Somos una revista independiente que sobrevive gracias a tu apoyo. ¿Quieres ser parte de este proyecto? ¡Bríndanos un café al mes!
Francisco Martínez Pocaterra

¿Siete clavos?

Y llegó el día. El régimen y la oposición se han reunido en México. Noticiero Digital publica una noticia que, cuando menos, alarma. En un comunicado expresan los integrantes de la facción opositora: «manifestamos públicamente que tenemos el compromiso irrenunciable de hacer todo lo necesario para que logremos un Acuerdo Integral que le dé a nuestro pueblo un pacto de convivencia democrática que nos devuelva el derecho a tener elecciones libres, justas y verificables, porque creemos que en Venezuela todos debemos poder desarrollarnos libremente, con oportunidades para todos, y donde todos tengamos los mismos derechos, sin distinción».

Es un comunicado ambiguo. No obstante, asoma posibilidades dantescas para los ciudadanos. Una de ellas, reconocer a Maduro como presidente, aliviarle sanciones a su equipo inmediato y, aligerarle la carga para que a la vuelta de unas semanas de nuevo entren presos políticos en las gayolas del régimen y sean torturados, y la economía retome su ruta de ruina tras unos pocos meses. Dudo que la oposición gane algo trascendente, más allá de los pocos cargos que con tanto celo cuidan.

No podemos juzgar una misión que apenas comienza. Sería injusto. Sería necio. No obstante, sí podemos crearnos expectativas. De hecho, queramos o no, lo hacemos. Unos con mayor vehemencia que otros. En todo caso, hay que aguardar para juzgar… mas no para crearnos una idea de lo que pueda ocurrir, porque, salvo por la exagerada publicidad – no dudo yo que para lavar a un régimen salpicado de sangre -, no es la primera vez que se reúnen la oposición y la dictadura.

Sin embargo, mis expectativas son tímidas (¿o debería decir recelosas?). Coincidí con Gerardo Blyde en el campus de la UCAB y le tengo por un hombre serio. Del resto de los delegados opositores solo les conozco por las noticias en los medios y los comentarios en las redes sociales, y, perdón si les ofendo a ellos y a sus seguidores, pero, ciertamente, no me animan confianza.

Los siete puntos del diálogo son tratados con vaguedad. La ambigüedad – sin dudas obra de negociadores cuyo compromiso con una agenda real para solventar la crisis es exiguo (¿o falso?) – podría traducirse en otra decepción para la ciudadanía. Si bien el partido Vente Venezuela asume una actitud extremista que uno podría objetar, obvian los defensores del diálogo, la ética y la justicia. Más allá de la necesaria reparación de las víctimas, tratada en el documento, está el hecho de que la actual élite regente no puede seguir gobernando, aunque reconozcamos como útil y justa la presencia de chavistas en una transición de la que ya nadie quiere hablar.

Creo pues, que gana más el régimen que la sociedad. En los puntos, salvo la referida reparación a las víctimas (que pareciera favorecer más a los presos políticos torturados y las sanciones a los responsables directos – los esbirros, más no los jefes – de las violaciones a los derechos humanos), la ambigüedad permite acordar temas que ciertamente beneficien al régimen.

Temo que los negociadores de Maduro obtengan – y parafraseo al discurso de la izquierda sobre la conquista – «oro a cambio de espejitos». Los ciudadanos necesitamos más garantías que «un cronograma electoral», diseñado para alargar la vida de un régimen que hace rato perdió la legitimidad por su proceder y como chupete de consolación a los líderes opositores, otorgar cargos a este o aquel dirigente (y servirle a la élite regente de chivos expiatorios). Creo que los ciudadanos merecemos más.

El diálogo no incluyó la formación de un gobierno transitorio, lo cual es el principal anhelo ciudadano. Tampoco la salida de los asesores cubanos en un plazo perentorio, como aspiramos millones de venezolanos, ni el cese de las explotaciones de recursos naturales por parte de empresas chinas, rusas e iraníes (que, parafraseando el discurso de los izquierdistas sobre las empresas estadounidenses, son únicamente tinglados para ocultar otras actividades inconfesables). Se habla de «protección de la economía nacional y medidas de protección social al pueblo», pero no de la des-socialización de la economía y la derogación inmediata de la ley de comunas y el ministerio correspondiente… No se trata el punto cardinal (que María Corina Machado demanda sea tratado) la transición de un orden tiránico a una democracia. Se habla – y eso rezuma como el hedor de un albañal – de cohabitación.

No hay en el diálogo temas trascendentes, como la reinstitucionalización del Estado y la transformación de una economía socializada en otra democrática (y por enésima vez lo digo: el socialismo y la democracia son antagónicos). No se trata de un órgano electoral creíble, sino de un aparataje estatal que en efecto sirva de muro de contención a las apetencias autocráticas y totalitarias de algunos. No toca pues, el acuerdo lo atinente a la «salida de Maduro del poder» y a la constitución de un gobierno transitorio, que, desde luego, incluya a líderes chavistas (distintos a los señalados como violadores de derechos humanos y por latrocinio).

Tal vez sea yo, intransigente (no lo creo), pero mis expectativas sobre el diálogo son bastante pobres. No dudo que una vez se toquen temas incómodos para la élite, si es que tal cosa llega a ocurrir, como la destitución inmediata de funcionarios designados por un órgano manifiestamente incompetente (como lo era la Asamblea Nacional Constituyente) o los magistrados electos apresuradamente tras la elección del 2015 (vulnerando la esencia de la Comisión Delegada para atender urgencias del partido de gobierno y no de la nación), patearán la mesa. Máxime si alguno de esos temas versa sobre la renuncia de Maduro y la constitución de un gobierno transitorio.

No soy optimista. Por lo contrario, creo que lograrán beneficios los dirigentes (que no merecen llamarse líderes) mientras nosotros seguiremos lidiando con una cotidianidad hostil. Creo que el diálogo de México solo busca alguna forma de cohabitación.

Hey you,
¿nos brindas un café?