzar finalmente el trovador a su dama, pues la entrega que ella iba a permitir siempre sería condicional, momentánea y fugaz. Además, su rango social generalmente resultaba ser superior al del trovador y sus obligaciones sociales tendían, consecuentemente, a desterrarlo de su lado. Hay que pensar, por ejemplo, en el caso de Bernardt de Ventadorn (1147-1170), quien fue amante de la vizcondesa de Ventadorn y de Aliénor d’Aquitaine (1122-1204), pero a ambas las perdió al ser expulsado por ellas de su lado, a causa de los celos de sus respectivos maridos.

Es así como el trovador debía luchar contra varias imposibilidades simultáneamente, lo cual le hacía agudo, ingenioso, sarcástico y, en ocasiones, peligrosamente explícito: “Moza, le dije, una gentil hada/ os dotó, cuando nacisteis,/ de una esmerada belleza,/ sobre cualquier otra villana;/ el doble de bella seríais/ si me viera una vez/ yo encima y vos debajo”. Y era ciertamente un peligro, pues en ocasiones el trovador era asesinado debido al contenido de sus versos, cual fue el caso de quien escribió estos, de nombre Marcabrú (1130-1149). O por el contrario, lo mantenían amarrado al recuerdo de su dama, pese a los desplantes y la distancia, tal cual se observa en estos versos de Chrétien de Troyes (1160-1190): “Corazón, si mi dama no te aprecia,/ no por eso te alejarás de ella;/ siempre estarás a su disposición,/ desde que lo has emprendido y comenzado./ No amarás con mi consentimiento la abundancia/ no te afligirás por la carestía./ Mucho se endulza con el alejamiento”.

La evolución del amor cortés, puede también observarse a través de la poesía que lo canta. Su florecimiento se ubica a finales del siglo XII, coincidiendo con las Cruzadas, por lo cual muchos de sus representantes serán señores feudales y caballeros tales como Richard I, the Lionheart (1157-1199), Conon de Béthune (1160-1219) y Huon d’Oisy (1145-1189). A principios del siglo XIII, el género entrará en decadencia, llegando a resurgir durante el segundo cuarto del siglo. Teobaldo I de Navarra (1201-1253) y Colin Muset (1230-1270) constituirán sus máximos representantes.

Muset, por su parte, introducirá el canto, ya no a la gran dama sino a la mujer del pueblo, con lo cual la poesía del amor cortés sufrirá una metamorfosis, pues no se ensalzará la belleza per se sino que las virtudes morales de la dama desempeñarán aquí un papel fundamental. Pero serán los trovadores alemanes quienes irán a definir este tipo de estilo, conocido bajo el nombre genérico de Minnesang. El amor (minne) como símbolo de todas las virtudes, se depositará en la dama, quien pierde su carácter terrenal para alzarse por encima de los mortales. En ocasiones actuará como vínculo entre el trovador y lo divino, adquiriendo así la categoría de ángel. El holse minne o amor puro, ennoblecerá a la dama, quien por lo general se mantendrá altiva y distante.

En cierto modo, durante esta época del amor cortés podría decirse que la doncella diseñaba a imponía las reglas del amor. Como las cortesanas de la antigüedad, ejercía derecho de supremacía sobre un enamorado que nunca iba a ser su esposo. La dama era entregada por contrato a un hombre para el matrimonio, pero ella tenía derecho a escoger a su amante. De ahí que el casamiento y el amor cortés fuesen incompatibles, aun cuando conviviesen bajo el mismo techo y, frecuentemente, sobre la misma cama.

Y es que la relación afectiva entre marido y mujer nada tenía que ver con el amor. Este solo era posible entre amantes, el otro se dejaba para el vulgo. Los seres refinados nada tenían en común con la domesticidad del sentimiento. En el Minnesang, la principal regla a respetar era la discreción. El nombre de la dama se ocultaba bajo un término vago (freundin, “amiga”, frouwe “señora”) que imposibilitaba su identificación. Ella se mantenía altiva e imponía al enamorado una serie de condiciones, pidiéndole además un sinnúmero de servicios y hazañas. Si después de cumplirlas, la dama no le concedía sus favores al trovador, este sería libre para buscar una nueva dama; si bien, a veces, al verse despechado caía en la melancolía y, quizás, el suicidio al no poder borrar de su mente a la amada. En los versos de Raimbaut de Vaqueiras (1180-1205): “¿Cómo la perderé/ ni se me devolverá/ la dama, si antes no la he tenido? Los amantes/ no existen en la mente;/ cuando el enamorado se hace amante/ es grande el honor que crece en él/ y la alegre cara produce gran murmullo;/ no os he tenido desnuda,/ ni os he obligado a nada;/ os he querido y creído/ sin ninguna ayuda”.

Durante el tiempo del amor cortés, la dama tuvo como nunca antes gran libertad de acción y de palabra, tal cual Neidhardt von Reuenthal (1190-1246) lo consigna en esta estrofa: “Las ramas verdean/ tanto que casi se rompen/ los árboles contra la tierra./ Sabed, querida madre mía, que dormiré con el joven”. Siguiendo esta línea de acción, debe citarse los famosos salones de Marie de Champagne y Aliénor d’Aquitaine, donde ellas recibían a trovadores, músicos, artistas, y redactaban las reglas que regirían el código amoroso.

Con los fanatismos religiosos en los siglos subsecuentes, la mujer perdió tales derechos y quedó totalmente sometida a la voluntad del hombre. Habría entonces que esperar hasta fines del siglo XIX, para asistir al resurgimiento de los salones liderados por damas pertenecientes a la aristocracia o la intelligentsia, y a la lucha por sus derechos que se orientaría, en el siglo XX, hacia la búsqueda de libertad e igualdad con la contraparte masculina en todos los terrenos. Ocho siglos pues de represión, se instauraron con la desaparición del amor cortés. Y, dados los oscurantismos, intolerancias y sectarismos en muchas zonas del planeta, y la exacerbación contemporánea de la violencia contra la mujer, pareciera que, en el siglo XXI, hemos retrocedido peligrosamente hasta las épocas más tenebrosas de aquella Historia.

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