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Simpatía por el Diablo

Dicen que más sabe el Diablo por viejo, que por Diablo. The Rolling Stones lo hicieron pasar a la historia, con Sympathy for the Devil, ese aquelarre guitarrero, cachondo y sediento. Cristo lo despachó con verbo afilado: “No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”. Le dio de comer. Gustave Doré lo pintó con maestría fatal. Fito Páez se metió un día en su boca, y no salió nunca más.

El Diablo es un tipo culto, guapo, adinerado, chic, malvado pero muy simpático. No cualquiera sella un pacto con el Diablo. El planeta está lleno de dementes, vagos, impenitentes, donjuanes de medio pelo, que dicen haber sellado un pacto con el Diablo. No hay que olvidar que tuvo poder para hacer dudar el Hijo de Dios. Quiso clavarlo en una cruz, y lo clavó. Es verdad que el Cielo es territorio de los ángeles, la Virgen, y los santos. Pero acá en la Tierra, manda Satán. Hay que acostumbrarse a ello.

El tanga de J Lo

Desde los controles de la energía atómica de Estados Unidos, hasta tu pasta de dientes, pasando por el tanga de J Lo, han sido marcados por la ruta de Satán. La Capilla Sixtina es un juego de niños, si la paras enfrente del resto del planeta, dominado de cabo a rabo por el Príncipe de este mundo. Es decir, lo más sensato –aunque uno sea católico practicante-, es no hacerle ascos a Belial.

Cuando uno ha hecho dos horas seguidas de oración, siente que todo fluye como la seda. Pero entonces un discreto olor se cuela por tu nariz, y te hace recordar las nalgas de aquella nena. Wow. No es fácil. Tratas de contenerte, de hacerte el santo. Pero ya se te ha metido el Diablo en el cuerpo. Entonces, te sientas frente al computador, y llamas desde Google Chrome la mejor página porno que conoces. No sé. Cualquier categoría es buena. Haces click, le das play, y el corazón se infecta de espinas.

Tuve una novia que decía lo que sigue: “Yo opino que el Diablo es ese ser, que cuando has levantado una perfecta torre de naipes, le da un toquecito, y te la tira el suelo”. Nada más cierto. Por eso no es bueno hacer ascos al Lucifer. Lo mejor es conversar amigablemente con él, y tratar de negociar una Entente Cordiale. Me explico: el Diablo no te hará daño, si no vas de frente contra él.

Hay un proverbio español que reza así: “Mal paga el Diablo, a quien bien le sirve”. Eso también es una verdad como un templo. No hay que hacerle ascos al Demonio, pero de nada sirve pensar que puedes sacar buen rédito de un pacto con él. Eso hay que tenerlo claro. El tipo es una sarna. Y ahí donde te pueda quebrar, lo hará sin remilgos. Pero, vamos, no sirven tampoco las visiones angelicales de la vida y de la fe.

Ama tu lado oscuro

Y hay otro refrán, también español: “El Rosario en el cuello, y el Diablo en el cuerpo”. Es mucha la gente que va por el mundo dándose golpes de pecho, pero tienen el mal alojado en el corazón. Lo importante es entender que la gente buena, nunca será químicamente pura. Todos tenemos un diablito por dentro. Todos tenemos un lado oscuro. Lo mejor es amarlo y conocerlo.

La tragedia, por definición, es aquello que uno no ve. Cuando la gente quiere vivir historias de Disney, meterse en una burbuja, y hacerse el que no mata una mosca, entonces el lado oscuro sale y devora. Pero si conoces tu lado oscuro, tu demonio interior, tu cuota de maldad, no te toma por sorpresa. Es más posible que llegues a ser un cristiano ejemplar. Lo otro es pueril. Intelectualmente infantil.

Al final de la jornada, los católicos creemos que el Diablo ya ha sido derrotado. Su destino fue sellado. Y Dios no manda a nadie al Infierno. La gente que se va al Infierno, es porque decide ex profeso que eso es lo que desea. Dios no obliga a nadie a nada. Mientras estemos en este mundo será preciso comprender que Mickey Mouse y Batman no existen, y que la maldad está por todos lados.

Felices para siempre

El matrimonio es un sacramento. Y la mejor manera de honrarlo no es aspirando a una relación de pareja que encaje al dedillo con la narrativa de las tarjetas Hallmark. Quien se casa tiene que entender que las tentaciones siempre estarán allí, de lado y lado, y que la fidelidad es buena, justa y necesaria, pero también hay que entender que ser fiel, pasa un poco por conocer el lado oscuro, el demonio interior, la dosis de maldad que todos llevamos en el ADN.

El Diablo no es un tipo flaco, al estilo de John Holmes, con traje rojo, colita y tridente. El Diablo es un ángel. Un ente superior. En el principio, de hecho, era el más hermoso de los ángeles. Se rebeló. Mala cosa. Niño malo. No conviene hacer pactos con el Diablo, pero tampoco es cosa de querer hacerle frente de manera vertical. Es un ángel. Y tiene mucho poder. Uno podría salir lastimado. Así que, si esta noche te visita el Diablo, procura ser gentil, muestra un poco de educación, y trata de no jugar a que eres la Madre Teresa. Decía el Padre Pío: “El Demonio es como un perro rabioso atado a la cadena; no puede herir más allá de lo que le permite la cadena”. Zape. Vade retro.

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