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Sin medias tintas

No puede ser peor. El colapso de la prensa venezolana sólo admite un adjetivo: estridente. La debacle tiene varias aristas. Para comenzar, una marca centenaria, como El Universal, fue comprada por capital del oficialismo. Emblema de la lucha opositora más recalcitrante, pasó lo mismo con el canal de noticias Globovisión. La Cadena Capriles, ahora Grupo Ultimas Noticias, no salió ilesa en la puja gobiernera.

Los reporteros son los mismos, en algunos casos, pero muchos de ellos han tirado la toalla. En El Universal, por ejemplo, puede leerse una mancha con el mismo cuadro directivo, y si se revisan las páginas internas, uno topa con firmas de tradición en el matutino. La pelea es peleando.

Un caso loable, testimonio de reporterismo descarnado, es Efecto Cocuyo, un web site recién fundado por Luz Mely Reyes –hasta hace nada directora del diario 2001-, y Laura Weffer, reportera que formó parte de las filas de El Nacional, en sus mejores épocas. Rompieron la alcancía. Se lanzan en lo que ellas llaman un emprendimiento venezolano, pero también una causa.

El portal El Estímulo ha reclutado a Omar Lugo, ex director de El Mundo Economía & Negocios, generando un producto muy bien empaquetado, con una oferta de contenidos bastante interesante. La prestigiosa agencia de publicidad Nolck, también se lanzó al agua del reporterismo, con el portal Contrapunto, jalando varias firmas muy solventes de otros medios, que perdieron el norte.

Un ícono del periodismo de negocios venezolano, y autor de varios best sellers en la fuente, Juan Carlos Zapata junta sudores con una leyenda de la vieja guardia, Elizabeth Fuentes. El portal se llama Konzapata.com, y yo diría que es un reporterismo de política hecho a la antigua, libreta en mano, pero en clave 2.0. Me parece de lo más notable que ofrece el mercado en la actualidad.

Algunas marcas rancias de la prensa venezolana, como El Nacional, Producto o Gerente, libran una batalla por no doblar el brazo, manteniendo arriba el estándar, y apostando a aquella sentencia que dice: llueve y escampa. Es cosa de celebrar, pero dicen que un árbol no hace montaña. Un emblema corajudo, fundado por el gran Teodoro Petkoff, ha tenido que virar su periodicidad, de diaria a semanal: el tabloide Tal Cual. Petkoff, sobre los 80 años, confronta un juicio que parece no tener fin.

Plumas feroces, como la de Milagros Socorro, también han migrado al 2.0. Socorro sigue al frente del portal Código Venezuela, propiedad del reportero de política Roger Santodomingo, hoy al frente de la producción ejecutiva del programa televisivo que conduce Moisés Naim, desde Washington, llamado Efecto Naim.

El caso de Santodomingo no es aislado. Otras firmas contundentes, como la de Maye Primera, en su momento Jefe de Redacción de Tal Cual, han buscado otros aires, en Estados Unidos. Es el caso de Marcos Salas, quien marcó un momento importante de la revista Exceso. Albinson Linares, buscó destino en México, también.

Una baja irrecuperable, es la partida del editor Ben Ami Fihman, al París de sus encantos. Para mi gusto, Fihman es el editor más solvente que jamás tuvo el país, pero al parecer esta historia caníbal se encargó de espantar a su olfato sibarita.

¿Qué todo está perdido? No lo creo. Nunca la tuvimos tan negra, tan chiquita. Pero todavía puede sintonizarse –verbigracia- a Nelson Bocaranda, reportero nato -puro y duro-, en la frecuencia del Circuito Unión Radio. Bocaranda vivió en su juventud en Nueva York, donde se codeó con la más selecta vanguardia, de Warhol a Capote. Hoy, suma más de 50 años de carrera, y está activo como el primer día.

Unión Radio cuenta con otras voces, más jóvenes, pero no menos solventes. Un ejemplo, es el periodista Román Lozinski, que viene de Globovisión, y apuesta a la crítica bien ponderada. Unión Radio ha dado cabida a voces del chavismo, como Mary Pili Hernández, o la misma Vanessa Davies. No puede decirse que hay sesgo.

Si uno vuelve la mirada sobre los medios oficiales, lamentablemente encuentra que la técnica periodística más elemental, el mínimo rigor, no es precisamente la norma. No obstante, hay zonas grises conformadas por periodistas como los hermanos Ernesto y Vladimir Villegas. Las fuentes oficiales se han cerrado como nunca. La prensa tiene prohibido el acceso al Parlamento. Es difícil dar un mapa entero, pero el lector sabrá entender.

Esta es una mirada rasante a esta hora menguada del periodismo venezolano. Queda mucha gente valiosa por fuera que no mencioné. Haré un pequeño esfuerzo por apretar la data: Ewald Scharfenberg, Sebastián de la Nuéz, Sebastiana Barráez, Tamoa Calzadilla, entre otros, siguen en pie de guerra. El viento sopla en contra. No faltará quien le plante cara.

Quiero cerrar diciendo que los reporteros venezolanos, se me antojan entre los mejores del planeta. Resistiremos, contra viento y marea. Y entre más negra se ponga la cosa, nuestra pluma será más refinada, más certera. El Gobierno ha cortado los suministros de papel. No hay lugar para medias tintas. El periodismo ha muerto. Viva el periodismo.

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