Transciende el cuerpo, trasciende el tiempo.
No conoce de límites, ni de espacio, ni de envejecimiento.
Nadie la ve, nadie la oye. Se fortalece con los años, con las alegrías y también con los desengaños.
Su libertad es infinita; su juventud eterna, vuela con las añoranzas y busca siempre la paz.
Invisible, omnipresente, acompaña desde el nacimiento y continúa más allá de la vida, para inmortalizar un recuerdo en quien se queda, para guardar en cada corazón un verdadero amor.
Es inspiración y fuerza interior. No tiene forma, no se palpa, pero es insignia única, irrepetible, irremplazable, pues pertenece a cada ser para hacerlo independiente. Es conciencia, sexto sentido, ese que indica a dónde ir cuando se está perdido.
Inmaterial, de difícil explicación, puede tener diversas connotaciones.
Más allá de la religión y las creencias, más allá de las perspectivas y dimensiones, el ALMA, es vida, misterio, esencia y sentimiento.